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"Decidiste eligir un clavel, un hombre que supiera ser fiel, porque evidentemente soy espina y aunque te amo tanto causo heridas."

°°°

1 de Mayo, 2023.
Londres, Inglaterra.

ENZO.

—¿Estás? —El portugués se acercó, señalando la pelota que tenía en mis manos durante el tiempo que recuperaba el aliento. Asentí. —¿Haces algo hoy? —Preguntó nuevamente en lo que la agarraba, buscando sacar algo de conversación.

Me encogí de hombros, tomando la botella de agua a un costado de la maquina del gimnasio para buscar recuperarme.

—Concentrar para mañana. —Suspiré, dejándome caer contra la pared más cercana.

—Dale, ven a casa hoy. —Su acento español volvió a escaparse, haciéndome esbozar una mueca. —Vienen los chicos también.

—No sé, pa. —Chasqueé mi lengua.

Mentía si decía que no podía, realmente no quería.

—Vamos a hacer una fiesta en la terraza. —Intentó convencerme, comenzando a realizar los ejercicios que anteriormente yo había dejado de hacer. —Agos llega hoy y quería recibirla entre amigos.

Y también mentía si decía que no había llamado mi atención con tan solo nombrarla.

Agostina había viajado por todo un mes a Miami por trabajo, no hablaba con ella desde nuestra última llamada y no porque no quisiera, sino porque ella no quería. La había intentado contactar de todas las maneras posibles, más solo gané que me bloqueara por todos lados durante unos días, hasta que me llegó un mensaje de su parte pidiéndome que no la buscara más.

Y venía torturándome con eso todo el mes, hasta hoy.

—Ayúdame con eso, Enzo. —Pidió, dejando la pelota a un costado.

—Está bien. —Asentí, dejando salir una pequeña risa. —Se te acabaron los días de joda por lo que veo.

Ahora fue su turno de reír. —Recién empiezan, amigo. —Burló, haciéndome sonreír de igual forma.

—¿Cuando llega? —Comencé a estirar, haciéndome el desinteresado y sabiendo perfectamente que en el fondo no lo estaba.

La extrañaba.

—A eso de las cuatro quiero creer. —Miró la hora, haciéndome hacer lo mismo. Recién eran las doce. —Igual si quieres vamos ahora a comer.

—Sí, sí, dale.

°°°

El ruido de fondo me hacía tener que alejarme de todo, con la necesidad de poder escuchar mejor la voz de Valentina del otro lado de la llamada, intentando explicarme algo acerca de Olivia.

—¿Podés pasar vos entonces? —Preguntó, haciéndome suspirar. —Dale, amor, lo necesita para mañana.

—Veo, no sé si...

—¡Pa! —Un grito feliz de Olivia me hizo sonreír en grande. —Holaa.

—Hola, mi amor. —Reí, escuchando como Valentina parecía retarla.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora