013.

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"No hagas que vaya a buscarte y te diga todo lo que siento."

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15 de Febrero, 2023.
Londres, Inglaterra.

—Sí, ma, no sé. —Suspiré, deteniéndome antes de salir de la agencia, queriendo terminar la llamada antes de salir a la calle. —No lo quiero ver más, me cansó.

Te conozco y sé que lo decís en serio, pero, ¿por qué no escuchás su lado? —Preguntó, haciéndome rodar los ojos ante lo loco que sonaba escuchar al pibe que tanto daño me había hecho. —Eran unos nenes, Agos, fueron la primera relación del otro y era de esperarse que alguno se mandara alguna cagada.

—¡Pero ya tiene una familia con ella! —Dejé salir frustrada. —Una cosa es mandarse una cagada y otra muy distinta querer verme la cara de boluda a esta altura. —Suspiré profundamente, queriendo calmarme un poco en lo que veía a través de los ventanales. No puede ser. —Te llamo cuando esté libre, ma, te amo. —Me despedí con rapidez, tomando mi cartera.

Dale, amor, cuidate, te amo. —Se despidió y no perdí tiempo en cortar la llamada y salir de la empresa con prisa.

La imágen de Enzo frente a mí, dentro de su auto y con la mirada fija en su celular solo lograba hacerme hervir la sangre.

—¿Se puede saber que hacés acá vos? —Me asomé por la ventana de copiloto que ya se encontraba abierta, ganándome su atención ante mi pregunta con mal tono.

Su sonrisa apareció en su rostro y pude sentir la sensación de sequía aparecer en mi garganta de las ganas de borrarsela que tenía. Su mirada pareció leer mis facciones con rapidez y supe que pudo distinguir la aún molestia reflejada en mi rostro.

—Te vine a buscar, subí. —Pidió paciente, desbloqueando las puertas.

—No pienso irme con vos, Enzo. —Fruncí el ceño, completamente desentendida. —Así como viniste te podés ir, no sé si no te quedó claro que no te quiero ver.

Me alejé del auto y comencé a caminar con dirección a la cafetería más cercana. Sí, seguía enojada. No había parte de mí que estaría mejor desde la pelea que habíamos tenido la madrugada anterior, estaba incluso más enojada que triste tras analizar todo con cabeza fría y había llegado a la conclusión de que Enzo solo quería esa atención que yo solía brindarle. Y no pensaba darsela tampoco. Me había lastimado lo suficiente como para hacerme entender que merecía más que ese daño que me había brindado en su momento, y me había hecho ser consciente de que había cosas que él no merecía y yo hasta ahora le seguía ofreciendo. Pero ya no más. Me negaba a escuchar su lado de la historia, me negaba a darle lo que tanto quería, me negaba completamente a darle nuevamente esa parte de mí. Me negaba.

—Dale, Agos, subí. —Escuché al morocho pedir una vez más, conduciendo su auto a mi paso.

—Te dije que no, andate. —Negué una vez más, sin girarme siquiera a mirarlo mientras seguía mi camino.

—Parezco un pelotudo encima. —Bufó, antes de frenar de inmediato. —O subís o te juro que soy capaz de bajar y hacerte una escenita acá. —Amenazó, haciéndome detenerme a mi paso. No me convenía para nada que me vieran con él y lo sabía el muy hijo de puta. —Y sabés que hablo en serio.

Mi cabeza pareció debatir en cuestión de segundos los pros y los contras de hacerle caso a Enzo, pero lo conocía lo suficiente como para saber a la perfección de lo que era capaz con solo realizar esa acción.

—No te das una idea de lo que te odio. —Fue mi momento de quejarme, mientras subía a su auto y subía inmediatamente la ventana de copiloto.

—No te mientas, amor. —Rió Enzo completamente victorioso y sin ocultar una pizca de su entusiasmo por hacerme seguirlo.

DIABLA. | ENZO FERNÁNDEZ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora