Capítulo N° 22

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| ADVERTENCIA DE CONTENIDO |

ESTE CAPÍTULO ES FUERTE.

Contiene contenido sensible que puede producir ansiedad o empeorar los síntomas de las mismas.
Hay una escena de abuso sexual y se relatará un hecho de A.S. infantil.

Leer con precaución, en caso de ser demasiado para ustedes, por favor abandonen la lectura. No salteen escenas, salteen el capítulo COMPLETO.

Dejaré un capítulo más para aminorar las sensaciones que este capítulo pueda dejar.

Recuerden que su bienestar es mucho más importante.

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—Muy bien, Guille, me gusta que estés tan organizado —había dicho su tía Esther con una sonrisa al ver la habitación de la bebé.

—Quiero comprar otras cosas más, pero Andy dice que esperemos. Es que estoy entusiasmado —dijo él con una sonrisa y apagó la luz de la habitación.

Caminaron juntos hacia la cocina, donde Guille puso la pava para tomar mate con su tía. Había colocado galletas caseras en una bandeja también, y Esther sonrió al saborearlas, porque sabía lo mucho que él amaba cocinar.

—¿Qué te falta, Guille?

—Uhm... tenemos que comprar ropita, pañales y el bolso.

—¿Ya tienen juego de cama? Me gustaría regalarle unas sabanitas y acolchado bonito —dijo ella con una sonrisa.

—No te pongas en gastos, tía.

Le pasó un mate con una sonrisa y Esther posó su mano sobre la de Guille, con cariño.

—Es mi primera nieta, tengo un nieto varoncito pero es la primera nenita, quiero consentirla.

Guille sonrió ampliamente y tuvo que parpadear porque le emocionaba que considerara a su hija como una nieta de verdad.

Tomaron mates mientras conversaban del trabajo de Guille como albañil, junto al padre y hermanos de Andrea. A él no le gustaba ese trabajo, no era muy bueno en ello y sus cuñados hacían bromas al respecto, se cansaba demasiado y eso lo ponía de mal humor. Sin embargo ocultó todas esas molestias de su tía y solo dijo estar bien y contento, aunque admitió su deseo de querer ir a la universidad.

—Tenés que ser bueno con ella, el embarazo es complicado y nos pone muy sensibles, así que tenés que entenderla cuando se pone mal y tener mucha paciencia —dijo Esther con una sonrisa—. Y cuando nazca la bebita tenés que ser un buen apoyo, tener un buen apoyo hace la diferencia entre caer en la locura y seguir adelante.

Guille asintió con una sonrisa. Siempre tomaba todos los consejos de su tía, pues ella había tenido seis hijos y estaba casada hacía veintiséis años. Conversaron un rato más allí, hasta que fue hora de que su tía regresara a casa para preparar la cena, y Guille entonces comenzó también a preparar la cena para Andrea.

Era usual que ella llegara tarde de trabajar, a veces llegaba ya de noche justo para la cena, y otras veces llegaba un poco antes si es que el local cerraba a tiempo y lograba tomar todos los colectivos. A veces se sentía solo en la casa porque a las tres de la tarde Guille ya estaba libre, pero en otras ocasiones aprovechaba esas horas libres para arreglar algunas cosas en la casa, hacer pesas y ejercicio, o solo visitar a sus amigos. Estaba seguro de que al nacer la bebé ese tiempo libre lo disfrutaría solo con ella.

Como el cristal [ Muñequita #0 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora