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Incluso una decisión correcta es incorrecta cuando se toma demasiado tarde.


La suerte estaba echada. Ya no había nada que pudiera hacer. Iba a enterarse y no estaba dispuesta a mentirle. Debería haber sido más fuerte, debería haberse resistido la primera vez. ¿Cómo lo había dejado llegar tan lejos? Ahora sólo quedaba enfrentar su destino, si iba a dejarla, tenía toda la razón. No había hablado cuando debería haber gritado y ahora pagaba las consecuencias.

Volvió a secar sus lágrimas con el dorso tembloroso de sus manos sudorosas y su nariz sonó intrépida intentando contener el llanto. Había visto las luces de su auto a lo lejos y sabía que pronto cruzaría la puerta. Ya no quería seguir esperando, sus sospechas estaban confirmadas. Era momento de contarle la verdad, aunque eso significara perder a la única persona que había amado en su corta vida.

Oyó la puerta abrirse y su corazón pareció latir con más fuerza. Llevaba los labios apretados y sus brazos sobre el vientre.

Estaba dispuesta a confesarlo todo, pero... no a él.

Buenos Aires 2023

Aquel maquillaje exagerado comenzaba a sentirse demasiado pegajoso. El calor de las luces, al que se suponía ya debería estar acostumbrada, continuaba sintiéndose demasiado incómodo. María Eugenia llevaba un par de meses al frente del noticiero de la tarde de los días sábados, uno que poca gente miraba, pero que a ella le había costado mucho alcanzar. Debía mostrarse segura y suelta, debía mantener la calma y disimular que aquel maquillaje comenzaba a darle comezón. Se habían ganado su lugar. Había hecho todo lo que le habían pedido, había dedicado horas extras y feriados. Había sido notera en los lugares más inhóspitos y por fin podía quedarse en un estudio. Aunque fuera un noticiero de bajo presupuesto, con audiencia baja, sabía que estaba en el camino correcto que la llevaría hacia dónde en verdad deseaba llegar.

-Eugenia, salimos en 3, 2, 1.- anunció su productor en su oído y ella instantáneamente esbozó esa sonrisa ensayada en la que sus pómulos parecían firmes y sus dientes blancos brillaban.

-Bienvenidos a un nuevo programa de este noticiero que está hecho especialmente para vos.- dijo con esa dicción que había aprendido en el curso de locución años atrás y en seguida comenzó a narrar las noticias de la semana, que si bien parecían haber quedado algo viejas, eran las que su productor insistía en abordar. Ella obedecía. Al menos eso era lo que la había llevado hasta allí, escuchar a sus productores, respetar a sus editores y cumplir con los pedidos de los asesores de imagen, que prácticamente lo habían cambiado todo.

No había sido siempre así. Recordaba un tiempo en el que su profesión la hacía vibrar, en el que no daba nada por sentado, en el que perseguía las noticias hasta las últimas consecuencias. Un tiempo en el que la pasión por alcanzarlo todo la movilizaba tanto, que se olvidaba hasta de comer, su cuerpo delgado daba fe de ello. Siempre había deseado tener alguna curva, al menos un escote que enseñar, aunque prefería no pensar demasiado en ello, se suponía que hacerlo la convertía en alguien frívolo y eso era lo último que quería.

Su transformación había sido paulatina, primero la ropa, de cortas faldas de jean desflecado a pantalones rectos y aburridos, luego su cabello, de ese castaño natural a un rubio algo llamativo que no terminaba de gustarle del todo y para finalizar su maquillaje, ese que nunca antes había usado se había convertido en protagonista de sus rostro, ocultando tanto sus ínfimas pecas amarronadas debajo de los ojos hasta su frescura auténtica marcando sus rasgos para darle algo más de edad. Al parecer para estar al frente de un noticiero se debía ser mayor, se convencía con algo de fastidio.

Sin embargo, sabía muy bien que todo aquel cambio, no se debía solamente a su afán de convertirse en presentadora. Recordaba el momento exacto en el que su vida había tomado aquel rumbo y como lo recordaba tan bien, se esmeraba día a día en sepultarlo un poco más.

-Noticia de último momento.- dijo su productor antes de que regresaran del corte comercial.

-¿Qué pasó?- preguntó Eugenia con atención para ordenar sus pensamientos.

-Cambiaron la fecha del juicio del caso Lavalle.- le anunció con esa voz estresada y ese tono de alarma al que Eugenia se había sobreadaptado.

-¿Cuándo? ¿Por qué?- preguntó mientras tomaba nota en los papeles que tenía sobre su escritorio.

-Al parecer lograron cambiar la carátula, van a condenar al capataz y el hijo va como testigo.- le explicó justo cuando volvían al aire.

Eugenia se quedó unos segundo pensando y luego comenzó a leer lo que su productor escribía en el teleprònter. Sin embargo, una duda comenzaba a crecer en su mente y como si no fuera capaz de silenciarla, se dejó llevar.

-¡Esto no puede ser!- dijo a cámara, frente a la mirada atónita de los allí presentes.

-Este es tu noticiero y mereces que te contemos la verdad. La Familia Lavalle puede tener mucho dinero, pero no puede controlar la voracidad de los periodistas de verdadera vocación. Periodistas que buscamos la verdad, que no toleramos injusticias y que dejamos nuestras vidas a un lado para desmembrar la información. Si tengo que ir hasta su pueblo para hacerlo, no tengan dudas de que lo voy a hacer. Este no es un juicio más, es un juicio que nos debe demostrar que la justicia en nuestro país, es, fue y será independiente.- dijo con su mentón algo alzado, como si volviera a estar en la universidad en medio de un debate estudiantil.

-¿Qué estás haciendo?- oyó en la voz irritada de su productor intentando no inmutarse frente a la cámara que acaba de transmitir en vivo su exabrupto.

-Pues bien, eso fue todo por esta semana, en este noticiero hecho especialmente para vos.- concluyó y ni bien la luz roja se apagó se sacó el auricular de su oreja con fuerza intentando contener sus nervios.

-Ya se, ya se, perdón. No sé en qué estaba pensando.- dijo antes de oír los gritos de la producción entera.

-Nos van a matar. Este es un noticiero relajado, uno para la señora que está un sábado en su casa aburrida, no quiere escuchar ideas de lo que es la justicia. Era simple, una noticia simple. Esto no les va a gustar a los de arriba.- le dijo uno de los productores incluso alzando su dedo índice.

-Lo sé, no me tortures más. A lo mejor nadie se entera, fue al final del programa, prometo controlarme de acá en adelante. - respondió Eugenia mientras retiraba aquel maquillaje de su cara con premura.

-Veremos, veremos. Pero ya te digo que te vayas olvidando del prime time.- agregó con algo de malicia en su voz.

-Siempre tan optimista.- le respondió ella sin siquiera escuchar la respuesta.

Siempre había hecho todo sola, no necesitaba de un productor que la retara. Era responsable por sus actos, siempre lo había sido y así seguiría siendo.

Terminó de quitarse el maquillaje y salió del canal con la única intención de dormir la siesta más larga de su vida. Necesitaba tranquilizarse, tenía que pensar muy bien como seguir, no iba a dejar que una tontería destruyera su carrera, había estado a punto de hacerlo en el pasado, no cometería dos veces el mismo error. 

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