6. Un adiós inesperado

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Pasaron los años, y la relación con mi madre iba a peor.

Menos mal que nos hemos librado de ella.

La verdad es que sí, la universidad me ha ayudado
mucho, creo yo.

Estoy libre de ella y de todo.

Y bien lejos, en Missoula.

Después de comer en el césped del patio de la uni, como dice Andy, fui a ver cómo le iba a ella la tarde.

Llamé a la puerta y ella, simpática cómo siempre la
abrió, cerré nada más pasar y me acomodé en su cama.

Está tan guapa. ¡Habla de ella!

-Voy a bañarme un momento. Toma, guárdamelo.

Bueno ahora sí puedo hablar de ella.

Se había hecho unas mechas, que en un principio le habían quedado horrible, pero ahora, que le había crecido el pelo, parecía como si el castaño de su pelo se iba aclarando, hasta llegar casi a un rubio claro.
Sus ojos seguían igual de bonitos, brillantes y grises que siempre y ahora yo era más alto que ella, ya me quedaba pequeña la sudadera y la tenía ella, bueno más bien estaba siempre por medio en su cuarto.
Hoy la tenía en la silla del escritorio.

También llevaba, y ahora se lo estaba guardando, un anillo con el símbolo del infinito y un pequeño corazón.

"Estarás hasta el infinito a mi lado, eres parte de mi alma." Qué bonito lo que le dijiste Harry.

Que no me llames Harry.

Ve al grano, admítelo.

Si eso fue lo que le dije la noche de su cumpleaños,
pero no es una cursilada.

Que no lo dudes.

¿Sabes? Me parece muy raro que aún no lo haya perdido.

Andy me sacó del hilo de mis pensamientos cuando me preguntó:

- ¿Qué tal eso de saberte todas las leyes que existen?

Abogado, ¿abogado tenías que escoger?

-Bien, parecerá aburrido, pero es muy interesante.
Hay leyes realmente absurdas como por ejemplo. -Cogí el móvil porque aún no me la sabía. –En California está prohibido llevar botas de cowboy, salvo si tienes dos o más vacas o en San Francisco está prohibido limpiar el coche con ropa interior sucia.

Andy se me quedó mirando con una cara tan rara, que yo sólo pude sonreír, a lo que ella se puso a dar carcajadas y se tumbó en la cama. Yo también lo hice mirando el techo, un chicle pegado -que lo pegué yo- porque a Andy no le gusta que coma chicle y pues ahí está.

Y todavía no se ha dado cuenta de que está ahí.

Al rato de estar callados, se incorporó y se sentó de nuevo en el escritorio.

- ¿Qué haces? Quiero ir a dar una vuelta.

-Espera, quiero enseñarte mi perfil, es sobre ti.

Andy estaba estudiando para entrar en el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y por lo que se ve estaba dando los perfiles de las personas.

Era mi último año en la universidad; yo era el único que sabía que Andy estaba en el CNI, su tapadera era también estudiar derecho.
En un principio empezó conmigo, pero el año pasado descubrió el CNI y está metida ahí. No tengo ni idea de lo que hacen, pero no me hace ni puta gracia que haya noches en las que me llame llorando por pesadillas.

Ahí estamos nosotros.

Andy me sacó de mis pensamientos cuando cogió el folio y se puso delante de mí.

Nada es lo que parece Donde viven las historias. Descúbrelo ahora