"A veces me pregunto cuando duermes: "¿alguna vez estarás soñando conmigo?" A veces cuando te miro a los ojos, pretendo que eres mío todo el maldito tiempo."
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La suave luz de la mañana se filtraba por las cortinas cuando Lia abrió lentamente los ojos. Al principio, todo estaba borroso, pero gradualmente, la habitación cobró forma.
Lia se removió un poco y luego su corazón se detuvo por un momento al sentir dos fuertes brazos rodearla. Cedric, aún profundamente dormido, la abrazaba con ternura. Un torbellino de emociones la envolvió mientras contemplaba el rostro sereno de Cedric, ajeno al mundo que lo rodeaba.
Por un momento, Lia se sintió como si estuviera atrapada en un sueño, en ese limbo entre la realidad y los susurros de la noche anterior. La calidez del abrazo de Cedric despertó un nudo de emociones confusas en su pecho. ¿Qué significaba ese gesto? ¿Era solo un abrazo de amigos o algo más?
Mientras Cedric seguía durmiendo, Lia luchaba con la mezcla de ansiedad y anhelo que bullía en su interior. La habitación, antes llena de risas, ahora estaba impregnada de una quietud que amplificaba el latido apresurado de su corazón. La decisión de despertar a Cedric o quedarse en ese momento suspendido se convirtió en un dilema silencioso en la mente de Lia.
La pelirroja veía detalladamente sus facciones completamente tranquilas y se preguntaba cómo era posible que un ser humano fuera tan perfecto como lo era Cedric. La chica deseaba con todo su corazón que llegara el día en el que él la pudiera ver con ojos diferentes y por fin pudieran estar juntos, tal y cual como ella soñaba.
Cedric yacía sereno, su rostro iluminado por la tenue luz matutina que se filtraba por las cortinas. La quietud de su sueño resaltaba la suavidad de sus rasgos, creando una imagen de calma que contrastaba con la agitación en el corazón de Lia.
Su cabello castaño caía de manera desordenada sobre su frente, y su respiración pausada confería una sensación de tranquilidad al ambiente. Las pestañas castañas reposaban delicadamente sobre sus mejillas, añadiendo una pizca de inocencia a su expresión dormida.
Cedric, ajeno al torbellino de emociones en la mente de Lia, proyectaba una vulnerabilidad que tocaba el corazón de la pelirroja. La delicadeza de su sueño invitaba a la contemplación, y Lia se quedó allí, absorbida por la visión de alguien que, incluso en el reposo, emanaba una calidez especial.
—Lia...— murmuró el castaño en sueños pronunciando su nombre con una suavidad que resonó en el tranquilo ambiente de la habitación. El corazón de Lia se detuvo por un segundo mientras lo veía con ojos bien abiertos.
La pelirroja se quedó inmóvil, absorbida por ese momento, ¿acaso él estaba soñando con ella?
—Cedric.— le llamó la pelirroja colocando una mano en su mejilla.
La palma de Lia reposaba cálidamente sobre la mejilla de Cedric, mientras este seguía murmurando su nombre en un sueño tranquilo.
