Mi madre siempre me dice que la confianza no se gana de la noche a la mañana, es trabajo constante. Y a pesar de hacer lo que sea por ella, desconfía en mí.
Ya había amanecido y fui a la habitación de Enid y Merlina, ésta última estaba dibujando el portón. Dedos se subió a su hombro.
—Cuidado, se me antoja tronar dedos —le advirtió a la mano, se bajó y se subió a mi pierna, yo estaba sentada en la cama de Merlina.
—No culpes a Dedos, la fiesta fue mi idea —defendió—, creo que todos merecen ser celebrados en su cumpleaños.
—Prefiero ser calumnianda —miré a Enid.
—Te lo dije —le restregué.
—¿Qué pasó? Pareció que te dio una convulsión —dijo refiriéndose a cuando Merlina tuvo su visión, pero ella no sabe sobre esa capacidad de su roomie.
—No tuve tanta suerte —fue su respuesta.
—¿Al menos podrías felicitarme por sorprenderte? —Merlina dejó de dibujar, ya cansada por la insistencia de Enid.
—El artificio fue impresionante —se limitó a decir. Dedos se bajó de mi pierna y fue debajo de la cama de Merlina, sacó una caja grande.
Merlina se levantó del escritorio y se acercó para abrir la caja. Tenía una nota pegada.
—"Que tus 16 sean tan miserables y penosos como deseas. Tus siempre afables, madre y padre" —leyó en voz alta.
—Le pidieron a Dedos que lo ocultara después de su visita —explicó Enid.
Merlina abrió la caja, tenía unas cosas un tanto curiosas y un apartado donde habían hielos y un par de ardillas muertas.
—Ew, que asqueroso —dijo Enid con desprecio y se fue a su lado de la habitación.
—Sería mejor si estuvieran vivas —quitó el cristal donde estaban los hielos y las ardillas, pero en ese momento Enid se acercó a ella con un paquete.
—Ya que estamos en lo de los regalos —le tendió el paquete, Merlina se levantó y lo abrió. Sacó una especie de ¿bufanda? Negra
—¿Y? ¿te gusta? —inquirió Enid alegre.
—¿Me explicas que es esto? —preguntó Merlina directamente.
—Es un snood tontita, lo hice con tus colores favoritos. ¿Quieres saber cuál es la mejor parte? ¡yo también tengo uno! —alzó un snood rosado y se lo puso—, podemos usarlos juntas ¡en clases! —dijo emocionada, yo me quería reír, pero hice lo posible para no hacerlo.
—Ah, Enid, esto es... demasiado singular como para usarlo en una clase —dijo Merlina tratando de escapar de la situación, la sonrisa de Enid decayó—, sugiero esperar una ocasión más especial... como un funeral —añadió, Enid la miró con una mueca.
Si analizan bien, para Merlina una ocasión especial sí sería un funeral, pero bueno, Enid no lo ve igual.
—Es mi turno —me levanté—, espera aquí —salí de la habitación y fui a la mía, busqué la cajita y volví, se lo tendí a la cumpleañera—. Feliz cumpleaños, de nuevo —le sonreí, tomó la cajita y la abrió.
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