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"Si ahora que está cerca la echo de menos cuando estemos lejos me va a doler más."

°°°

5 de Mayo, 2023.
Londres, Inglaterra.

João no paraba de explicarle a la morocha la importancia de esa cena. La estaba intentando convencer desde que
entró por la puerta de su casa vestido formalmente solo para encontrarse con la modelo en su corto pijama.

—Es solo una cena, Joa, no van a decidir que hacer mientras comen fideos y toman vino. —Suspiró, buscando algún vestido entre sus prendas.

—Sí, amor, uno de ellos es el representante del Barcelona. —Comentó con emoión, ayudándola a elegir. —Este me gusta. —Sacó un vestido plateado, haciéndola reír de tan solo ver lo corto que era y el escote que tenía.

—Igual ni terminó la temporada. —Tomó el vestido en sus manos, saliendo del vestidor con unos tacos también. —Y no creo que el Atlético te suelte.

Lo escuchó suspirar, sabiendo que tenía toda la razón. —De todas maneras, me sirve para tener buena relación con ellos. —Agostina se deshizo de su pijama, quedando en solo su tanga para comenzar a vestir aquella prenda elegida, ignorando por completo la manera en que los ojos de João se desviaban por su cuerpo. —Igual...

—Ya me hiciste levantarme, no nos vamos a quedar. —Le dedicó una mala mirada mientras pasaba por su costado en busca de seguir arreglandose, haciéndolo reír.

—¡Te amo! —Exclamó, acostándose en su cama para esperarla.

—¡Yo también!

°°°

Habían llegado a la conclusión de que sí, la cena era importante.

El préstamo de João en el Chelsea no se iba a renovar en lo absoluto, el Atlético de Madrid no lo soltaría porque sí y el Barcelona podría hacer una buena oferta por él en un futuro una vez terminara la temporada. Realmente era importante que él tuviera buena relación con los representantes. Además de toda la admiración que el portugués tenía por el club español y las ganas de finalmente dejar el Atlético de una vez por todas.

Agostina debía acompañarlo quisiera o no. Y por eso le molestaba tanto el ambiente machista del fútbol; la hacía sentir como una muñeca solo para mostrar.

—Quita esa cara, amor. —João le dedicó su mirada, aún en la recepción del carísimo restaurante que había reservado.

La morocha suspiró, acercándose para pasar sus manos por su cuello. —Me vas a deber unas cuantas vos. —Besó sus labios brevemente, haciéndolo sonreír victorioso.

Vou devolver todos para você na viagem, meu amor. —Susurró acercándose a su oído, haciéndola reír bajo ante su picardía. —Ven, te saco fotos. —Jaló de su mano, sacando su propio celular.

João sabía como ponerla de buen humor, hacía pequeños chistes mientras capturaba a su novia a través de su cámara, la grababa bailando a la música de fondo incluso si no se percataba de estar siendo grabada y no detenía ningún cumplido que pasaba por su cabeza de ser dicho por su boca. Y Agostina amaba eso, amaba la atención que él sabía darle y la manera tan demostrativa que tenía de hacerle saber que la quería. Y ella también lo hacía, por más de que no le gustara admitirlo.

Pero no como le gustaría quererlo, lamentablemente.

—Bueno, basta. —Rió la morocha al escuchar por séptima vez lo linda que se veía. —¿A qué hora llegan? —Preguntó, acercándose a él.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora