Capítulo N° 38

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Desde el auto, a lo lejos, reconoció el cabello azul de Nora. Guille, que estaba recién llegando del trabajo a su casa, se acercó con el vehículo hasta el cordón de esa vereda donde su mejor amiga estaba de rodillas en el suelo, con el bebé en su bandolera.

Bajó la ventanilla del auto cuando se detuvo a su lado y la miró llenar una bolsa con hojas secas de los árboles.

—¿Qué hacés, culeada? —preguntó con una risita.

Nora se sobresaltó por un momento pero dirigió su mirada hacia él, a quien le dirigió una sonrisa al reconocerlo.

—¡Gui! ¿Cómo estás? Estoy juntando hojitas.

—No andes tirada en la vereda toda sucia, menos con mi ahijadito colgando —suspiró—. Si necesitás hojas vení a casa, tengo un montón en el patio.

Abrió la puerta del acompañante para que Nora pudiera subir a su lado. Se saludaron con un beso en la mejilla, aunque ella acomodó la bolsa llena de hojas secas en el suelo, e hicieron un sonido de crujido muy agradable. Fueron hasta la casa de Guille conversando de Ale, que ya tenía seis meses y había comenzado con sus primeras papillas.

Cuando llegaron a la casa se encontraron con Clap bailando al ritmo de Xuxa en la sala de estar junto a Melanie.

—¡Ay, ya vino papá! —dijo Clap al tomar en sus brazos a Melanie, para luego acercarse a Guille.

Él tomó a su hija en los brazos y le dio un beso en la mejilla con mucho cariño, mientras que Clap estiraba sus brazos para recibir a Alejandro.

—¡Ahora el lunes me toca con vos, Ale! —dijo y lo levantó en el aire, haciéndolo reír.

Guille sabía que Clap debía irse pronto, por eso tomó enseguida su billetera para poder pagarle por su trabajo. Pese al odio que Andrea le tenía a Clap, era una buena niñera y Melanie la adoraba. La divertida punk de pelo verde ahora era también la niñera de Alejandro los días en que Nora debía ir al conservatorio.

A veces Clap rechazaba el dinero que le daba su amigo, pero en otras ocasiones la tomaba con una sonrisa porque sabía que, de lo contrario, él se sentía muy mal. Guardó el dinero en el bolsillo de su jean para poder acompañarlos hasta la cocina, donde Guille puso la pava al fuego y bajó a Melanie al suelo.

—¿Al final cómo van a hacer mañana con los nenes? —preguntó Clap, haciendo jugar a Ale en sus piernas.

—Ale se va a quedar a dormir con su madrina, ya está preparada su lechita y su bolso —dijo Nora con una sonrisa.

—Mela se queda con mis tíos, están muy contentos de tenerla —dijo Guille mientras se miraba las ásperas y callosas manos.

—Buenísimo, con Pablo vamos a encontrarlos allá.

Guille observó a su amiga, que ya llevaba un año y medio saliendo con su primo, y cada día los veía más felices. Se disculpó con ambas para poder darse una ducha antes de tomar mate con ellas, se sentía demasiado sucio y polvoso.

Clap no se quedó mucho más tiempo, luego de que Guille regresó de la ducha apenas tomó un par de mates y luego se fue en su bicicleta a su siguiente trabajo. Allí solo quedaron Guille y Nora tomando mate con sus hijos acomodados en el suelo, en una alfombra acolchada para evitar golpes. Alejandro aún no se sentaba solo, por lo que estaba recostado y se reía cuando Melanie le hacía caricias en la cabeza, sentada a su lado.

Guille ya sabía, al igual que todos los demás, que la relación de Leo y Nora llevaba meses siendo real. Por eso mismo harían una salida de parejas al siguiente día. Sin embargo, aunque los veía muy felices, no podía evitar sentirse extraño al ver a Nora en pareja. Le alegraba saber que era amada, pero sentía una opresión en su pecho cada vez que ella hablaba de Leo.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora