Capítulo 49: Celos en la Niebla

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La relación entre Lucía y Aida había recorrido un largo camino, lleno de desafíos y momentos emotivos. La amnesia de Aida había sido un obstáculo importante, pero a lo largo de los capítulos anteriores, habían logrado encontrar su camino de regreso al amor.

Un día después del entrenamiento en la cancha de tenis, Lucía llegó al hospital con el corazón lleno de esperanza y una bolsa de libros para Aida, con la intención de pasar tiempo juntas. La incertidumbre que rodeaba la memoria de Aida seguía siendo un misterio, pero Lucía estaba decidida a estar a su lado en cada paso del camino.

Sin embargo, cuando entró en la habitación, una sorpresa inesperada la esperaba. Aida no estaba sola; una amiga suya, María, estaba sentada junto a su cama, sosteniendo la mano de Aida y charlando animadamente con ella.

Lucía sintió un nudo en el estómago. Por primera vez desde que habían decidido darle una oportunidad a su relación, experimentó una punzada de celos. Observó cómo María sostenía la mano de Aida, una imagen que parecía íntima y llena de complicidad. Lucía se mordió el labio inferior, tratando de ocultar sus emociones, recordando que Aida no la recordaba y que su relación actual había quedado en el pasado. Pero no pudo evitar sentir una sensación incómoda.

Aida, al notar la tensión en Lucía, decidió romper el hielo y presentó a María, "Lucía, esta es mi amiga María, compañera de trabajo en el hospital. María, ella es Lucía."

Lucía asintió, tratando de parecer amigable, a pesar de la turbulencia emocional que la invadía. "Mucho gusto, María. Soy Lucía.

María sonrió, sin detectar la tormenta emocional que se estaba gestando en la habitación. "Encantada de conocerte, Lucía. Aida me ha hablado mucho de ti, aunque ahora no lo recuerde."

Las palabras de María cayeron como un puñal en el corazón de Lucía. Aida había hablado de ella a María, pero no recordaba su relación actual. Lucía se sintió atrapada en un dilema emocional, una mezcla de celos y desesperación

Mientras María y Aida continuaban hablando, Lucía se retiró discretamente de la habitación para darles privacidad. Se encontró en el pasillo del hospital, luchando contra sus emociones. Ahora era ella quien no podía reclamar nada, quien debía ocultar sus sentimientos. La amnesia de Aida los había separado de una manera que nunca hubiera imaginado, y la sombra de los celos se cernía sobre su amor.

Y, como si no fuera suficiente, Lucía notó un ramo de rosas en una mesa cercana, un regalo para Aida que aparentemente María había traído. Las rosas, con su belleza y fragancia, parecían simbolizar la relación entre Aida y María, desencadenando aún más la tormenta de celos en el corazón de Lucía.

La historia de Aida y Lucía estaba lejos de llegar a su fin. A pesar de los celos que comenzaron a aflorar, había un amor profundo entre ellas, y estaban decididas a enfrentar cualquier obstáculo. Lucía sabía que debía lidiar con sus propios sentimientos y entender que Aida tenía derecho a tener amigos y amigas en su vida. Mientras tanto, la sombra de los celos se cernía sobre su relación, y el futuro parecía más incierto que nunca.
    

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