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"No me hagas daño, que yo quiero salir con vida porque tener que extrañarte sería un acto suicida, y mi boca no lo haría"

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17 de Enero, 2019.
Buenos Aires, Argentina.

Era el cumpleaños de Enzo y yo no podía estar más contenta. Había recibido una llamada al mediodía de mi agencia de modelaje y existía una gran posibilidad de que tuviera que viajar a Estados Unidos a una propuesta gigante de trabajo, pero por más emocionada que estuviera no pensaba hablarlo con él hoy. Si existía una posibilidad de llegar a tener que irme sé que lo bajonearía demasiado como para pasar un buen día en su cumpleaños, así que decidí guardarmelo y finalmente contárselo después.

—Ah no. —Escuché la voz de Enzo a mis espaldas, haciéndome girar sonriente. —Al primero que te mire le saco los ojos, así nomás te digo. —Se acercó a mí, pasando sus manos por mi cintura descubierta para unir sus labios con los míos. —Estás preciosa, amor.

Desde que había vuelto de la vacaciones de Diciembre estaba mucho más cariñoso, le había pedido a sus papás volver para su cumpleaños y poder pasarlo conmigo y afortunadamente habían accedido, por lo que asociaba su inusual comportamiento con que me había extrañado tanto como yo a él. Invitó a varias personas a su casa y pasaríamos la tarde en la pileta, con sus amigos y mis amigas, porque sí, desde que se vieron en la costa se habían llevado bien y ahora la convivencia era mucho más cómoda para mí, y lo agradecía muchísimo.

—¿Ya llegó alguien? —Pregunté, separándome para tomar mi toallón y el protector solar.

—Llegaron Valentina y Martina, se quedaron hablando con Julián. —Carraspeó, girándose a agarrar él también sus cosas. —¿Venís conmigo?

—Sí, sí, vamos. —Tomé su mano y finalmente salimos de su habitación, dirigiéndonos al patio con todas nuestras cosas. —Buenas. —Saludé, alargando la última letra y soltando la mano de mi novio para saludar a los presentes.

—Hola, reina. —Me sonrió Valentina, besando mi mejilla como saludo. —¿Cómo andás?

—Todo bien, después te tengo que contar algo. —Me dedicó una mirada dudosa más no preguntó de más, dejándome seguir saludando a los presentes.

El resto de la tarde se pasó volando, entre jugadas de truco, carcajadas entre escabio, anécdotas sobre sus vacaciones pasadas o charlas sobre las que venían. Toda mi tarde se resumía a este momento y decidí aprovecharlo en el segundo en que todos decidieron meterse en la pileta y Valentina se quedó a mi lado para tomar sol.

—¿Me vas a contar qué pasa? —Se giró la morocha a mirarme, viendo como me sacaba la remera de Enzo que cubría mi cuerpo y comenzaba a ponerme el protector solar. —¿Qué me querías decir?

Suspiré y me senté en la reposera, tomando mi vaso de vino con pomelo mientras pensaba en como decírselo. —Quizás me vaya a Estados Unidos por el modelaje.

—¿Cómo? —Soltó risueña, como si lo que le decía fuera joda. —¿Es enserio?

—Sí, Valu. —Suspiré aún con preocupación, tomando de mi vaso antes de dejarlo nuevamente a un lado. —No sé como decirle a Enzo.

—¿No le dijiste todavía? —Frunció el ceño, aún sin asimilar lo que acababa de escuchar de mi parte. —Es una gran oportunidad, Agos.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora