Inefable Atracción [+18]

Capítulo 31 | Destinos entrelazados

Luciana Harper

Cuatro años atrás... 

—No quiero ir... —declaro hostigada de todo esto. Estoy cansada de que todos tomen decisiones por mí. 

—Vas a ir te guste o no. Debes ir y hacer quedar en alto prestigio a la familia Harper, por algo eres la heredera de todo Lucia. —Comenta mi padre con voz severa, revisando la pila de papeles sobre su escritorio.

—Dame una sola razón para ir a Suecia —juego mi última carta.

—Mateo también irá.

—Por razones netamente diferentes —me defiendo.

—Eso es lo que crees. —Asiento con la cabeza. —Él va por negocios así como lo vas tú, lo único que tienes que hacer es poner tu hermosa cara en la reunión y aceptar los términos de esa empresa.

Y eso es justo lo que no quiero, detesto estar mezclada donde no lo merezco. Odio el hecho de que me use para cerrar sus tratos, solo por tener cuerpo y cara "bonita".

—Gracias pero no voy. —Mencioné levantándome del sillón, encaminándome hacia la puerta.

—No me obligues a tomar decisiones drásticas, hija. Te lo estoy pidiendo de buena manera, sin contratos de por medio. —Su voz es un puñal helado que me remueve las entrañas. —O acaso quieres ir igual que la última vez.

Un escalofrío recorre mi columna vertebral al recordar aquello. Esa última vez... aprieto mis ojos negándome a dejarme someter por sus juegos mentales.

—¿Quieres que te lo recuerde?

—Es increíble ver como no tienes una pizca de piedad por quien tu llamas hija, acaso se te olvida cuando te dije que ese maldito infeliz...

—Inversionista...

—Me importa una mierda si es inversionista o no, ese desgraciado es un maldito violador. Y tú lo sabes tan bien como yo, así mismo cómo te importa un carajo enviarme haya...

—Pero estás viva y eso es lo que cuenta. —Simplifica.

—Como me hubiera encantado morirme en ese lugar... así se te acabaría tu juguetito para "negociaciones" —hago énfasis en la última palabra, desatando su ira.

Mi teléfono suena en mi cartera. Lo tomé observando el nombre de Mateo iluminando la pantalla.

—No es un buen momento. —Susurré sin necesidad de ocultar la espesa masa de sentimientos que me atan por dentro.

—Dile que sí, tengo un plan.

—¿Cuál? —interrogué.

—Solo acepta, Lucia. Cuando te he fallado. —Suspiré. —Confía en mí.

—Está bien. —acote cortando la llamada.

Emprendo mi viaje hacia la puerta, tomando el pomo de la misma, me giro lentamente sobre mis tacones clavando mis ojos en los de quien se hace llamar mi padre. —Iré.

Y

—¿Cuál es tu plan, Mateo? —susurré caminando hacia el avión que espera por nuestros.

—Cambiar de destino —menciona como si fuera la mejor hazaña de su vida.

Y vaya que lo es. 

Sonrío mientras lo observo.

—¿Hacia dónde? —la curiosidad es latente en mi voz. Me mira mientras sonríe de oreja a oreja.

—Inglaterra —suelta.