Eugene Ottinger

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El silencio en el consultorio de Kinbott era totalmente incómodo.

Merlina estaba sentada entre sus padres, Pericles y yo nos sentamos en el piso con las piernas cruzadas. El chico estaba comiendo pétalos secos que estaban en un tazón en la mesita que teníamos frente a nosotros, parece que le gustó.

—¿Y? ¿quién quiere iniciar? —inquirió la doctora. Nadie abrió la boca—. Podemos discutir cómo es que Merlina esté lejos de su casa —sugirió.

El señor Addams abrió la boca para hablar, pero luego la cerró sin saber que decir. Pericles se encargó de empezar.

—Pues, para mí... ha sido muy difícil no tenerla cerca, no pensé que iba a extrañar que me torturara tanto —pobre niño. La señora Addams sonrió complacida con la respuesta de su hijo.

—¿Morticia? ¿Homero? ¿cómo lo afrontan? —miró a la pareja.

—También ha sido una tortura para nosotros —respondió la mujer.

—Por suerte el potro de mi hermano Lucas es para dos personas —siguió el hombre.

—Nada como un buen estiramiento para sacar lo mejor de nosotros —se tomaron la mano frente a Merlina.

—Querida mía —el señor Addams procedió a besar la mano de su esposa con pasión. Arrugué la cara al igual que Kinbott.

—Ya basta —intervino Merlina levantándose, le agradecí internamente, debí arrancarme los ojos cuando podía.

Merlina sacó la carpeta donde tiene el expediente policial de su padre y se levantó para encararlo. Me levanté yo también por instinto.

—Creo que es hora de que mis padres respondan por sus actos. Todo parece indicar que me mintieron, guardaron secretos, secretos de homicidios que deben tratarse —mostró una hoja tipo formulario, junto a este estaba una imagen de un chico—. Dime quién era Garrett Gates y por qué fuiste acusado de haberlo matado.

—Wow —exclamó Pericles sorprendido.

—Retiraron esos cargos Merlina, tu papá es un hombre inocente —habló la señora Addams.

—El sheriff no parece estar tan convencido —ambos padres se levantaron.

—Merlina, cállate de una vez —me posicioné al lado de la chica en forma de apoyo— éste no es el lugar, ni el momento.

—De hecho, éste es el lugar perfecto —contradijo Kinbott entusiasmada— estas sesiones —ella fue interrumpida.

—Doctora, esto no le concierne —menos mal lo dijo la señora Addams y no yo. Miró a Merlina—, y me rehúso a debatir una cacería de brujas de hace décadas contigo —empezó a dirigirse a la salida.

—Cariño, podríamos —quiso hablar el señor Addams, pero también fue interrumpido.

—No. Esta sesión terminó.

—Como tú quieres madre.

—Merlina —trató de llamarla la doctora.

—Si te rehúsas a decir la verdad, entonces voy a desenterrarla yo misma —salió del consultorio.

La señora Addams salió de segunda, Kinbott se levantó un tanto confundida por lo ocurrido.

—Gracias por los dulces —le dijo Pericles a la doctora.

—Eso es popurrí... puedes llevarte mi tazón —el chico sonrió feliz, salió y el señor Addams lo siguió.

—Lamento todo esto —hablé y asentí en su dirección en forma de despedida.

Confidence || Merlina Addams x TN FemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora