- ¿Ya no estás molesto? - mi rostro fue a parar contra el metal frío de la puerta del cubículo causando un sonido horroroso y tampoco me dolió, sentí como rompió mis bragas con ambas manos y los restos dejó caer al suelo.
- Estoy celoso. - su voz estaba ronca, me excitó más. Empiné mi trasero, lo vi meterse dos dedos a la boca y se los sacó llenos de su saliva, los deslizó por mi entrada para luego meterlos, gemí desesperado. Su mano libre acarició mi espalda hasta posarla en mi boca para callarme. Sus dedos penetraban mi agujero sin piedad, me sonrió de una manera morbosa; sentí maripositas en el estómago.
Rompió el contacto visual cuando lo vi bajar la tapa del inodoro y sentarse en ella, jaló de mi cintura para que me quedara con las nalgas en su rostro; sentí la sangre subir a teñirme por completo y desvié la mirada. Sus manos subió desde mis muslos hasta mi abdomen obligandome a quedar inclinado, la punta de su pene entró con brusquedad. Antes de que pudiera gritar su mano nuevamente estaba en mi boca.
- Muevete Billie. - me lo pidió con una voz a la que no le podía decir que no. Hice lo que me dijo. Comencé a subir y bajar, su pene entraba y salía de mi como nunca. Era profundo, exitante y arriesgado.
- Hmm...
- Oh, Billie... - gruñió azotando mis nalgas a dos manos, las cuales posó en mi cintura ayudandome a subir y bajar más rápido. - No tienes idea de las cosas que te quiero hacer. - jadeó besando mi espalda desnuda. Guié mi mano hasta mi intimidad y me masturbé tan rápido que mi mano dolía.
- Tom. - gemí en un susurro. Sus jadeos y gemidos me indicaban que lo estaba haciendo como le gustaba.
- Déjame masturbarte. - antes de que pudiera decir algo su mano quitó la mía y me masturbaba lentamente, como si quisiera torturarme y lo estaba consiguiendo. Estaba desesperandome. Al parecer se dió cuenta porque soltó una risa por lo bajo y aceleró el movimiento de su mano, el chorro de semen salió disparado manchando la puerta. Me obligó a ponerme de rodillas. - Abre la boca. - obedecí, paseó su glande en mis labios masturbandose. - Hmm... - metió solo la punta en mi boca, movió sus caderas y explotó dentro de ella. - Eso es si la próxima vez se le ocurre besarte, pruebe mi semen. - me puse de pie mirandolo con una sonrisa y me tragué su semen, no sabía tan mal. Arqueó las cejas con sorpresa.
- Me encantas Tom Kaulitz. - me acerqué para besarlo pero se alejó, salió del baño para lavar sus manos, limpiarse el sudor con una servilleta y mirarme.
- Billie, también me encantas pero no vas hacerme probar mi semen. - me reí y recogí los trozos de mi tanga para botarlos a la basura. Repetí su misma acción y salimos agarrados de la mano nuevamente a sentarnos en la mesa.
- ¿Entonces ya no estás molesto?
- Ponle un stop a Erik y hablaremos de eso, mientras tanto hay que comer. Tengo hambre. - la comida consistía en bistec de pollo en salsa de soya, ensalada rusa y una porción de arroz. Me dispuse a comer el platillo tan delicioso, tomé la copa de la bebida que estaba sin gas. Serví un poco más en ambas copas. - Gracias.
- Ya.
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Terminamos de comer, llamó al mesero y pagó la cuenta. Salimos hasta el ferrari que yacia estacionado en frente de las gradas, me abrió la puerta y me subí. Segundos después se subió el. Busqué en la guantera los cigarros mentolados y encendí uno, no me dió ganas de hablarle en todo el trayecto a mi casa.
- ¿Escuchaste lo que te pedí? - asentí adelantandome bajando del auto sin darle tiempo de que siga hablando, Erik era mi amigo y es lo tenía que entender, nada más.
Creo.
- ¿Se lo dirás?
- Erik no me interesa si es lo que te preocupa.
- Ya lo sé y lo tengo claro pero...
- Te amo a ti, Tom. - sonrió posando sus manos en mi cintura, desvié la mirada y un auto nunca visto estaba estacionado un poco más arriba de mi casa, me tomó de la barbilla y me besó con suavidad.
- Te amo muchísimo más, pero no soporto que sigas hablando con Erik como si nada, que te dejes besar esa boquita tan bonita cuando sabes que ya tienen dueño.
- Estate tranquilo. - acaricié sus rastas y pegué mi frente con la suya. - Voy a hacer lo que pueda, ahora ve a casa que se hace muy tarde. No olvides llamarme al llegar.
- Hmm. - me dió una palmeada en el trasero, un último beso del día y entró a su auto para marcharse. Entré a mi casa cerrando la puerta a mi detrás, subí las gradas sigilosamente hasta mi habitación. Tiré el vestido en la canasta de la ropa sucia quedandome desnudo, me fijé en mis piernas tenían gotas de semen seco me mordí el labio con una sonrisa y me tiré a mi cama, no iba limpiarlo hasta mañana que me de un baño.
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Días después...
- ¡Entró una chica nueva de la alta sociedad aquí! - oí chillar a una chica que estaba delante de mi en la fila.
- Seguramente es odiosa, ya sabes como son esas personas.
- ¿Quién crees que sea? - preguntó mi novio a mi lado besándome la frente.
- No lo sé. Nadie importante, cariño.
- ¡Ahí viene! - chillaron las chicas y giramos a ver quién era.
- Doménica. - murmuró Tom, giré para mirarlo confundido. Tenía una sonrisa de gran pendejo en los labios. Me crucé de brazos indignado ya que su atención se la dió a la rubia alta, de ojos hazel, cejas pobladas, labios carnosos y tez blanca. Más blanca que la pintura. - ¿Recuerdas que te dije que mi madre me quería relacionar con alguien de mi mismo nivel?
- Ajá.
- Es ella.
Como no quería relacionarlos si era muy guapa, de cuerpo voluminoso y sonrisa de modelo.
- Ah. - la vi acercarse a nosotros a paso lento, como si le estuviera moviendo sus maravillosas curvas a mi novio. Mi boca se entre abrió cuando la sonrisa de Tom se ensanchó más, hasta parecía que estaba a punto de babear por ella.
¿Estaba celoso?
Claro que no.