Capítulo 11: Desesperación, no soy la única

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Al día siguiente, Jon se comporta de una manera muy extraña conmigo. Después de vestirme con unos pantalones rosa pálido y combinarlo con una camiseta blanca y negra, bajo las escaleras hasta la cocina.

Finalmente, nunca fuimos a limpiar a casa de la viejita que hacía galletas (¡Jo! ¡Yo quería galletas!) ya que era muy tarde y yo me sentía algo mal, pero hoy sí que tendríamos que ir. Según me contó mi padre, ya que Jon parecía no hablarme, ayer por la tarde estuvo esperando algo impaciente a que yo llegara.

Apostaría cualquier cosa a que era porque estaba impaciente por limpiar. Y me gustaría que ese objeto de la apuesta fuera mi sexy sujetador negro, pero es imposible ya que Jon lo sigue teniendo.

¡Maldito ladrón!

Cuando entro en la cocina dispuesta a hacer mi desayuno (y ya que yo tengo que hacerlo sólo cogería un bol de leche con cereales), lo que veo hace que me sorprenda tanto que siento que estoy en un sueño.

Aunque sé que no es un sueño ya que, si lo fuera, mi cocinero personal no llevaría camiseta.

Jon me sonríe y me tiende un plato de crêpes (¿me entiendes? O sea, crêpes).

Pero... como era de esperar, no me fío de él y doy vueltas a mi alrededor mirando fijamente cada rincón de la casa.

-¿Qué estás haciendo, nena?- Pregunta Jon confundido.

Me doy la vuelta para estar cara a cara con él. Entrecierro mis ojos en su dirección buscando la trampa.

-¿Dónde están las cámaras ocultas?- Pregunto señalándole con un dedo.

Jon frunce el ceño, pero no parece enfadado, sino más bien pensativo y... ¿dolido?

Incluso la escena empieza a darme pena: un Jon, triste porque he rechazado sus crêpes los sigue sosteniendo esperando a que los coja con esa expresión de que se le ha muerto el gato, en la cara.

No vamos a decepcionarlo, ¿verdad?

Sonrío inocentemente y me acerco a él rápidamente agarrando el plato. Cuando ve lo que hago, él también sonríe y siento mi corazón latir con mayor velocidad.

Debe de ser el ansia de comer crêpes.

-Entonces... ¿De verdad no hay ningún truco?- Pregunto inclinando mi cabeza a un lado.

Jon sonríe y niega con la cabeza. Puedo ver la sinceridad en su rostro, pero la única manera de la que te puedes fiar de este chico de verdad es mirándole a los ojos.

Y ahora, sus ojos marrones no mienten.

-Sólo... pensé que era una buena idea.- Dice apartando la mirada y rascando su nuca con una mano.

Frunzo el ceño levemente. ¿Este chico está nervioso? ¡Imposible! ¡Eso significa que oculta algo!

Me siento en la mesa para comer mi delicioso desayuno esperando que no tengan veneno o laxantes. No me apetecería tener que quedarme todo el día viviendo en el baño. O en el hospital.

En ese momento, me entra sed, pero antes de que pueda mover la silla para llenarme un vaso de leche, mi nuevo criado me sirve uno. Le miro sonriente y asiento con la cabeza.

-Eso está muy bien, siervo. Ahora quiero mi sujetador negro. ¡Ya!- Le digo agarrando su brazo.

Jon se ríe y niega con la cabeza apoyándose en la silla que hay a mi lado mientras come su propio desayuno.

-No pienso hacer eso.

-Pero... ¿¡Por qué!?- Pregunto desesperada.

Clava sus ojos en los míos y siento un escalofrío recorrer mi espalda.

¡My English Best Friend Es Hipster!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora