Me levanté de mi asiento y caminé a paso rápido hasta donde estaba MI hombre besándose con la estúpida que me lo robó, la aparté jaloneandole el pelo y tumbandole al piso para que se apartara.
Mi hombre me miraba con una sonrisa ante mi reacción, me senté en sus piernas y lo besé de forma posesiva, mordiendole y sobandome en su entrepierna sin importarme las miradas de mis amigos.
- Eres mío, Tom. - le dije contra sus labios tan alto para que me escuchara la persona que lloraba en el suelo sin control.
Gustoso me levanté de la silla para sacarlo de la cafetería e irnos lejos de todos. Mi hombre accedió con facilidad pero...
Todo eso pasó en mi mente.
Giré mi cabeza lentamente mirando a mi libro. Estaba muerto de celos. Tenía que hacer algo de una buena vez ya que ahora no tenía la semana completa, si no tres días ~ sin contar hoy ~.
Suspiré estresado.
Solo faltaban tres días para su boda y no me ha dado una respuesta. Yo lo tenía todo planeado. Sam me prestaría el dinero de sus ahorros en lo que conseguía un trabajo para devolverle.
- Toma. - Beto me extendió una barra de caramelo masticable, la agarré y me la comí. Tenía las manos frías gracias a que se me bajó la presión.
- Mejor no hubieras volteado.
- Misael.
- ¿Qué?
- ¿Puedes meterte la lengua en el culo?
- No alcanzo. - estallaron en carcajadas. Volví a voltear la mirada. Me quedé tieso mirando a Tom detrás de mi junto con Doménica.
- Hola, ya es hora de que vayamos a ver los vestidos.
- Es cierto.
- Ya vamos.
- Bueno, me adelantaré con Tommy. - le jaló la mano y avanzaron lejos de nosotros.
- Biini, mi idilintirí quin Timmy. - arremedó Sam haciendome reir de forma escandalosa. Tomó mi mano, nos pusimos de pie y caminamos hasta nuestro objetivo después de despedirnos de nuestros amigos.
Habían vestidos de todos los modelos y me llamó la atención uno lentejuelas con una media abertura en la pierna.
Era el ideal a mis ojos.
- ¿De qué color serán los vestidos? - pregunté embobado con el que había visto.
- Como es en la playa quise que sean de color negro para ustedes y blanco para los hombres.
- Oh, bueno.
- Los vestidos que elegí ya están por allá, pueden medirse ahora mismo.
- Hay solo tres vestidores.
- Pues entremos de tres en tres y que nadie abra los ojos hasta estar todos con los vestidos puestos.
- Bien.
Entró Georg, Sam y Milena.
Salieron después de diez minutos y entramos nosotros a ciegas a los vestidores. Me desnudé por completo y me coloqué el bonito vestido negro tipo corset y medio frondoso de abajo.
Me encantaba.
Salimos y nos miramos todos al mismo tiempo con una sonrisa. Nos modelamos los vestidos muy contentos.
- En mi vestido solo falta que me agarren un poco de la cintura, para que se me marque más. - le indiqué a la estilista, rápido corrió con una aguja e hilo para ponerse a modificar.
- Yo también, quiero por aquí. - señaló Sandy.
- El mío está perfecto.
- ¿Nadie más quiere arreglos? - preguntó Doménica mientras salía del vestidor mirandonos con altanería por medirse el vestido de novia.
- Eh, no. Gracias...
- ¿Qué tal me veo, Bill?
¿Por qué tenía que preguntarme a mí?
- Muy bien, te queda perfecto.
- Se supone que cuando la mujer no es virgen usa un vestido beige.
Amaba mucho a Anneth.
La rubia se puso de un color rojo intenso, no podía reirme por evitar problemas pero Samanta si lo hizo. Se reía sin disimulo en la cara de Doménica y yo solo me concentré en lo que hacía la muchacha en mi vestido.
- Listo, ahora puedes verte al espejo. - caminé hasta el espejo gigante que colgaba en la pared, me veía muy bien y estaba ajustado perfectamente a mi gusto.
- Es perfecto.
- Muy bien, ¿les puedes envolver el vestido para que se los lleven?
La muchacha asintió ante tal orden, nuevamente nos metimos a los vestidores para sacarlos y que nos los entregaran enfundados. Pero yo realmente andaba en otras.
*
- Buen cierre de año muchachos, nos vemos la próxima y no olviden votar por su querido director al próximo inicio de clases.
Ahora solo faltaban dos días y ni una respuesta.
El programa de fin de año terminó en un partido amistoso de baloncesto, una coreografía formada por las señoritas del protocolo y un pequeño detalle por parte del consejo estudiantil.
Por nuestra parte en el grupo bebible nos tomamos fotos con cada uno de los profesores que nos agradaban y una barra de chocolate por puro gusto. Recogímos todas nuestras cosas y las metimos a nuestras mochilas para ya salir a la casa.
- ¿A dónde irán a ahora? - preguntó Alex guardando las cosas en su auto.
- Con las chicas iremos de compras, ¿quieres unirte?
- Me parece bien.
- ¡Ay! ¡Es una tarde de chicas!
- ¿Pues que esperan? ¡Subanse ya a mi auto! - guardamos las cosas en la cajonera de su peugeot combertible y lo hechó a andar con nosotros encima.
- ¿Cual es nuestro destino señoritas?
- Gatubela's sex shop.
Me sentía muy empoderado en el auto de Alex, lo puso a andar hasta parquearlo en un estacionamiento público y bajamos. El sex shop estaba a la vuelta y al entrar nos atendieron de la mejor manera, miramos todos los penes de goma que habían ahí. Incluso de varios tamaños y colores pero yo no vine a eso.
Me interesaba la lencería tan atrevida que tenía el maniquie de una enfermera, otro de un presidiario pero no quería algo así.
Buscaba algo más... discreto.
Seguí observando y no dudé en comprar un plug de cola de zorra, me excitaba la idea de usarlo en alguna ocasión sexual con Tom. No me importaba volver a ser el otro con tal de tenerlo conmigo a escondidas hasta que se canse de mí. Esperaba que eso no pase nunca.
Al salir del sex shop caminamos mientras hablabamos de cualquier tontería que se nos cruzaba por la mente.
- Chicos. - habló Georg mientras miraba por la vitrina de una tienda, yo solo vi que era la lencería perfecta para usarla el viernes y darle la despedida de soltero como se merece a Tom.