Había pasado unas semanas desde que Guille supo que sería padre. Nora le dio todo su apoyo y prometió ayudarle a reparar la casa, y él se sintió triste de solo pensar que pasaría su vida con una mujer que no era ella.
Debió faltar a la escuela sin decirle nada a sus tíos para poder acompañar a Andrea a su segunda visita al médico. Ya había comenzado a tomar ácido fólico y ahora debían hacerse la ecografía. Guille la había pasado a buscar a la casa y viajaron juntos en el colectivo, donde la abrazó del cuello con cariño, porque sabía que estaba asustada.
—Sos hermosa, ¿sabías? —le susurró al oído.
Andrea se rió con ánimo y lo miró a los ojos café.
—Me veo horrible, no dejo de vomitar. No hace falta que mientas, Guille.
—A mí me gustás, eso es lo que importa, ¿no?
Ella descansó su cabeza en el hombro de él hasta que fue el momento de bajar. Habían decidido que intentarían conocerse más para poder salir, porque no bastaba solo de atracción física para formar una relación.
En el consultorio les explicaron lo que harían, aunque Guille estaba realmente nervioso, en especial cuando Andrea tuvo que recostarse para hacer esa ecografía.
El sonido de unos latidos comenzó a resonar allí mientras la doctora explicaba lo que estaba viendo, sin embargo Guille se quedó congelado en su lugar al ver esa pequeña cosita en la pantalla y oír ese acelerado corazón. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas porque ese sonido, ese hermoso sonido, significaba que era real. Que iba a ser padre, que tendría un bebé. Y le parecía el sonido más bello y perfecto del mundo.
Miró a Andrea, sonreía al oír a la doctora que hablaba con mucha paz. La tomó de la mano con cariño y algo de fuerza, mientras intentaba evitar llorar, pero era imposible porque tenía muchas emociones latentes. Respiró hondo y asintió ante las palabras de la doctora. Debían esperar afuera hasta que les entregaran la imagen impresa con todos los datos médicos.
Guille no dejaba de abrazar a Andrea, le acariciaba el vientre y le daba cariñosos besos en el hombro que la hacían reír. Ambos estaban felices, nerviosos aún pero más contentos con la idea de ser padres, luego de haber oído ese corazoncito.
Guardaron la ecografía en una carpeta destinada para los estudios, y luego salieron de la clínica. Guille la miró de reojo, pues Andrea se veía radiante esa mañana, con una trenza a la espalda y sus usuales ropas sexys. Se animó a tomarla de la mano, lo que la sorprendió en un principio, pero luego ella entrelazó sus dedos con los de él para poder ir a una cafetería juntos.
Andrea solo pidió un jugo de naranja, y Guille optó por un café. Estaban esperando que les llevaran su pedido cuando él la tomó de ambas manos.
—¿Lo pensaste, Andy? —le dijo con una sonrisa—. La idea de venir conmigo, ¿la pensaste?
—Todavía no, quiero que te ocupes de tus cosas, que tengas tu diploma. Aún hay tiempo, solo estoy de ocho semanas —dijo ella con un suspiro—. ¿Hablaste con tus tíos?
—Lo voy a hacer esta noche, quería ya tener la confirmación de la eco —dijo Guille y le dio un beso en los nudillos—. Pensalo, Andy, quiero cuidarte y no puedo hacerlo si estás sola en esa casa. ¿Y si te pasa algo?
—Está Leo al lado —dijo con una risita—, y lo tengo todos los días preguntándome si necesito algo.
—Pero no quiero que te cuide Leo, quiero hacerlo yo, es mi bebé —insistió Guille y se hizo a un lado porque el camarero había llegado con el pedido, y le dirigió a este una sonrisa—. Muchas gracias.
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Como el cristal [ Muñequita #0 ]
General FictionPor miedo a perder a su mejor amiga, Guille se lanzó hacia la mujer que terminaría por romper todo lo que él es, pero salir de una relación violenta puede ser muy difícil...