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"Cuando ella te habla, tú imaginas mi voz."

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Septiembre, 2018.

NARRADOR OMNISCIENTE.

Para Enzo no existía chica más linda que Agostina. Y quizá por eso le gustaba tanto.

Su manera tan educada de hablar, lo fina que se veía al caminar o la forma en que su risa sonaba perfecta a sus oídos; podía admirarla todo el día de lejos e iba a ser lo más interesante del mundo para él. Pero había algo en ella que lo atrapaba, no sabía si eran sus hipnotizantes ojos que tanta inocencia y amor le brindaban o tal vez era su manera de ver la vida y querer pasarla con él por el resto de su vida.

Por eso le dolía tanto verla mal. Agostina había tenido una dura vida desde chica, sin papá presente, con una mamá que trabajaba todo el día para llevar el pan a la mesa y la gran responsabilidad de cuidar a su pequeño hermano como si era su hijo desde temprana edad, haciéndola más sensible de lo que eran las chicas de su edad y hasta más madura que la mayoría. Su situación económica no era la mejor tampoco, a su mamá apenas le alcanzaba para comprarles lo básico y no podía darse los lujos que los chicos de su edad se daban; no podía irse de vacaciones a la costa en verano, no podía pagarse su viaje de fin de año con sus compañeros, no podía salir a comer un día con sus amigos o siquiera comprarse comida a diario para comer algo en el colegio. Pero también sabía que le daba vergüenza hablar de su situación y la entendía más que nadie.

Por esa razón intentaba invitarla a salir cada vez que sus papás le daban mesada mensual y podía comprarle un pancho en el kiosco a la vuelta de su casa como cena, la misma razón por la que prefería quedarse con ella y hacer noche de películas cuando su grupo de amigas salían al cine y no la invitaban, y la principal razón por la que le rogó a sus papás el regalarle la campera de egresados para que no sintiera ese rechazo que había sentido desde siempre. Aún recordaba a la perfección las horas que pasó agradeciéndole en llanto a él y a sus papás y la manera en la que aún cuidaba su uniforme de fin de año valorando cada esfuerzo que habían hecho para obsequiarselo.

Pero también era una de las razones por las que hubiera amado regalarle el viaje a Bariloche. Enzo se había prometido volver a devolverle esa sonrisa gigante que había visto en su cara el momento en que le había entregado la campera y no había mejor manera que dándole la noticia de que irían juntos a conocer la nieve. Pero no sucedió.

Sus padres por más que intentaran no podían pagar doble viaje, era demasiado dinero para ese año y por más que la amaran a Agostina como una hija, no podían hacer más ese esfuerzo. Pero Enzo no quería rendirse y por ver a su novia feliz haría lo que fuera, así eso significara hablar con Valentina. Para nadie era sorpresa que Valentina tenía mucha plata, su familia era dueña de posadas en la costa y el hecho de que su casa fuera la más grande del barrio ya decía mucho.

Enzo la odiaba. Quizás por la cantidad de veces que vió a su novia mal por su culpa o quizás porque consideraba a Valentina la mina más insoportable que se pudo haber cruzado. Detestaba la manera en que intentaba imitar cada característica de Agostina y le salía para el orto, la manera en que se hacía la humilde y era la chica más milipili que había pisado San Martín o en especial la manera en que la envidia se le notaba a kilómetros cuando de Agostina se trataba. Pero se ganó aún más su odio cuando le propuso pagarle el viaje de egresados a su mejor amiga y no lo quiso hacer.

A Enzo no le interesaba tener que vender rifas hasta después de egresarse con tal de pagarle el viaje a su novia, no le importaba desvelarse con tal de tener un trabajo con el cual ayudarla económicamente; pero él solo no iba a poder y lo sabía. Valentina sí podía. Enzo le propuso pagar mitad y mitad el viaje y una vez tuvo una respuesta negativa de su parte sintió todas sus esperanzas caer, junto a el poco aprecio que podía llegar a tener por la chica Cervantes, que si no fuera porque era la mejor amiga del amor de su vida, ya la hubiera mandado a la mierda.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora