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"Estás haciendo hermoso este desastre, envidio al espejo por mirarte, quiero aprenderme tu cuerpo hasta el amanecer."

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30 de Mayo, 2023.
Mallorca, España.

Tomó un largo sorbo de su gaseosa mientras veía su celular, haciendo oídos sordos a la conversación de los hombres frente a ella y pensando en lo que próximamente haría. Valentina había dejado de comer para ir a acostar a Olivia quien le daba pelea para dormir y aunque ya había pasado más de una hora, podía volver en cualquier momento y cagarle su momento de paz absoluta.

Tan solo tenían dos días con ellos y ya la estaba pasando mal. Valentina no hacía más que tirar comentarios de mierda cada dos minutos hacía ella o cualquier cosa que hiciera, la presencia de Enzo y la manera en que la miraba en todo momento solo la lograban poner nerviosa y hasta incómoda y las sospechas de João con que algo pasaba solo empeoraban las cosas. Ya quería que todo pasara rápido y pudiera quedarse a solas con su novio el resto de sus vacaciones.

Para Enzo no era muy distinto tampoco, lo estaba matando el hecho de no poder hacer nada y tenerla enfrente suyo con tan solo una bikini que cubriera su cuerpo. Se moría por ser el que la besara cuando quería, deseaba ser el que le sacara fotos y le dijera trescientas veces lo linda que estaba, anhelaba ser quien despertaba con ella y la podía besar antes de dormir. Había pensado todas las vacaciones con la intención de hacerla sufrir y el que terminó sintiéndolo como una tortura había sido él; Agostina seguía enojada y no podía ni acercarse sin sentir la mirada de Valentina en su nuca.

Enzo adoraba la manera en que Agostina lo ignoraba, después de todo era su pequeño juego. Sabía que disfrutaba de verlo así, desesperado por su atención y su toque, del que era privado hace casi un mes podía estar seguro de que no aguantaría mucho más.

Tras cruzar un par de palabras más, João levantó los platos plásticos en los que habían comido para después tirarlos en el tacho, para volver a la pequeña mesa del yate al que habían subido hace un par de horas, acercándose a su novia bajo la atenta y por más que no quisiera, curiosa mirada de su amigo.

–Voy a nadar un ratito adelante, ¿vienes? —Besó su hombro, haciéndola desviar su atención de su celular.

—No, amor, andá vos. —Besó la comisura de sus labios, antes de volver a mirar su dispositivo.

—Bueno. —Besó su cabeza por última vez y se levantó, girando a mirar a Enzo, quien se hizo el desentendido mirando a otro lado. —¿Tú vienes?

—No, amigo, en un rato voy a ver que onda Valen y la nena. —Tomó de su cerveza, viendo al portugués asentir y tomar su toallón.

Una vez João dejó la parte trasera donde se encontraban, ambos argentinos conectaron miradas. Debía ser una de las primeras veces que estaban completamente solos en todo el viaje y nisiquiera sabían si sería la última.

ENZO.

Mi mirada se conectó con la de Agostina y no pude evitar sonreír ladinamente al encontrarme con sus ojos, tan solo par verla rodarlos y levantarse de allí con la intención de entrar a la parte baja. Mis ojos se desviaron totalmente por su cuerpo, desde lo bien que le quedaba la de arriba de su bikini color mostaza hasta la prueba de lo bien que se veía su culo bajo el short que afortunadamente se le había entangado estando sentada. Las cosas que le haría.

Se giró una vez bajó las escaleras, solo para mirarme con una ceja alzada. —¿Venís o no?

Ah, pero corriendo.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora