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- Mi jefe tiene que darme un puto aumento de sueldo. - le tomó una foto a Gustav que sonreía con satisfacción al ver el plato vacío, saqué de mi bolsillo la billetera y conté ochenta; los mismos que le extendí sin quejarme porque si era de palabra.

- Gracias, gracias. - besó los billetes y se los guardó en su billetera. - Georgita mañana tendrá una buena cena patrocinada por el buen Tom.

- Hombre no es nada, sabes muy bien que soy de palabra. - me llevé una cucharada del arroz, llevaba un poco más de la mitad y ya me sentía lleno.

- ¿Quieres que te lo ponga para llevar?

- Sí, gracias.

- Solo porque tu amigo acabó su plato te pondré una porción extra. - me sonrió y camino a la cocina.

- ¡Tom!

Gustav y yo volteamos a verlo.

¿Por qué cada que aparecía tenía que gritarme?

- ¿Quién es Tom? - se burló Gustav mientras finjía buscarme.

- Quién diablos será. - le seguí la corriente.

- El de rastas.

- Ah, ya...

- No estoy. - me hice el desentendido mirando a una de las prostitutas bailar.

- ¿Quieres ir un rato afuera?

- No. - me negué sin pensarlo, quizás porque ya sabía sus intenciones tan sucias conmigo.

- Bueno me quedo contigo.

- No hace falta, ya tengo a Gustav acompañandome como una prostituta. - el mencionado adoptó una posición tan graciosa; subió su pierna sobre la otra y llevó su mano a mis hombros.

- Es cierto, ya estamos bien aquí.

- Carajo. - el gato se quedó tieso en frente de mí, vi salir a la mujer con una tarrina grande, la guardó en una funda y me la dió.

- Gracias.

- A ti. - rodeó la unica barrera de la mesa que existía entre nosotros, se marchó buscando algo entre sus pechos antes de abrir la puerta para salir.

No podía divertirme ni Gustav tampoco, sabíamos el problema que nos esperaría con esos dos hombres que tenemos por pareja... se armaría la tercera guerra mundial en cuestión de segundos y no estaba dispuesto a soportarlo.

- ¡Toooommmyyyyy! - me llamó Heydan acercandose a paso rápido con una mujer en brazos.

- ¿Qué sucede?

- Entre todos los muchachos y yo hemos decidido pagarte una puta... tranquilo que elegimos la mejor y con experiencia.

Miré a la mujer que ahora estaba de pie frente a mi, con una mano en la cintura y una sonrisa imborrable. Se veía un poco más grande que todas las chicas que he visto bailar.

- Se llama Heidi.

- Heydan no me interesan estas cosas y tampoco le voy a ser infiel a Billie.

- Anda Tom. - la mujer se acercó a mi y se abrió paso entre mis piernas de forma descarada y sin vergüenza. Me puse nervioso, podía sentir sus pechos abultados en el mío y su aliento de cigarrillo en mi nariz.

- Yo puedo ser esa Billie.

- Ah, ¿ahora tengo más competencia? No señor. - no sé de dónde carajo sacó una mascarilla a estas alturas de la vida, se la colocó con cuidado y luego ví como le roceó el alcohol antiséptico a la mujer en los ojos. Esta se alejó gritando y cayendose sobre la mesa de un grupo de clientes del lugar, se retorcía llorando; sin más me voltee a ver al causante de semejante desastre molesto. Si hubiera sido Billie lo hubiera besado por sus celos pero no lo era.

- Tom, hay que irnos de vuelta al bus. - Gustav se paró tras de mí y me jaló de la mano para que caminara, si veía a gato otro rato más le iba a romper la cara.

GEORG

- ¡No me ha llamado, Geo! ¿Tan rápido se olvidó de mi existencia? - Bill estaba pendiente al móvil desde que Gustav me hizo una llamada, lo prendía, lo apagaba, lo tiraba a mi cama y lo volvía a revisar.

- Gustav me dijo que se había robado un rato el móvil solo para hablarme y ya, no creo que Tom haya podido hacerlo. - no estaba seguro de ello pero así me dió a entender mi novio.

- ¡Pero pudo haberle dicho a Gustav que se lo pase un rato para hablarme!

- Tranquilito y bonito. - me acerqué temeroso a abrazarlo, tenía que tranquilizarse un momento y entender, además Tom le tenía una buena sorpresa según Gustav y no debía estar mal. - Lo importante es que están bien.

- ¡Pues no me importa! - se alejó de mi, destendió la cama y se adentró en ella cubriendose de pies a cabeza. - ¡Es más, dile a Tom Kaulitz que terminamos!

- Ay, Bil...

- ¿¡Qué!?

- ¡Estás exagerando!

- ¡No exagero, Georg! ¡En serio pudo decirle a tu novio que le pase el móvil unos cinco segundos!

- No tiene remedio esto, Bill. - me dejé caer en la cama frustrado, mi mejor amigo actuaba como un niño pequeño cuando no le dan lo que el quiere y hasta obtenerlo no dejaría de molestar. - Tom tiene que darte unas buenas nalgueadas para que dejes de comportarte como un niño de cinco años.

- Ajá.

- Ya hombre, basta.

- ¿Le vas a decir a Tom que terminamos?

- No.

- ¡Pues tienes que decirle!

- Pues dile tú.

- Yo no quiero hablar con ese individuo de rastas y de buen olor. - saqué mi móvil, marqué el número de Gustavo con el objetivo de obligarlo a que me pase con Tom pero no contestó, la operadora me mandaba al buzón de voz y colgué.

Bueno, lo intenté.

- Mejor duerme.

- No quiero, quiero a Tom.

- ¿Vas a llorar?

- No...

- ¿Seguro?

- Sí...

- ¿Estás mintiendo?

- Sí...

Me cubrí la boca con ambas manos evitando soltar una carcajada, me dirigí a apagar la luz y recostarme a su lado.

Pasé mi mano en su cintura y mi cabeza la apoyé sobre la suya, estaba llorando en silencio y me dolía no poder decirle que no llore y que Tom le tenía algo mucho mejor que una simple llamada pero a mi parecer le daba más drama al asunto.

Nos dormimos por un rato, el sonido del timbre de mi casa me interrumpió. Bill se removió aún durmiendo, me coloqué un abrigo y mis pantuflas para ir a ver quién era.

El ferrari de Tom estaba parqueado en la puerta y no dudé en abrirla.

Mi novio y el de Bill estaban parados ahí con una gran sonrisa, me tiré a los brazos de Gustav dandole muchos besos porque si que lo extrañé.

𝑰𝒕'𝒔 𝑩𝒊𝒍𝒍𝒊𝒆 𝑩𝒊𝒕𝒄𝒉 2 <𝑻𝑶𝑳𝑳>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora