Capítulo 36 | Don't blame me

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Elián Johnson 

Mis ojos detallan el hermoso perfil de la mujer que está dormida en mi cama, ya es una costumbre para mi ver su hermoso y magnífico rostro todos los días al despertar. Su aura irradia paz, armonía y sensualidad. 

No se que tipo de daño le habrá hecho su padre. Si, estoy seguro que ese hijo de puta tiene que ver con las pesadillas que ella tuvo. Y aunque tenga la información de todo eso, no me atrevo a leerlo porque sé que si ella se entera que he husmeado de más en su vida no me lo perdonaría. Inmiscuirme en esos asuntos tan dolorosos de su pasado implica traicionarla y no estoy dispuesto a eso. Ella se convirtió en un diamante esmeralda muy precioso, valioso y delicado, mi deber con ella es cuidarla, protegerla, darle todo lo que quiera, hacerla feliz y poner todo el maldito mundo a sus pies, incluido yo. 

Esperaré que ella me cuente lo que le hizo pasar su padre y así yo seré su ejecutor tendrá que suplicarme que lo mate, mientras eso sufrirá día a día, minuto a minuto, todas y cada una de sus decisiones. Y justo hace unas semanas empezó su calvario. 

Mi esposa se remueve en la cama, la sábana que cubría su cuerpo ahora solo esconde ciertas partes, dejando expuesta su piel, la misma que es tan adictiva de probar. Mi lengua hormiguea por lamerla, mis manos arden por tocarla, mientras mi verga se pone dura solo con observar sus dos preciosas tetas y ese jodido lunar que me vuelve un completo demente.

Me acerco aún más a ella, alejando todos esos pensamientos negativos y todas las injusticias que han causado dolor en su corazón. Mis brazos la envuelven, provocando que sus pechos se choquen con mi pectoral.

¡Por todos mis muertos, si sigue tentándome no podré controlarme!

Como si el cielo escuchara mis súplicas, la pelinegra envuelve nuestras piernas logrando que nuestras partes se rocen, de no ser por la sábana ya la habría follado. Maldita sea, con ella me es casi imposible controlarme.

—Luciana, deja de jugar conmigo.

Sus párpados se mantienen sellados, y sigue con la misma expresión de tranquilidad. Pero su pelvis se remueve entre la sábana, chocando sutilmente con la mía.

—Sé perfectamente que me escuchas.

—Silencio, Elián. —Susurra con voz soñolienta y suave. —Quiero seguir durmiendo así no recuerdo que me duele la cabeza.

—Oh, ¿te duele la cabeza?

—Mucho.

—Oh, mi pequeña bebé. Eso te pasa por andar de niña rebelde y traviesa.

—No me regañes, solo mímame, ¿si?, por favor.

—¿Solo por hoy?

Niega acercándose más a mi.

—Toda la vida, Elián. Toda la vida. 

—Contigo siempre será así mi amor —deslizo una mano por su largo cabello negro. Mientras los latidos de mi corazón se aceleran, en nanosegundos mis oídos captan su respiración tranquila. Se quedó dormida de nuevo.

Mis ojos también intentan cerrarse, y como la espesa cortina cubre toda la ventana, la luz del sol es imperceptible. Cuando estoy a milímetros de cerrar mis ojos, mis tímpanos captan el sonido de una notificación. Busco en la mesita de noche mi teléfono, pero este no es. Rápidamente mis iris captan el destello fugaz del mensaje en el móvil de mi esposa.

Está listo, madame.

Son las únicas tres palabras que logré visualizar antes de que se apague. "Madame". ¿Quién le envió ese mensaje? ¿Por qué le envío ese mensaje? ¿Y qué es lo que tiene listo?

Inefable Atracción [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora