Capítulo N° 21

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| ADVERTENCIA DE CONTENIDO |

Gordofobia, violencia verbal y transtornos alimenticios.

Si esto te hace daño, no dudes en frenar la lectura o saltear las escenas necesarias.
Tu bienestar es siempre más importante.

~ • ~

Habían pasado ya un par de meses, Guille cumplió sus dieciocho años y obtuvo su licencia de conducir. Además Tito le estaba intentando conseguir un auto, que sería su regalo para él.

Se había mudado junto a Andrea en su casa ya en perfecto estado, la cual amueblaron poco a poco. Algunas cosas fueron traídas del departamento de Andrea, como la cama, la televisión, el lavarropas y heladera, y algún que otro mueble. El resto debió ser comprado nuevo. Habían hecho una pequeña reunión de inauguración, con Leo, Nora, Pablo, Clap y las amigas de Andrea. Sin embargo ella no soportaba a la punk de pelo verde, no había una sola vez donde no la mirara con desprecio.

Estaban haciendo la ecografía en el sexto mes de embarazo, con la esperanza de que por fin el bebé se dejara mostrar, pues ya no les quedaba tanto tiempo para su nacimiento y querían tener las cosas con sus colores.

—¿Se puede ver el sexo? —preguntó Guille.

La ecografista movió un poco la abultada panza de Andrea para intentar que el bebé se dejara ver, porque se tapaba con sus piernas. Luego de dos movimientos por fin se pudo ver.

—Es una nena.

Guille chilló por un instante y tuvo que cubrirse la boca, mientras que la ecografista sonreía ante su emoción. Sus ojos se habían llenado de lágrimas y comenzó a llorar al cubrirse el rostro.

—Una nenita —dijo y tomó del rostro a Andrea para besarla en los labios, con mucha alegría—. Una nenita.

Andrea se rió y se levantó despacio para poder limpiarse el gel de la panza. Tuvieron que esperar afuera hasta que estuvieran las imágenes, pero Guille estaba muy inquieto y mucho más cariñoso por la alegría.

—A comprar cosas rositas —dijo ella mientras guardaba la ecografía en su carpeta con estudios.

Guille la abrazó de atrás para poder acariciarle la abultada panza, que ya no era nada disimulada. Le dio un beso en el cuello con mucho cariño.

—Hay que pensar nombres también —dijo.

—No se va a llamar Estela —replicó Andrea con una risita.

—Ay, pero es un lindo nombre, así se llamaba mi mamá.

—No voy a permitir que se llame Estela —dijo y se detuvo para ver un kiosco.

—¿Qué querés? ¿Un jugo, chocolate?

—Ambas.

Guille compró ambas cosas, y otros más para la casa, para cuando tuviera antojos de chocolates.

—¿Qué te parece Micaela? —propuso ella.

—La mitad de las nenas se van a llamar Micaela, la otra mitad van a ser María Belén —resopló Guille—. No me gusta, todavía tenemos tiempo.

—No va a ser Estela.

Guille se rió al encogerse de hombros. Aprovecharon para comprar ropa de bebé en tonos rosados, y algunas decoraciones para la habitación, ahora que ya sabían el sexo.

Tomaron un remís para llegar más rápido a la casa, donde ella se sentó en el sillón para descansar un rato mientras que Guille preparaba las cosas del mate. Estaba muy feliz porque tendría una niña como él tanto había deseado, y supo desde el primer momento que la amaría más que a nada en el mundo. Sin embargo, pese a su alegría, necesitaba hablar con Andrea sobre un tema que ella venía esquivando.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora