Los miembros del Consejo de Ancianos estaban exultantes por su triunfo,
complacidos por haber conseguido que Nasuada hiciera lo que ellos querían.
-Insistimos -dijo Jörmundur- por tu propio bien y por el de los
vardenos.
Los demás miembros del Consejo reiteraron su aprobación, que Nasuada
acogió con tristes sonrisas. Sabrae lanzó una mirada iracunda a Eragon al ver
que éste no se sumaba.
Mientras duraba la conversación, Eragon miró a Arya en busca de alguna
reacción con respecto a las novedades o al anuncio del Consejo. Ninguna de
aquellas revelaciones provocó cambio alguno en su expresión inescrutable. Sin
embargo, Saphira le dijo:
Quiere hablar con nosotros luego.
Antes de que Eragon pudiera responder, Falberd se volvió hacia Arya:
-¿Los elfos lo encontrarán aceptable?
Ella se quedó mirando fijamente a Falberd hasta que éste cedió ante su
mirada desgarradora y enarcó una ceja:
-No puedo hablar en nombre de mi reina, pero no veo nada que objetar.
Nasuada cuenta con mi bendición.
«¿Cómo iba a ser de otra maneja, teniendo en cuenta lo que le hemos
contado? -pensó Eragon con amargura-. Estamos todos entre la espada y la
pared.»
Obviamente, el comentario de Arya gustó al Consejo. Nasuada le dio las
gracias y preguntó a Jörmundur:
-¿Hay algo más de lo que debamos hablar? Es que me siento débil.
Jörmundur negó con la cabeza.
-Nos encargaremos de los preparativos. Te prometo que no se te
molestará antes del funeral.
-Gracias de nuevo. ¿Podéis dejarme sola? Necesito tiempo para pensar
en la mejor manera de honrar a mi padre y servir a los vardenos. Me habéis
dado mucho que pensar.
Nasuada abrió sus delicados dedos encima del regazo, sobre la tela negra.
Umérth parecía a punto de protestar porque se despidiera de aquel modo
al Consejo, pero Falberd alzó una mano y lo hizo callar.
-Por supuesto, haremos lo que haga falta si eso te da la paz. Si necesitas
ayuda, estamos listos y dispuestos a servirte.
Indicó a los demás por gestos que lo siguieran y pasó junto a Arya en
dirección a la puerta.
-Eragon, ¿puedes quedarte, por favor?
Sorprendido, Eragon se dejó caer de nuevo en la silla e ignoró las miradas
atentas de los miembros del Consejo. Falberd se quedó junto a la puerta, reacio
de pronto a marcharse, y al fin salió despacio. Arya fue la última en salir. Antes