Eragon y sus acompañantes siguieron el Az Ragni hasta que se unió al río
Edda, que a partir de ahí se deslizaba hacia el desconocido este. En la
confluencia de los dos ríos visitaron el puesto de avanzada de los enanos para el
comercio, Hedarth, y cambiaron sus balsas por asnos. Los enanos nunca usaban
caballos por su estatura.
Arya rechazó el mulo que le ofrecían:
-No regresaré a la tierra de mis ancestros montada en un burro.
Thorv frunció el ceño.
-¿Y cómo vas a seguir nuestro paso?
-Correré.
Y vaya si corría, tanto que adelantaba a Nieve de Fuego y a los burros y
luego tenía que sentarse a esperarlos en la siguiente colina, o en algún
bosquecillo. Pese a sus esfuerzos, no daba la menor muestra de cansancio
cuando se detenían a pasar la noche, ni parecía sentir mayor inclinación por
pronunciar más que unas pocas palabras entre el desayuno y la cena. A cada
paso parecía más tensa.
Desde Hedarth avanzaron hacia el norte y remontaron el Edda hacia su
nacimiento, en el lago Eldor.
Al cabo de tres días tuvieron la primera visión de Du Weldenvarden.
Primero apareció el bosque como si fuera una brumosa protuberancia en el
horizonte y luego se fue extendiendo hasta conformar un mar esmeralda de
viejos robles, hayas y arces. Desde el lomo de Saphira, Eragon vio que los
bosques se extendían sin parar hasta el horizonte, tanto al norte como al oeste, y
supo que llegaban hasta mucho más allá, que recorrían toda la extensión de
Alagaësia.
Las sombras que se formaban bajo las arqueadas ramas de los árboles le
parecían misteriosas y fascinantes, al tiempo que peligrosas, pues allí vivían los
elfos. Escondida en algún lugar del veteado corazón de Du Weldenvarden
estaba Ellesméra -donde iba a completar su formación- y también Osilon y
otras once ciudades élficas que pocos foráneos habían visitado desde la caída de
los Jinetes. El bosque era un lugar peligroso para los mortales, pensó Eragon,
sin duda habitado por una magia extraña y unas criaturas más extrañas
todavía.
Es como si fuera otro mundo -observó.
Un par de mariposas se alzaron del oscuro interior del bosque, trazando
espirales al perseguirse.
Espero -dijo Saphira- caber entre los árboles en el camino que usen los elfos.No puedo volar todo el rato.
Estoy seguro de que, en la época de los Jinetes, encontraron una manera de
