Capítulo N° 5

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A la salida de la escuela, a solo una cuadra de allí, Nora se peleaba en el medio de la calle con una chica. Golpes iban y venían, sangre resbalaba de la nariz de Nora y de la muchacha bajo ella.

—¡Nora, basta! —gritó Guille al tomarla del brazo.

—¡¿Qué decías, pelotuda?! —gritó Nora y volvió a darle un puñetazo a la chica bajo ella—. ¡Decilo de nuevo, ¿a ver?!

—¡Gorda puta! —le escupió sangre en la cara—. ¡Lo único bueno que tenés son tetas, nada más! ¡Prostituta barata que se cogió a la mitad de la escuela! ¡Das asco, lesbiana asquerosa!

Guille intentó separarlas pero fue empujado por otra persona, su primo Pablo que lo sujetó del brazo.

—Es una pelea de chicas, no te metas.

—¡Pero no está bien! —se quejó Guille.

—Si la otra no quería problemas no debió meterse con Nora —siseó Pablo—. Todo el mundo lo sabe.

Guille se metió de todas formas y levantó en sus brazos a Nora, sobre su hombro, mientras que ella pataleaba para liberarse de sus fuertes brazos.

—¡Bajame, Gui, bajame que la hago mierda! ¡Hija de mil puta, ya vas a ver el lunes cuando te agarre! —gritó Nora, que se sacudía sobre Guille.

—¡Basta, Nori, están viniendo los profesores y llamaron a la policía!

—¡Que me chupen bien la concha todos esos hijos de puta!

El sonido de la sirena de policía comenzó a oírse, por lo que el lugar se despejó más rápido de lo esperado. Pablo le arrojó a Guille la mochila de Nora, negra y llena de parches de bandas musicales. Al igual que el resto Guille corrió para alejarse de allí antes de que la policía llegara. Nora era bastante pesada, pero él no levantaba pesas en vano y podía soportar la carga.

Un par de cuadras después, algo jadeante, bajó a Nora al suelo, quien le dio un empujón con furia.

—¡¿Por qué te metiste?!

—¡Ibas a matarla!

—Me chupa un ovario —gruñó Nora con molestia y comenzó a caminar más rápido—. Cagón de mierda.

Fue mascullando insultos todo el camino, con Guille que la seguía por detrás dando largos suspiros. Él entendía que para ella fuera tan personal el ataque, pues había tocado el peso, pero no estaba de acuerdo con su forma de actuar y no dudó en reclamárselo todo el trayecto.

—Ah, ¡lo que me faltaba! —gruñó Nora—. Tu amigo el hippie.

Guille miró hacia adelante, Leo estaba allí en la vereda de la casa, hablaba con una mujer de baja estatura. Estaban rodeados de cajas y bolsas, por lo que ambos supusieron que sería una mudanza.

Debian pasar por allí para llegar hasta su casa, Nora los pasó de largo de muy mal humor, sin embargo Guille se detuvo a saludar a su amigo.

—¡Eh, mi gurisito! —dijo con una sonrisa—. Cómo va eso.

—Tranqui, po. ¿Necesitan ayuda? —sonrió y dirigió su mirada hacia la mujer de largo cabello castaño oscuro lleno de ondas y grandes ojos miel de mirada seductora.

—Ella es Andrea, es mi nueva vecina, le estoy ayudando con la mudanza —explicó Leo con una sonrisa, y dirigió la mirada hacia la muchacha punk que estaba a lo lejos cruzada de brazos—. ¡Gurisa! ¿Norita, verdad?

—¡Norita tu puta madre!

—¡Ooatatá! Qué enojada, me llegaron las llamas hasta acá —se rió Leo—. Vení, acercate.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora