022.

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"Ningún bobo le mete, muñequita de todos, pero de nadie juguete."

°°°

Septiembre, 2022.
Milán, Italia.

—Y salí a distraerte, boluda. —La voz de Julián me hizo suspirar, dándome ideas que no necesitaba.

—¿Qué voy a salir? Las bolas. —Bufé, saliendo del baño de mi habitación de hotel.

—Dale, ¿Te vas a quedar encerrada? Estás en Milán, conchuda. —Rió a través de la línea. Me senté en la cama. —Ya estuviera en una joda yo.

—No tengo ganas, Juli, aparte, ¿A dónde voy a ir? No conozco nada. —Coloqué el altavoz, comenzando a deshacerme de mi vestido. Por fin un respiro.

—Ya mismo te averiguo. —Cortó la llamada, dejándome perpleja ante su prisa.

Fruncí el ceño y agarré mi celular, mirando la hora para darme cuenta de que aún no era nada tarde.

Estaba en Italia por la Milan Fashion Week, llegando de mi último desfile de la semana y realmente no la estaba pasando bien. No conocía a ninguna de las modelos con las que había viajado y todas parecían no querer conocerme. Nada nuevo para la industria cuando hay envidia de por medio. Por eso había decidido no asistir al after party y volver a mi hotel lo antes posible, prefería quedarme en mi cama que en una fiesta que no era para nada mi ambiente.

Decidí llamarlo a Julián una vez pisé el hotel, era de los pocos amigos que había mantenido con el paso de los años después de mi situación con Enzo y llevábamos días sin hablar, por lo que al ponerlo al día de mi vida, comenzó a insistirme que debía aprovechar lo que quedaba de mi estadía en Italia. Y dentro de todo, tenía razón.

Juli

📍Ubicación
la mejor fiesta q vas a ir
ya vas a ver
Visto, 21:45pm.

Quizá ni sonaba tan mal.

Juli

y por quién pregunto?

Leandro Paredes
Visto, 21:47pm.

°°°

Mi mirada recorrió de un lugar a otro, completamente insegura de que la dirección en la que me encontraba era la correcta. Era una calle muy transitada, habían restaurantes y bares llenos de gente, lo poco que había logrado conocer de Italia me había encantado y aún más el hecho de que era muy similar a Argentina. Casi que me hacía sentir en casa. Por eso no creía que la dirección fuera correcta, me encontraba frente a una puerta negra, delgada, entre restaurantes, y por la que podías escuchar la música solo si te acercabas lo suficiente. Lo poco que Julián me había comentado acerca de todo esto era que el organizador era un compañero de selección suyo, que se estaba quedando por el fin de semana y que quería hacer una fiesta antes de volver a Roma.

Si soy sincera, no entendí nada.

Finalmente, me decidí. Toqué aquella puerta con fuerza, acomodando mi vestido suavemente en lo que esperaba que alguien abriera la puerta, lo cual no tardó en suceder segundos después.

—¿En nombre de quién? —Preguntó en inglés aquel hombre, tras mirarme de pies a cabeza, apenas asomodo por aquella puerta. Me removí con incomodidad.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora