Capítulo N° 36

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El cumpleaños número veinte de Nora fue algo muy íntimo, debido a su reciente maternidad. Ese día había asistido solo Clap con Pablo, Nacho y Guille junto a Andrea y Melanie. Ninguno se quedó mucho tiempo, solo cenaron con ella por ser martes, cortaron una torta y cada uno regresó a su casa, para dejarla descansar con su bebé.

Guille le había regalado el libro de Persuasión, de Jane Austen, que Nora llevaba mucho tiempo queriendo.

Ahora Guille se encontraba trabajando muy duro para poder juntar dinero para las fiestas, que estaban próximas. Quería comprarle un buen regalo a su hija y también a su precioso ahijado.

A veces en el trabajo pensaba quedarse hasta más tarde, como su suegro, pero lo retenía la idea de estar alejado tanto tiempo de Melanie. Sin embargo, aunque odiaba su trabajo, era un momento de paz que no tenía en su casa. Podía tomar cerveza con sus cuñados y distraerse, a sabiendas de que al llegar a casa vería luego a Andrea, y comenzarían las peleas.

Otras veces ese pensamiento lo entristecía, porque le parecía horrible querer estar más tiempo lejos de su esposa que cerca. La amaba, estaba seguro de eso, pero sus celos constantes eran agotadores. El único motivo por el que seguía amándola era porque los fines de semana pasaban un hermoso momento como pareja, y también como familia.

Guille se había acostumbrado, luego de dos años con ella, a vivir de migajas de amor.

Cuando llegó a la casa lo primero que hizo fue darse un baño, abrió una lata de cerveza y la tomó con tranquilidad, porque estaba comenzando a hacer mucho calor. Solo luego de acabar su lata es que fue a buscar a Melanie a lo de sus tíos. Fue con el auto para poder llevarla al parque.

Le gustaba sentarse en la hamaca con ella y balancearse juntos, Melanie siempre se reía al hacerlo. Luego se subían juntos al tobogán, porque aún le daba miedo bajar sola.

—¡Mia-miau! —dijo Melanie con una sonrisa al señalar un gatito.

—¿Viste qué lindo gatito?

Guille se quedó pensando que no tenían mascotas, y que tal vez a Melanie le haría bien algún perrito o gatito. Ella solo jugaba con su papá, porque no había niños con quien jugar y Alejandro apenas tenía dos meses y un par de días.

Iba a hablarle al respecto a Andrea, aunque no estaba seguro de si estaría de acuerdo. En especial porque llevaban dos meses sin tener relaciones sexuales, y eso a ella la ponía mucho más celosa y toda conversación se convertía en una pelea.

Luego de jugar en la plaza volvieron a su hogar para poder merendar. Guille la bajó al suelo para que pudiera corretear con cuidado, ya que había cubierto todas las puntas peligrosas y atornillado los muebles a la pared, en caso de que ella quisiera treparlos. Con un año y medio estaba mucho más inquieta.

Le preparó magdalenas de zanahoria, eran sus preferidas, y también le dio leche en un vaso con piquito, pues ya no usaba mamadera. Él se preparó un café para acompañarla con una taza, ya que a Melanie le gustaba chocar los vasos en un brindis. Miraron dibujitos animados juntos, mientras que ella abrazaba su peluche sonajero de conejo, que le había regalado Pablo y era su favorito.

A veces la miraba con una sonrisa, sin poder creer que pudiera amar tanto a un ser tan pequeño. Y cada vez que ella lo llamaba «papá», su corazón se iluminaba mucho más.

—Te amo tanto, hija —le dijo y le dio un beso en la cabeza.

Como se había ensuciado mucho en la plaza y también con su merienda, fue a darle un baño. Melanie tenía una bañadera rosada que era solo de ella. Allí, luego de que él le lavaba el cuerpo y el cabello, ella chapoteaba entre risas.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora