40. La hora de la verdad II

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Las chicas se fueron en el coche de la empresa de mi madre y yo me fui en la limusina privada para mí.

No esperaba que cuando llegara hubiera tantos
periodistas preguntando tantas cosas que, directamente, pasé de ellos.

Entré del tirón y vi todo aquello.

Un pasillo dividía la zona en dos; en una había carteles anunciando la nueva actualización del mompon, televisiones con el mompon, luces minimalistas y el escenario iluminado con una cálida luz y en la otra, una parte más informal, en el que
hablaba la gente con copas, otras probaban el mompon y otros aparatos de la empresa de mi madre y una iluminación más divertida.

Intenté buscar a las chicas con la mirada, pero mi madre y sus dos guardaespaldas interrumpieron mi búsqueda.
Llevaba un vestido de brillantes, con dos grandes
rajas a cada lado de él, unos tacones de aguja transparente, joyas con un valor incalculable y el pelo suelto y ondulado. Oscar llevaba el abrigo y el bolso de mi madre.

-Harry, me alegro de verte. Aquí tienes el mompon.

Greg me tendió el dichoso aparato y me lo puse con
asco.

-Ven, te voy a presentar a la mismísima Jess Walker. -Dijo mi madre yendo a la parte más informal. -La guardaespaldas es guapa, aún no sé el nombre, pero si te haces novia de ella, podrá ser mi guardaespaldas y quitársela a esa mocosa.-Terminó con brusquedad.

-Pero, madre, ¿no es ella la que te da el dinero?

-Exacto hijo. Ella me da el dinero y hace el trabajo sucio, pero cobra una miseria.

Dios.

Greg y Oscar se pararon y se apartaron. Una joven camarera me entregó con una sonrisa una copa y las dos chicas que llevaba esperando ver desde que llegué aparecieron.

Intenté parecer el chico que no las conocí de nada,
pero es que nada más ver a Emma se me cayó el alma a los pies de lo guapa que estaba.

- Límpiate la baba; te dije que era guapa. -Susurró mi madre antes de dirigirse a las chicas. -Jess, este es mi hijo, Harry. Harry, Jess.

-Encantado. -Dije estrechándole la mano.

Me puse al lado de Oscar y susurró.

-Tengo las cosas, lo del software. Así las chicas no
estaran en peligro.

-Harry, ¿qué haces hablando con Oscar? No se puede hablar con los guardaespaldas.

-Madre. -Elevé un poco la voz y señalé con los ojos a
los tres.

-Qué más da, para eso les pago.

-Bueno, ¿y esta señorita que te acompaña? ¿Quién es?-Pregunté a Andy sin darle importancia al comentario de mi madre.

-Es Chimène, mi guardaespaldas. -Dijo Andy
echándose a un lado.

Yo la empujé hacia Oscar, intentó quejarse, pero cuando notó que le daba algo y verlo, se quedó a su lado para no ser muy descarada y se metió en su bolso de mano el software y la chapa.

-Encantado. -Le estreché la mano a Em y me acerqué casi a la altura de su oído, fingiendo un beso cordial.-Perdona los comentarios de mi madre. -Y apartándome de ella acabé.-Cuando hay
presentaciones de nuevos proyectos o actualizaciones se pone nerviosa.

-Harry, hijo ya tendrás tiempo para hablar con las señoritas más tarde. Ven, vienes a la reunión.

-Chimène, Jess; suerte con la presentación.

Y así me despedí de ellas y me dirigí a la reunión de mi madre.

Subí al ascensor y según mis fuentes no iba a ser una reunión en sí.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora