Inefable Atracción [+18]

Capítulo 23 | Cabos sueltos

Cyra

Una semana atrás,

4 octubre 2023

—Vaya, vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí? La señorita Cyra en persona —comenta el hombre envuelto en un traje completamente blanco. Se levanta, ofreciéndome la mano para estrecharla la cual por supuesto rechazo, dirigiéndome hacia mi asiento.

—¿Me tienes la información? —interrogo con voz dura y firme.

—Buenos días, señor espía. ¿Cómo está?. Yo bien, que tal usted señorita Cyra —comenta con una chispa de diversión en su voz.

—Eres más hermosa de lo que me dijeron —me repasa con sus asquerosos ojos.

—No tengo tiempo para tus estupideces. La información. —ordeno.

—Señorita Cyra, te vez espectacular de negro, pareces una viuda, espero no quedes viuda tan joven sería un desperdicio.

Me levanto de la silla, con clara intención de irme, no necesito escuchar más a este imbécil, tengo muchos problemas que resolver.

—Espera, era una broma —susurra —siéntate.

—Vas a hablar.

—Sí. —Tomo asiento de nuevo, acomodando mi bolso en mis piernas. El sujeto intenta hablar pero lo interrumpo.

—A lo que vinimos. —demando y él sujeto me extiende un sobre café.

—Lo que me pediste, Cyra —abro el sobre, husmeando su interior, viendo los tres papeles que revelan lo que necesitaba saber. Más dos fotos del caso. Cierro el sobre y lo guardo en mi cartera, sacando de esta un sobre color blanco.

—Tú pago —lo extiendo sobre la mesa y sus ojos brillan cuando recibe el sobre.

—Nunca en tu vida le cuentes a nadie, que te reuniste conmigo en este restaurante. Borra el número con el te contacte, y si llegas a abrir la boca te mandare a volar la cabeza, Crish.

—Tengo claro su procedimiento, Cyra. De mi boca no saldrá nada.

Me levanto de la mesa con la información que necesitaba saber, acomodo mi cabello y mis gafas.

—¿Porqué usas guantes de cuero negro? —interroga de la nada.

—Porque no quiero que se me pegue una bacteria. —respondo con simpleza —ordena algo, así creerán que viniste a comer.

—Por supuesto.

Mis tacones resuenan en el piso, cuando empiezo a caminar buscando la salida. Este restaurante está en unos de los barrios menos visitados de la ciudad, por eso mismo lo elegí. Aquí nadie me conoce, nadie sabe de mi existencia.

—Te queda bien el cabello corto y ese flequillo, Cyra—comenta.

—Habla de una maldita vez, ¿Qué quieres? —interrogo cuando su voz llega a mi oídos,

—Dile a Aida que se cuide, los mexicanos ya saben que ella está en la ciudad y no tardarán en encontrarla.

—Todavía la estimas.

—Yo la cuide muchas veces, está claro que mis sentimientos hacia ella son reales.

—Claro, yo le comento tu preocupación —me giro para verle a los ojos —también le diré que te queda genial el blanco, Crish.

La camioneta negra llega por mi, y me subo rápidamente.

—A casa —ordeno.

—A la orden, mi señora.