30. Otra parte de mi alma tatuada

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Me desperté con la luz del sol en la cara; sería tarde porque a mi cama no le daba los rayos del sol hasta el mediodía.

Esta no es nuestra cama.

Me di cuenta, nada más girarme y ver la ventana.

¿Qué he hecho?

Algo bueno seguro que no.

Olía bien, champú y acondicionador de café, como
el de Emma.

Mierda, ¿estoy en la cama de Em?

Me levanté torpemente y descubrí que ella estaba
durmiendo en la mía.

Una punzada de dolor recorrió mi cabeza y no pude
aguantar un quejido, seguido con una arcada y acabé vomitando en el váter.

Dios, ¿cuánto bebí ayer?

No recordaba nada de lo que pasó, menos cómo acabé sólo en bóxer, una nota que parecía mi letra con una dirección de un local y lo peor de todo, ¿qué habré dicho o hecho con mis dos chicas?

Liarte con Em, seguro que no.

Cállate, que molestas.

Te aguantas.

Bueno, después de una larga y fría ducha, me vestí con lo primero que pillé, me tomé un ibuprofeno y decidí ir a la dirección. Si la había escrito era por algo y tenía que descubrirlo.

Salí de la habitación sin hacer ningún tipo de ruido y me puse los auriculares y me puse la playlist que compartíamos Andy, Emma y yo. Podía sonar rock, reguetón o incluso una canción versionada al piano.

De todo, vamos.

Mientras el GPS me guiaba al sitio y la música sonaba en mis oídos, sentí el collar de Andy y sonreí recordando cuando me lo dio y luego desvié mi mirada a mi muñeca y vi el ancla. Mi sonrisa aumentó, aunque parte de mí estaba triste sin
entender la razón.

Frankie pertenecía al ancla de mi vida, pero ahora no estaba y necesitaba algo más, algo que cuando lo vea, sonriera.

-Ha llegado a su destino. -Dijo el GPS sonando en mis auriculares y despejando cualquier pensamiento.

Levanté la mirada.

“Liam’s refuge tattoo”

Vale, sabemos algo, el tío se llama Liam.

O no.

Positividad, ante todo.

El local tenía el nombre en lo alto del todo en cursiva y tatuajes de flores pintadas decoraban el cartel.
Había una cristalera en el que se veía el dependiente y luces led rojas decoraban la estancia que parecía acogedora.

Al entrar olía a un ambientador de flores y sentí que estaba en un prado.

El joven dependiente salió del mostrador y me dio una sonrisa de oreja a oreja.

Le devolví la sonrisa por compromiso.

El joven era más alto que yo y tenía todo el brazo derecho tatuado. Tenía el pelo revuelto y tenía los ojos marrones. Vestía un poco rockero, pero su personalidad era completamente contraria; era
amable y trabajaba solo.

-A ver Tony, he preparado lo que ayer me dijiste. - Dijo yendo al mostrador a por un papel.

-Espera un momento, ¿de qué me conoces?

-Ah claro. -Dijo riendo. -Ayer estabas medio borracho, aunque hablabas con claridad y seguro.

-No estaría tan borracho en ese momento. ¿Eres Liam?

-Claro tío. Mira ayer me dijiste que hiciera un dibujo sobre una cosa, lloraste mientras decías cómo lo querías y me lo he currado, que conste.

- ¿Pero que te dije? -Le pregunté.

-Tío, veo que me hiciste caso, te metiste la dirección en los calzoncillos, joder y luego te fuiste…

- ¡Tío! -Llamé su atención.-para mí esto es
surrealista, de veras. ¿Puedes enseñarme el dibujo?

-Ven por aquí.

Lo seguí a una habitación que ahora estaba decorada de luces rojas más claro. La camilla estaba al fondo y esta estaba iluminada por luces led normales y a su lado una silla con ruedas negra y un
montón de cacharros que no sé qué eran.

La habitación sería para hacer los tatuajes, porque estaba llena de dibujos y diseños pegados por las paredes y una música tranquila sonaba de fondo.

-Siéntate. -Dijo con el papel que llevaba en la mano desde que llegué.

-Liam, pero ¿qué te dije?

-El Tony borracho es más relajado.

-Y tú demasiado tranquilo, enséñame ya lo que sea.

-Sí, toma. -Me dijo sentándose en la silla negra y preparando algo.

Era un dibujo.

Eso ya lo sabemos.

Era un tatuaje. Un tatuaje en el que en el lado derecho había una mano y en el izquierdo la pata de un perro y juntos chocaban los cinco. Debajo de ellas, había una frase en cursiva que ponía “until we meet again”

Me quedé mirando el dibujo petrificado y Liam me miró curioso.

-No irás a llorar como ayer, ¿no? Porque no te hice caso, me dijiste que si lloraba tenía que comprar chocolate y no lo he hecho.

-Es perfecto Liam, ¿dónde me lo voy a hacer?

-Aquí. -Me dijo señalando justo en mi pectoral izquierdo.-Estás cacha.-Terminó riéndose.

No pude reprimir una sonrisa y me quité la camiseta, listo para que Liam comenzase su trabajo.

Frankie, bienvenido a mi alma


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