Esa misma tarde, cuando Eragon regresaba a su cuarto después de darse un
baño, le sorprendió encontrarse a una mujer alta que lo esperaba en el
vestíbulo. Tenía el cabello oscuro, unos asombrosos ojos azules y una expresión
irónica en la boca. En torno a la muñeca llevaba un brazalete de oro con forma
de serpiente sibilante. Eragon deseó que no hubiera acudido en busca de
consejo, como hacían tantos de los vardenos.
-Argetlam -lo saludó con elegancia.
Él devolvió el saludo inclinando la cabeza.
-¿Puedo ayudarte en algo?
-Espero que sí. Soy Trianna, la bruja de Du Vrangr Gata.
-¿De verdad? ¿Una bruja? -preguntó, intrigado.
-Y maga de la guerra y espía y cualquier otra cosa que los vardenos
consideren necesaria. Como no hay suficientes conocedores de la magia,
terminamos todos con media docena de tareas distintas. -Al sonreír, mostró
una dentadura blanca y recta-. Por eso he venido. Sería un honor que te
ocuparas de nuestro grupo. Eres el único que puede reemplazar a los gemelos.
Casi sin darse cuenta, Eragon le devolvió la sonrisa. Era tan amistosa y
encantadora, que le costaba decir que no.
-Me temo que no puedo. Saphira y yo nos iremos pronto de Tronjheim.
Además, en cualquier caso tendría que consultarlo antes con Nasuada.
«Y no quiero involucrarme en más cuestiones políticas... Y menos todavía
en el terreno que antes dominaban los gemelos.»
Trianna se mordió los labios.
-Lamento oír eso. -Se acercó un paso más-. Tal vez podamos pasar
juntos un rato antes de que te vayas. Podría enseñarte cómo invocar espíritus y
controlarlos. Sería un buen «aprendizaje» para los dos.
Eragon notó que un sofoco le calentaba la cara.
-Agradezco la propuesta, pero la verdad es que en estos momentos estoy
demasiado ocupado.
Una centella de rabia brilló en los ojos de Trianna y luego se desvaneció
tan rápido que Eragon se preguntó si había llegado a verla de verdad. Ella
suspiró con delicadeza:
-Lo entiendo.
Parecía tan decepcionada -y tenía un aspecto tan triste- que Eragon se
sintió culpable por haberla rechazado. «Tampoco va a pasar nada por hablar
con ella unos minutos», se dijo.
-Por curiosidad, ¿cómo aprendiste magia?
Trianna se animó.
-Mi madre era una sanadora de Surda. Tenía algo de poder y logró
instruirme en las costumbres antiguas. Por supuesto, no soy ni mucho menos
tan poderosa como un Jinete. Nadie de Du Vrangr Gata podría haber vencido a
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