Capítulo N° 16

61 12 9
                                    


Hacía un par de semanas que Guille no iba a lo de Leo, desde que había estado con Andrea un mes atrás. Tampoco lo había visto en los últimos días porque ambos habían estado muy ocupados estudiando. Sabía que Nora sí iría luego de la escuela, pues Clap le había regalado una planta de marihuana y, al no poder tenerla en casa por Raquel, Leo aceptó cuidarla. Pensó que acompañar a Nora a verlo sería una buena idea, después de todo Andrea llegaba de noche de trabajar.

—¿Te van a dar la casa no bien cumplas dieciocho o antes? —preguntó Nora al aferrarse a su brazo y caminar así con él—. Ya tengo planes para mi habitación.

—Una vez cumpla dieciocho, pero podemos ir pintando y arreglando la casa a partir del mes que viene —explicó Guille con una sonrisa—. Ya estuve viendo pintura, Anita me acompañó a ver precios.

Se detuvieron frente a la puerta de Leo, aunque Guille se encogió de hombros al ver la cortina abierta en lo de Andrea, lo que significaba que estaba en la casa. Respiró hondo a esperar que su amigo abriera, con su sonrisa alegre.

—¡Mis gurises! Pasen —les dijo y se hizo a un lado para permitirles entrar—. Estaba preparando la comida, ¿comiste algo, Norita? No te ves bien.

—No come hace tres días —dijo Guille con un chasquido de lengua.

—¡Sí que comí! Un cuarto de tomate al mediodía y otro cuarto a la noche —explicó Nora—. Mi vieja dice que puedo comer eso cuando tengo hambre.

Leo dirigió su mirada hacia ella, con una mezcla de enojo y preocupación.

—¿Y por qué no viniste a verme, pué?

—No... quería aprovecharme de vos, sé que te cuesta ganar tu plata... —murmuró Nora con la mirada baja.

—No importa la plata, siempre voy a tener un plato de comida para ustedes dos.

Los hizo sentarse a la mesa mientras que Nora le quitaba la bolsa a la planta, era pequeña pero sus hojas ya eran muy notorias. Leo entonces la tomó entre sus manos para observarla.

—Esperemos que sea nena, ¿eh? —dijo con una sonrisa torcida—. La voy a llevar afuera entre mi huerta, pa' que pase desapercibida.

—Se llama Raquelita, pero esta sí es divertida —dijo Nora con una risita.

Leo salió solo por un momento para poder dejar la planta entre las otras que él tenía en el jardín, sus tomates ya habían dado flor y muy pronto tendría frutos, y sus lechugas estaban grandes e ideales para cosechar.

Guille le sirvió gaseosa de lima-limón a Nora mientras que Leo continuaba preparando el almuerzo. Ambos le contaron sobre su semana, aunque ella no quiso especificar mucho porque no había sido buena. Leo los oyó con atención y a veces aportaba algún consejo o hacía preguntas.

Se sentaron a comer milanesas con puré, aunque Nora miró el plato con dudas. Amaba las milanesas, pero los fritos estaban entre sus prohibidos, y se estaba acostumbrando a comer cada vez menos. Leo, que había notado sus dudas para comer, la tomó con cariño de la mano.

—Podés comer lo que quieras, Norita, no le hagas caso a la carachenta de tu madre.

Ella asintió, aún con muchas dudas, y comenzó a cortar su milanesa en silencio.

—Yo hoy me voy más temprano —dijo Guille luego de tragar su bocado—. Mi tía va a hacer ñoquis y me gusta ayudarle.

—¿Ñoquis? Pero no es veintinueve —dijo Nora con sorpresa.

—No hace falta que sea veintinueve —sonrió Leo—, está bueno seguir tradiciones, pero si tenés ganas de comer pastas, comela.

—No como ñoquis hace muchos años —suspiró ella y sorbió un trago de gaseosa—. Creo que desde los doce. Siempre fue mi comida favorita.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora