- Le vamos a quitar las vendas despacio. - me miré al espejo mientras me quitaba la tela de la cabeza, estaba horrible todo despeinado y con el tinte saliendose de a poco, miré las puntas de este y parecía que me estaban apareciendo orquillas. Que asco. - Listo.
- Mierda, ahora solo falta que te des un retoque de sombras negras para los ojos y ahora si serás Bill en toda la extensión de la palabra.
- Te recomiendo que al momento de peinarte lo hagas con delicadeza, con mucho cuidado y evita los ruidos fuertes de la música en caso de que salgas.
- Sí, muchas gracias. - le extendí mi mano al doctor y salimos del consultorio. Afuera nos estaba esperando Tom, se acercó a mi a abrazarme y besarme en la mejilla.
Mi corazón aumentó su bombardeo, sentía la sangre subir a mi rostro, mi respiración se tornó lenta y mi boca reseca.
Quería que me besara en la boca.
- ¿Cómo le fue?
- Tiene que tener cuidado en todo.
- Entiendo. - me abrió la puerta del copiloto para subirme, atras iba Sam y el en el asiento del conductor.
- ¿A dónde van a ir luego de que me dejen en casa de mi chica, Kaulitz?
- Pensé que sería oportuno llevar a Bill al lugar donde fue nuestro primer beso.
- Es justo, te felicito. - le tocó el hombro. - Te agradezco mucho, sé que contigo estará bien y recordará algunas cosas.
- Eso espero, Sam, en serio.
Llegamos al destino de Sam, se bajó del auto después de decirme un "con fe" que no entendí y el auto volvió a arrancar.
Lo analicé mientras conducía, podía sentir sus nervios desde donde estaba sentado. Me miró por un momento y luego volvió a ver el camino, entrelazó su mano con la mía y no se lo negué. En esa mano estaba el anillo que yo mismo coloqué pidiendole que sea mi novio.
Esa argolla adornaba muy bien su mano y a pesar de todo solo esperaba que nunca se la quitara.
- Ya llegamos.
Me bajé del auto sin esperar a que me abriera, miré el paisaje con una sonrisa ya que me traía muchos recuerdos con él.
Vi a Tom bajar de su auto una manta junto con una canasta, lo tendió en el piso y se sentó. Palmeó un lado y fui a sentarme con él.
- Le conté a Ana mi plan para traerte aquí y nos preparó algunos bocaditos deliciosos.
- Vaya... - abrí la canastita y el agradable sabor a pan recién horneado inundó mis fosas nasales.
- Huelen muy rico. - metí la mano y saqué una bandejita donde habían uvas, otra de kiwis picados, manzana, una bandeja más grande donde contenían algunos pies de piña, tarta de mora y bebidas naturales en tapers. Saqué un pie de piña y le extendí para que comiera, luego saqué otro para mi.
- Y saben muy rico.
- Estarían más ricos con tus besos.
- Oh... - bajé la cabeza sonrojado, mi novio era todo un romántico.
Lo vi acercarse a mi para estar frente a frente, sus ojos miraban los míos con mucha dulzura, amor y comprensión.
- Te amo, Bill.
- Mmm, ¿cómo te llamabas? - sonrió divertido y acarició mi mejilla.
- Tom.
- Ah, Tom... ¿por qué me amas?
- Porque contigo me siento bien, me has hecho sentir cosas que nadie en tanto tiempo me lo ha hecho sentir y también porque me diste la confianza suficiente para tener seguridad.
Y me besó con calma, sin presión. Rodee su cuello con mis brazos atrayendolo a mí. Se inclinó hasta quedar sobre mí. No permití que en ningún momento dejara de besarme y al parecer el tampoco quería dejar de hacerlo. El recuerdo de la noche que nos entregamos el uno al otro, con el mar de testigo me hizo querer volver a hacerlo. Pero no podía, no después de lo que su padre me hizo.
A si que lo alejé logrando que me mordiera el labio inferior.Lo miré ganoso, quería que me haga suyo de una vez por todas aquí.
Calma Bill, calma.
- Eh, Tom... no soy gay y no está bien que nos besémos...
- Ah. - alzó las cejas con sorpresa. - ¿Qué importa eso cuando dos personas se aman de verdad?
- Es que yo... yo no te amo. - mentí.
- No pasa nada, voy a volver a enamorarte como la primera vez. - sonrió de lado seguro. - Quiero estar contigo para largo, Billie.
- ¿Me vas a enamorar haciendo que te de clases de física de nuevo? - el me miró con los ojos bien abiertos. Me dí cuenta que la cagué sintiendo mi pulso aumentar.
- ¿T-tú...
- Esa chica que dice ser mi hermana me lo contó...
- Mierda. - murmuró soltando el aire por la boca.
- ¿Y si no me enamoro de tí?
- Uh, no digas eso... no me veo siendo feliz sin ti.
- ¿En serio?
- Muy en serio. - lo miré una última vez y me puse de pie, el me siguió detrás y caminamos hasta la estatua gigande con tonos grisaseos. Miré por el balcón gigante las montañas que se volvían de un lindo color azul gracias a que estaba oscureciendo.
- La felicidad no te la da una persona, Tom.
- ¿Quién dice?
No respondí.
- Tus ojos grandes y bonitos cuando me miras me dan felicidad.
- Ajá. - sentí su mano en mi cintura, la alejó temeroso.
- ¿Puedo? - asentí sin mirarle, colocó ambas manos en mi cintura y me atrajo a él. Hundió su nariz en el hueco de mi cuello y suspiró. - Campo de rosas para tu cabello y adrenaline all es tu perfume.
Oh dios.
¿Hay algo que Tom no haga bien?
- Vaya, me parece bastante acosador de tu parte que te aprendas los nombres y olores de los productos que uso.
No, no me parecía acosador.
Me parecía atractivo y exitante.
- Todo lo que tenga que ver contigo debo saber.
- No eres mi marido.
- Pero puedo serlo si me lo pides, no me voy a negar y ahora mismo te llevo a casarte conmigo.
Sí, sí, sí.
Llévame y cásate conmigo. Ya me imaginé a nosotros dos en nuestro nidito de amor teniendo hijos peludos de cuatro patas.
Me giré para verle. Estaba embobado por sus ojos lindos color café. No me resistí y volví a besarlo con ganas.
Si seguía así iba a salirme de mis casillas y mandaría al diablo todo con tal de no separarme de él nunca más.
Se me estaba haciendo bastante complicado rechazarle y no estaba bien.
- Llévame a mi casa. - le exigí alejandome de él. - No quiero que hagas nada y mantengas tu puta distancia conmigo, no te conozco y haz como si tu tampoco me conociste a mi, ¿de acuerdo?
