Capítulo N° 19

65 16 9
                                    

Mientras que los albañiles reparaban el baño en la casa de Guille, pues él había querido cambiar las cerámicas tan viejas por algo más moderno, él y Leo conversaban en la cocina mientras lijaban los muebles de allí, la alacena y bajo mesada.

—¿Podrías hablar con ella, por favor? —dijo Guille con voz triste y lijó con más fuerza.

—Guille, tenés que respetar su espacio —suspiró Leo, que ya había finalizado con su parte.

Guille iba más atrasado porque estaba distraído y algo nervioso, así que Leo intentó avanzar en su parte para que pudieran comenzar a pintar.

—Es que ya no sé cómo pedirle perdón... —susurró con la mirada baja.

—¿De qué sirve pedir perdón si no hay un cambio? —dijo Leo con suavidad—. La llamaste bestia salvaje, y ella te perdonó. Le fallaste en su concierto y eso Norita podría haberlo perdonado, pero también olvidaste su cumpleaños, Guille. ¿Cuántas veces vas a pedir perdón? No pidas disculpas si no pensás hacer un verdadero cambio.

—Pero es que ya no tengo tanto tiempo como antes, tengo que cuidar de Andy, ir al médico y arreglar la casa —suspiró—. Mi cabeza es un lío y estoy cansado, no tengo tiempo para nada.

—Es difícil tener tiempo si es que no le dejás participar. Ella te ofreció ayuda con la casa y la rechazaste, es literalmente la única que no está acá, que no lijó o pintó —dijo con el rostro serio —. Viene Claudia, viene Pablo, vienen tus tíos e incluso tu prima. Vengo yo y hasta albañiles, pero a ella no le permitís venir. ¿Cómo esperas que se sienta, pué?

—¿De qué lado estás? —suspiró Guille.

—No hay lados, solo distintas realidades y yo entiendo ambas. Vos no la hacés partícipe de tu nueva vida, ella se siente despreciada y por supuesto que va a enojarse. Ella intenta entenderte, ¿vos intentaste entenderla?

—Nori se ve más cómoda con vos ahora —escupió—. Ya ni me cuenta si come o no, pero va a verte siempre.

—Vos no la hacés partícipe, ¿y esperás que ella sí lo haga? —dijo Leo con una ceja alzada—. Los dos deben sentarse y hablar, pero no voy a ser yo quien la obligue a hacerlo. Vos la lastimaste, Guille, vos sos quien debe arreglarlo.

Guille hizo la lija a un lado, de muy mal humor. Resopló con fuerza y se puso de pie para servirse agua, con Leo que lo seguía con la mirada. Para Leo era una sorpresa verlo enojado, porque no era algo usual, Guille solía ser tranquilo y sumiso, pero hacía ya dos semanas que Nora no le hablaba e incluso lo ignoraba en la escuela.

—¿Vas a volver a ver a tus suegros? —preguntó Leo para cambiar de tema, porque tampoco quería ser tan duro con él.

—Se supone que tengo que ir mañana, pero no me caen bien —suspiró—. Encima debo mentir y decir que tengo veinte años, porque si saben que tengo diecisiete no la van a dejar en paz.

—¿Tan complicados son?

—Son muy... No sé cómo decirlo, no son violentos pero tienen un modo de hablar como si nada de lo que Andrea hace estuviera bien. No me gustan —dijo Guille y sorbió otro trago de agua—. Sus hermanos hacían bromas de que yo le puse una almohada en la cara para estar con ella, sus padres se ríen de que se haya embarazado tan rápido después de terminar su anterior relación. No me gustan nada.

—¿Pero te trataron bien?

—Me tratan bien, son amables conmigo pero no me gusta cómo son con ella —siseó—. Además dijeron que el bebé seguro sale horrendo como ella, en vez de lindo como yo. ¿Cómo se puede ser así de cruel con un hijo?

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora