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"Aunque en mi vida no seas la primera, siempre haces algo para ganar delantera."

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20 de Marzo, 2023.
Buenos Aires, Argentina.

—Pero grabá bien. —Agos suspiró por última vez, devolviendome su celular tras ver mis intentos fallidos de cámarografo.

—Dejá grabo como yo quiero, si te gusta bien y si no también. —Bufé frustrado, viendo nuevamente el video que había filmado anteriormente. —¡Pero si quedó re bien! Salis hermosa, Agos. —Puchereé, abriendo la cámara.

La vi reír, acomodando su flequillo. —Dale, hacé como vos quieras, Enzo. —Negó, acercándose a besar mi mejilla.

—Acomódate, dale. —Me separé, apretando el botón de grabar una vez más, terminando el video cuando me lo había pedido. —Ya quisiera estar grabando otra cosa yo...

—¡Enzo! —Exclamó en un susurro, desviando su mirada al chófer, quien parecía no prestarnos atención. —Ves que sos un desubicado. —Negó, acercándose a mi y tomando su celular de mis manos.

—Vos pensaste otra cosa. —Reí, sabiendo que había pensado exactamente lo mismo que yo. —Estás preciosa. —Murmuré, con mi mirada fija en ella. Era imposible mirar a otro lado.

—Cortala, ya es la décima vez que decís lo mismo. —La vi sonreír levemente antes de desviar su mirada.

—Lo mismo no, te dije linda, hermosa, divina... —Sonreí ladinamente, acercándola a mi y obligándola a mirarme.

—Dios, callate un poco. —Rió sobre mis labios, uniendolos con los suyos.

Pude preocuparme por los rastros de labial rojo que querían sobre mis labios, más en el instante en que su boca atrapó la mía todo pareció desaparecer.

Estábamos de camino a la fiesta que Rodrigo y Paulo se habían encargado de averiguar, aparentemente era en un boliche cerca de Ezeiza y nos habían conseguido las entradas VIP para estar tranquilos y sin molestias. Sin cámaras y con la seguridad de estar con Agostina como quería.

—Es acá. —El carraspeo del chófer nos interrumpió, haciéndonos separar al instante.

—Gracias, acá está. —Le tendí el efectivo, intentando no reír al escucharla a Agostina hacerlo.

—Pará. —Me detuvo la morocha agarrando mi brazo. Tomó mi rostro y con su pulgar pareció limpiar los rastros de labial, distrayendome con lo concentrada que se veía con su mirada fija en mis labios. —Listo. —Sonrió, sacándome de mi trance.

Tomé su mano y tras salir, nos dirigimos a la entrada, pasando tras la confirmación de la seguridad con la intención de encontrar a los chicos. La notaba algo inquieta, y por más de que no quería pensar que era por Leandro, si que lo pensaba. Apenas su vista se clavó en la barra, me dirigió hasta ella, pidiendo un par de tragos para ambos.

—¿Me sacas fotos? —Sonrió inocentemente hacía mi, haciéndome rodar los ojos. —Dale, y no te jodo más. —Puchereó, pasando sus manos por mi cuello.

—Que pesada que sos, wachina. —Negué, agarrando su celular. —Mal ahí que me re gustás. —Mordí mi labio inferior, acercándome a besar sus labios brevemente antes de ser separado por un empujón juguetón de su parte.

—Pesado sos vos.

°°°

NARRADOR OMNISCIENTE.

—Ya vengo. —Enzo anticipó hacia la morocha, quien asintió despreocupada mientras se terminaba su trago.

Habían pasado casi toda la noche juntos, se habían encontrado con quienes parecían amigas de Agostina y no pudieron acercarse a los chicos en toda la noche. Y como si fuera importante, después de todo cada uno estaba en la suya. Enzo también prefería que así fuera, después de todo no quería encontrarse con Leandro; no sabía de lo que sería capaz.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora