Capítulo N° 34

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Estaban recostados uno junto al otro mirándose con una sonrisa, Leo le hacía caricias en el rostro a Nora en esa fría mañana de invierno. La noche anterior habían acudido al cumpleaños de Pablo, se quedaron hasta la medianoche y luego regresaron a casa porque, como las noches anteriores, el calor volvía a invadirlos.

—Si vamos a hacer esto hay que hacerlo bien —dijo Nora con una sonrisa—. Decime qué cosas te gusta hacer o que te hagan, así somos más eficientes.

—Me gusta mucho, mucho, mucho —dijo en un susurro y le dio un beso en el cuello—, el sexo oral. Me encanta hacerlo, y me encanta, por sobre todo, hacértelo a vos.

—Uhm, parece que nos complementamos porque a mí también me gusta mucho, mucho, mucho hacerlo.

—¿Y qué más le gusta, señorita, además de estrangular a este buen hombre hasta el orgasmo? —dijo con una sonrisa pícara.

—Me gusta que sea rudo, aunque no me quejo de la suavidad —sonrió y corrió un mechón de cabello tras su oreja—. Me gusta que me besen el cuello, y también que me tomen del pelo.

—¿Posición favorita?

—En cuatro. ¿La tuya?

—Vaquera invertida —dijo con una sonrisa pícara—. Y en cuatro, por supuesto.

Ambos se rieron porque aún les era muy extraño tener sexo entre ellos, y más aún hablar de sus gustos. Lo disfrutaban mucho, pero lo tomaban como un simple favor que se estaban haciendo.

Ambos seguían siendo solo amigos.

Leo se levantó para preparar el desayuno y comenzó a vestirse. Nora se dio el gusto de apreciar su cuerpo desnudo mientras se colocaba un boxer y el resto de su vestimenta abrigada.

Para Nora, más allá de ser extraño estar con Leo, era extraño también pasarla tan bien junto a un hombre. Pues sus mejores relaciones sexuales siempre habían sido con mujeres, no había tenido buenas experiencias con varones.

Se limpió muy bien y comenzó a vestirse. Aunque le gustaba el frío necesitaba abrigarse bien para evitar resfriarse, por eso se colocó una larga falda negra y un sweater gris oscuro. Se puso sus muñequeras y zapatillas cómodas. Ponerse las zapatillas siempre era la parte más difícil de vestirse, ya que su panza le dificultaba muchos movimientos.

Pese a que a Leo no le gustaba la televisión, la había encendido para poner el canal de música que a Nora le gustaba. Allí sonaba diversa música, desde rock a pop, y él se entretenía con los sonidos mientras pasaba el agua caliente a un termo. Acomodó todo en la mesa, incluso la torta que Esther les había dado para que Nora no se quedara con las ganas.

A Nora le gustaba mucho las cosas dulces, especialmente en el embarazo.

Cuando Nora llegó se ubicó frente a él para tomar mate, la música pop sonaba allí. Ella no era muy fan de ese género, exceptuando a Madonna –que le había empezado a gustar por Virginia–, pero esa canción que sonaba la escuchaba todos los días. Ya había empezado a gustarle, por lo que la tarareaba por lo bajo.

—Alejandro… —murmuró Nora al mirar hacia la televisión, donde se veía un videoclip—. Es un lindo nombre, me gusta.

—¿Alejandro Sanz? —preguntó Leo al ver el videoclip—. ¿Querés ponerle ese nombre al bebé?

—No por Alejandro Sanz, o sí, no sé. Me gusta esa canción, «Amiga mía» —dijo con una sonrisa—. Es un bonito nombre, ¿no? Voy a buscar qué significa.

Para evitar que ella se pusiera de pie, Leo fue en busca del libro de nombres que habían comprado y se lo pasó con una sonrisa, porque hasta el momento ningún nombre le convencía.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora