Capítulo 28 | Bufón

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Luciana Harper

La vida te enseña que a veces las bellas casualidades no son más que eso, casualidades.

Nunca en mi vida había rememorado mis pesadillas y al parecer el hecho de dormir en otra casa o que esté con él las provoca.

—Mi pequeña Lucia deja de huir de mí... no corras...

Escucho sus gritos a lo lejos llamándome, las lágrimas corren por mis mejillas... el viento azota mi cabello, a la vez que el fango se entierra en mis pequeños zapatos ensuciando mis medias. Las que mi mamá me regaló.

"Si tan solo ella supiera" Porque no...

—Mi pequeña sobrina, ven con tu tío... no huyas...

—Cállate. Tu no eres mi tío —mi voz sale quebrada, mi cuerpo tiembla a la vez que me esfuerzo por salir del lodo donde me estoy hundiendo y el cual escala en mi vestido amarillo de rosas blancas.

—Sobrina, eres mi sobrina y tu padre me ordenó cuidarte así que vuelve a la casa...

—No quiero, ustedes me maltratan, me insultan por mi madre y yo no quiero que hablen feo de ella... —una sombra oscura parece en mi campo de visión, no distingo bien si es un lobo de este bosque o... su macabra sonrisa ilumina mi campo, arrancándome más lágrimas

—Te encontré, querida sobrina...

Grito, grito tan fuerte que la garganta me duele. No quiero ir con él, no quiero más maltratos, lo único que quiero es a mi mamá.

Llevo las manos a mi cara tapándome, intentando centrar mi mente, estoy sentada y Elián me abraza desde atrás, sus brazos brindan la calidez que necesito en medio de la neblina que me rodea.

—Todo está bien, Luciana. Yo estoy contigo —susurra abrazándome más fuerte. Me giro escondiendo mi cara en su pecho, manchando su torso desnudo por las lágrimas que cortan mis mejillas. No puedo contenerlas, no ahora, ya pasó mucho tiempo que no soñaba con esto y ahora los recuerdos vuelven a mí, como si buscaran la manera de tratar de joderme todo lo que he construido con tanto esfuerzo y dedicación.

—Bebé... —susurra apretándome con sus fuertes brazos. Su respiración se torna pesada, como si tratara de controlar sus impulsos por interrogarme. —¿Qué pasó? —susurra con... preocupación y un atisbo de rabia en su voz.

—No quiero hablar de eso... —gimoteo, con los ojos cerrados y aferrándome a su duro torso.

—Esta bien, pero tendrás que contármelo... —pasea su mano por mi cabello, descendiendo sus dedos para posarlos suavemente a ambos lados de mi rostro, alzando mi cara para verme, besa mis párpados mojados —mírame —acota más bien como una petición con la voz tan cálida. Niego con la cabeza. —Mi pequeña Luciana tan rebelde como siempre —reparte besos en mi rostro, logrando que la tranquilidad que tengo con él cale de nuevo en mi cuerpo, florezca en mi interior la paz que solo tengo con su presencia. —Déjame ver, esos tormentosos ojos verdes, que cada vez que los miro me vuelven más loco —su aliento choca en mi rostro embelesándome.

Un cosquilleo recorre mi piel, centrándome en su voz dejándome llevar por el fuego que se intensifica a nuestro alrededor.

Abro los ojos lentamente, encontrándome con el oasis que representan los suyos, un destello de rabia atraviesa por estos...

—Elián, yo... —me observa sin inmutar palabra —yo no quería despertarte —confieso sintiendo como un puñal se clava en mi pecho al ver que no dice nada, no distingo nada en sus ojos, y su mandíbula está tensa. —¿Estás enojado?

Inefable Atracción [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora