Capítulo N° 33

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Cuando Leo salía del trabajo siempre pasaba por un mismo local que llamaba su atención. También siempre veía a una chica punk esperar el colectivo en una esquina. Siempre pensaba frenar y entrar en ese local, y también hablarle a la chica en la parada de colectivo.

Ese día Leo tomó el coraje de hacerlo. Estacionó unos metros antes de la parada y se acercó a ella, con una cresta fucsia y ropas desgarradas.

—Hola, disculpame —dijo Leo al acercarse—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

—No soy prostituta, estoy esperando el colectivo —gruñó.

—¡No, no! Quería saber dónde conseguiste ese chaleco —dijo al señalarlo.

La chica tenía un chaleco de jean llevo de parches con bandas punks y alfileres de gancho.

—¿Vos, un hippie? —Lo miró de arriba hacia abajo.

—Es para mi esposa —Se sintió extraño al referirse así a Nora—. Estoy seguro de que le encantaría. ¿Puedo saber dónde lo conseguiste?

—¿Tu esposa es punk? —preguntó con desconfianza.

—Sí, capaz la conocés.

—¿Qué te pensás, que todos los punks se conocen entre sí, pelotudo?

—¡No, no! Es que es la cantante de las Cerdas Gritonas y capaz las cono…

—¡¿Las Cerdas Gritonas?! —chilló con los ojos abiertos—. ¡¿Sos el esposo de Nora?!

—Sí —dijo con una sonrisa torcida—. Se está dando un descanso de la música por salud, pero ya va a regresar.

La chica parecía aún impactada por esa información, se cubría la boca con sorpresa.

—Perdón, no puedo ayudarte. Me lo hice yo con parches y alfileres, no lo compré en ningún lado.

—Oh, qué pena. Gracias de todas formas.

—¡Podés hacerle! Los parches se compran y los alfileres también, es muy fácil.

—Muchas gracias, y otra cosa más, ¿sabés si en esa tienda venden medias de red? —dijo al señalar una rockería.

—No estoy segura, pero si no conseguís ahí podés ir a una de lencería. Ahí las consigo yo.

Leo se despidió de ella y caminó hacia la tienda a unos metros, quería comprarle unas remeras de bandas a Nora. Como tenía un embarazo de seis meses su panza era abundante y la ropa ya no le entraba, lo que la hacía entrar en crisis y llorar todo el tiempo debido a su peso.

Cuando ingresó miró las bandas. Conocía algunas por vivir ya cinco meses con ella, pero otras no tenía ni idea de cuáles eran. Pidió una de Black Flag, de los Sex Pistols y también de Bikini Kill, pero vio una de una banda que Nora estaba escuchando más seguido, Blink-182. Pidió también un par de pulseras y muñequeras de tachas y algunas cadenas.

Con sus compras en mano buscó algún local de lencería, porque los senos de Nora habían crecido muchísimo más, y había pasado de tener un talle 95 a tener un 115, por lo que ya no le entraban los sostenes. Le compraría algunos conjuntos para que estuviera cómoda, además de las medias de red que estaba buscando para ella.

Quería que Nora volviera a sentirse bonita y a gusto con la ropa que a ella le gustaba. Estaba seguro de que eso ayudaría con su autoestima.

Llegó un poco más tarde a la casa, pero valió la pena. Nora lo estaba esperando allí con una sonrisa y el mate listo, acompañado de un bizcochuelo que había hecho ella misma.

—Te traje algo, Norita —dijo y la saludó con un beso en la frente, para luego agacharse y besar la panza—. ¿Cómo está mi nenito?

—Gracias, Leo, no tenías que traerme nada —dijo con una sonrisa al tomar las bolsas—. Y el bebé estuvo muy inquieto, patea fuerte y parece que le gustan las cosas dulces.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora