Capítulo N° 31

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Estaban en el registro civil muy bien arreglados, Leo llevaba un traje blanco que le había dado su padre, con una camisa celeste que le sentaba muy bien. Su cabello estaba recogido en un prolijo rodete para que no le estorbara en ningún momento. Nora, por su parte, llevaba un bonito vestido blanco sin tirantes, porque así podía colocárselo por debajo sin afectar al yeso. Se había maquillado muy bien, aunque odiaba cómo se veía su cabello prácticamente verde, porque el azul se había lavado.

Firmaron frente a la jueza, al igual que Majo y Cuca, quienes eran los testigos. Con los flashes de cámara, porque la familia de Leo, el hermano de Nora y Clap estaban tomando muchas fotos.

Se besaron con cariño y con una sonrisa para las cámaras, pues debían fingir lo mucho que se amaban.

Cuando salieron con libreta en mano, ya casados legalmente, afuera del registro civil les arrojaron arroz entre risas y continuaron tomándoles fotos. Ambos debieron sacarse fotos junto a la familia de Leo, el hermano de Nora con su novia, y también con el resto de los amigos que estaban allí.

Luego todos fueron hacia la casa de los padres de Leo, donde ellos habían preparado una comida para festejar la boda de su hijo. Era algo sencillo y para poca gente, ni siquiera invitaron al resto de la gran familia de Leo para que fuera algo íntimo.

Guille, debido al trabajo, no llegó a tiempo para verlos en el civil, pero pensó que de haberlo estado no habría podido soportarlo. Llegó más tarde junto a Melanie y Andrea, quien había salido más temprano del trabajo para poder asistir a la recepción, con el permiso de su jefe.

Había empanadas, sándwiches de miga, canapés y brochetas de carne con verduras. Nora comió un montón de sándwiches de miga de tomate, otros de huevo y especialmente los de aceitunas negras.

Mónica y su padre habían comenzado a tocar chamamé para festejar, querían que Leo y Nora bailaran, pero ella no sabía bailar chamamé y le daba mucha vergüenza hacer el ridículo justo en su boda.

—No tenés que hacerlo si no querés, solo están felices —dijo él con suavidad, sentado a su lado.

Como ambos se negaron, bajo la excusa de que Nora estaba mareada, Leo reemplazó a su padre en el bandoneón para que él pudiera bailar con su madre.

Guille miraba a los padres de Leo con una sonrisa, pensando en lo bello que debía ser tener tantos años de casados y seguir amándose como el primer día. Porque Don Carlos y Doña Eva se miraban como si no existiera nadie más en el mundo, y se divertían al bailar chamamé juntos.

Quería bailar con Andrea, pero a ella no le gustaba el folclore y mucho menos el chamamé, por lo que solo se quedó sentado a su lado con Melanie en sus piernas, que comía un puré de manzanas que le había preparado Doña Eva.

—¡Señor! —dijo Clap con una sonrisa al acercarse al padre de Leo, que tomaba un trago de vino para recuperar energías—. ¿Me enseña a bailar?

—¡Oh, gurisa! Me puedo dar por divorciado si bailo con otra chica —dijo él con una risita—. Pero puedo mostrarles, pué.

Clap tironeó a Pablo para bailar, quien solo se reía para seguirla en sus locuras. Los padres de Leo les mostraron la posición en que debían ponerse y el baile, por lo que ambos muchachos los imitaron entre risas.

De lejos Guille los miraba con envidia, porque Clap era punk, Pablo escuchaba rock nacional, y aún así bailaban chamamé sin saber nada de folclore solo para divertirse.

—¿Qué pasa, amor? —le preguntó Andrea.

—Solo pensaba en lo bonito que se ven juntos, ¿no te parece?

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora