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Había pasado un poco más de una semana desde que todo en la vida de Lia se había vuelto más complicado, las clases la estaban volviendo loca, sus sentimientos la traían cada vez más confundida por el hecho de que había comenzado a pasar mas tiempo...

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Había pasado un poco más de una semana desde que todo en la vida de Lia se había vuelto más complicado, las clases la estaban volviendo loca, sus sentimientos la traían cada vez más confundida por el hecho de que había comenzado a pasar mas tiempo con Theodore y sentía que le comenzaba a gustar, pero cuando Cedric tenía el más mínimo afecto con ella, entonces volvía a él.

Ese era otro caso aparte, Cedric. Su amistad con Cedric había cambiado radicalmente desde que ella había comenzado a salir con Theodore, ya no pasaban veintitrés de las veinticuatro horas del día juntos, no hacían trabajos en parejas juntos y apenas hablaban cuando todo el grupo se reunía, incluso habían pasado hasta dos días sin hablar y todos esos sucesos lastimaban cada vez más a Lía, solo en parte porque a ella también le había dejado de importar, sin embargo, no del todo, pues al fin y al cabo él seguía siendo Cedric.

El cambio en la dinámica con Cedric pesaba en el ánimo de Lia. Los días pasaban entre la vorágine de las clases y la creciente confusión emocional. Mientras Theodore ganaba terreno en su corazón, los momentos con Cedric se volvían escasos y distantes.

Había una dualidad en el sentir de Lia: por un lado, disfrutaba de la atención y el cariño que Theodore le brindaba; por otro, la ausencia de Cedric le generaba una extraña melancolía. Las risas compartidas y los gestos cómplices entre ella y Cedric parecían desvanecerse, dejando un vacío que Lia no sabía cómo llenar.

Cada día se convertía en un equilibrio inestable de emociones, como caminar por un sendero incierto. La proximidad de Theodore la envolvía con una calidez reconfortante, pero cada vez que pensaba en Cedric, se preguntaba si estaba tomando las decisiones correctas.

Por otro lado, ese chico Anthony la había acosado toda la maldita semana, la tenía harta, él era tan intenso y ella era tan amable que no sabía cómo decirle que no tenía ningún tipo de interés en él, las cosas para Lia se volvían cada vez más complicadas en todos los sentidos.

Bueno, por lo menos no iba reprobando nada.

—¿Por qué simplemente no se lo dices?

—No es tan fácil cómo crees Anya.— dijo ella rodando los ojos.

—¿Quieres que lo haga por ti?

—No no, ya veré yo como le hago para despegarme de él.

—¿Y a dónde vas ahorita?— preguntó Anya.

—Voy a ver si hay un libro en la biblioteca que me interese.

El ruido sutil de los pasos de Lia resonaba en los pasillos mientras se dirigía a la biblioteca, buscando un refugio momentáneo de las complejidades emocionales que la acosaban. Cada estante parecía ser un escape potencial, ofreciendo historias que, por un momento, podrían alejarla de su propia narrativa enredada.

Delicate (Cedric Diggory)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora