39. La hora de la verdad I

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El resto de la semana la pasamos entrenando,
repasando el plan y viendo una película cada noche; así estábamos todos tranquilos.

Ya era por la tarde y las chicas ya se estaban preparando. Yo por mi parte, estaba duchado y con los pantalones del pijama puesto, terminando el
libro de intriga mientras la música preferida de los tres sonaba de fondo.

Andy apareció a mi lado y me quedé boquiabierto.

Cerré el libro y la miré más detenidamente; llevaba el pelo recogido en un moño bajo hecho con trenzas y poco maquillaje. El vestido era alucinante.
Vestía con uno rojo largo, mientras que la parte de
arriba estaba compuesta por un corpiño negro con bonitas y coloridas flores bordadas, un bolso de mano de brillantes y unos tacones no muy altos.

- ¿Y bien? -Preguntó.

-Que guapa. -Le dije. Me levanté e hice que diera una vuelta sobre sí misma -Estás preciosa quesito.

-Gracias, espera que salga Em, ella sí que va bien.

-Me voy a ir vistiendo yo también. -Le contesté para cambiar de tema.

Todavía tenía la camisa desabrochaba cuando Emma salió. No sé cómo la miré, pero ella sonrió y Andy se rio de mí.

Estaba preciosa. Llevaba el pelo en una larga y elegante coleta lisa, un poco de sombra de ojos clara y el vestido -joder el vestido-. Era negro, un corpiño con encaje de cuello alto y sin mangas, la
espalda al aire y con una pequeña raja en el lado
izquierdo y unos tacones altos dorados.

-No pareces que seas una guardaespaldas.

-Entonces hago bien mi trabajo. -Dijo abrochándome los botones de la camisa.

Un pensamiento un poco oscuro apareció en mi cabeza, pero intenté apartarlo lo más rápido posible para concentrarme en lo que íbamos a hacer.

Me puse la corbata, me peiné y me eché colonia.

Salí del cuarto de baño y las chicas me miraron.

- ¿Qué? Ya me habéis mirado vestido.

- ¡¿Te has peinado?! -Preguntó Andy.

-Si. -Respondí confuso.

-Arréglalo tú, yo voy a ir pidiendo nuestro coche.

Andy salió de la habitación y nos dejó a mí, confundido y a Em con una sonrisa reprimida en los labios.

-Siéntate anda.

Me senté en la cama y Emma se puso a despeinarme, básicamente. Cuando acabó, la rodeé con mis brazos su cintura y apoyé mi barbilla en su barriga.

- ¿Qué?

-Estás muy guapa.

-Ya me lo has dicho.

-Pero es que no puedo dejar de mirarte y luego tengo que hacer cómo si no os conociera y yo me muero por...

- ¿Por qué te mueres Tony?-Me preguntó cogiéndome de las mejillas para levantarme de la cama y acto seguido me rodeó los brazos por mi cuello. -Dime, Tony, ¿por qué te mueres?

-Si te lo digo, no voy a ser digno de mi apodo como
capullo.

-Siempre serás mi capullo favorito. ¿Qué quieres
hacer, qué te mueres de ganas?

-De besarte arbolito. -Y después de coger sus mejillas se lo repetí. -De besarte.

Y la besé. Sus labios cálidos rodearon los míos fríos y saborearon su sabor. Sabían a vainilla con una mezcla de los míos menta -por la pasta de dientes- y creaban juntos un sabor nuevo; uno que hizo que mi estómago tuviera hambre y quisiera más de ella, besarla hasta morirme, desprendía un calor sobre
mis labios que hacía que mi cuerpo frío se derritiera ante ella.

Nos separamos para coger aire con nuestras frentes
unidas y sonriendo.

- ¿Siempre estás helado?

-Me temo que sí arbolito, no soy de esos chicos que desprenden calor al abrazarte.

-Tú eres perfecto tal y cómo eres capullo.

- ¿Así que sigo con mi papel de capullo integral? -Pregunté mientras me ponía la chaqueta y avisaba a mi coche.

-Por supuesto. -Se paró delante de mí para abrir la
puerta. -Ten cuidado.

-Tú también. -Dije y deposité un beso corto en sus labios.

Salimos y vimos a una Andy que estaba desesperada porque llegaríamos tarde.

Que pesadita la niña.

Las chicas subieron a un ascensor diferente al mío y
mientras bajaba sólo pensaba en dos cosas.

Una, que todo iría bien y dos, que había encontrado el amor de mi vida.


¡Hola a tod@s!
Espero que os haya gustado el capítulo. Ya nos estamos acercando la recta final de este libro
No olvidéis votar y buen día ❤️

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