- ¿Tengo que ponerme esto obligado para ir a la playa? - levanté el vestido largo celeste de tela de seda, no estaba feo pero no era algo que usaría para ir a la playa y menos a las cuatro de la tarde.
- Ya te dije que sí.
- ¿Y tampoco tengo que maquillarme?
- Solo ponte algo natural, Bill. - me extendió su paleta de sombras que tenía tonos pastel, usé un tono igual celeste con blanco y para el delineado un poco de negro que se perdía en mis abundantes pestañas y brillo para mis labios.
- Ve rápido a ponerte el vestido, joder, estamos perdiendo tiempo.
- Georg no me presiones. - tomé el vestido y me adentré al baño, me saqué su albornoz rosa quedandome solo en la diminuta tanga roja con encaje negro. Abrí el cierre del vestido, primero metí una pierna y luego la otra para subirmela junto con el cierre, salí del baño agarrando la cola un poco larga del vestido.
Estaba listo.
- Que hermoso estás. - me sonrió con tranquilidad, jaló mi mano y nos encaminamos al auto de Gustav. No había visto a Tom desde la madrugada y supuse que también estaría en el paseo que estaba haciendo nuestro grupo de amigos.
Yo iba en el asiento de atras, el SWM de Gustav era muy lindo, en una esquina del parabrisas tenía una foto de él junto a Georg supongo que en el día que formalizaron su relación. Se me hizo un acto tan tierno ante mis ojos que no pude evitar sonreir.
La noche en que Tom y yo formalizamos fue un tanto extraña, más por recordar que fue en la fecha que humillé a Charlotte y cada que llegue ese día me acordaría siempre.
Que desagradable.
Al lugar que ibamos era la casa playera de los padres de JC, no podía decir más porque ni enterado estaba de las actividades que harían ahí.
El SWM se adentró por un gran portón dorado, rodeando la fuente que tenía dos estatuas de angeles orinando por el pene y que estaba en medio del camino. Nos bajamos del auto, yo lo hice con mucho cuidado de no enredar la cola del vestido y hacer que se dañara.
Sam salió por una de las puertas corriendo con emoción a abrazarme, no le respondí porque estaba buscando el ferrari con mi vista.
Estaba el auto de todos.
Menos el de Tom.
Sentí una sensación en el pecho, me dolía que no esté aquí si lo habían aceptado como uno más de nosotros, si no venía lo mataría con mis propias manos. Estaba tan absorto en mis pensamientos que ni cuenta me di que Sam me llevó por un lugar que estaba oscuro, parecía algo similar a un tunel pero no. Los sensores de luz se encendieron dejando a la vista una gran parte de la casa y al otro lado la playa.
- ¿Dónde está Tom, Samanta? - le pregunté soltandome de su agarre y haciendo que me mire mal.
- Ese Kaulitz siempre tan impuntual.
- No es cierto, el tenía que pasar a recogerme pero no lo hizo...
- ¿Y qué importa?
- Que tampoco está aquí.
- Ya... - volvió a tomar mi mano y salimos a la playa, mis zapatillas de tacon bajo se hundian en la arena y me estresaba porque me dificultaba el paso. Al ver que nos dirigíamos a una alfombra roja sentí felicidad, corrimos un poco y caminamos en medio de ella.
- Sam espera...
- ¿Qué pasa?
- Quiero esperar a Tom y hablar con él un momento.
- Luego, los chicos nos esperan. - siguió jalandome la mano hasta un cierto punto donde vi a todos mis compañeros bien formados agarrando unas flores celestes, aflojó su agarre y corrió para formarse.
No entendía nada.
Caminé por la mitad hasta llegar al final recibiendo las flores celestes hasta obtener un gran ramo en mis manos, estaba confundido.
- Hoy no es mi cumpleaños. - hablé haciendolos reir. - ¿Qué está sucediendo?
- Billie...
Tom estaba ahí, caminando tan fresco y con una sonrisa. Su ropa era diferente y para nada holgada.
- Tom estás usando un smoking. - estaba sorprendido, era del mismo material que mi vestido al igual que el color.
- Sí. - afirmó haciendo una mueca de desagrado mientras sonreía.
- Dios mío. - coloqué las flores en el suelo y corrí a abrazarlo. - Pensé que no vendrías, en serio.
- El tenía que venir si o si. - respondió Sam a mis espaldas.
- ¿Por qué?
- Con nuestra ayuda hizo todo esto para tí, Bill.
- Pero más con Gustav, nosotros solo hicimos muy poco.
- No estoy entendiendo.
- ¡Dile ya, Tom!
- Bill. - me llamó Tom haciendo que lo mirara, sus labios se posaron en los míos con suavidad. - Cuando te pedí que seas mi novio lo hice de una manera que no se sintió especial y en una mala fecha... hoy están todos nuestros amigos aquí para ser testigos de lo mucho que te amo... de nuestro amor y de todo lo que siento por ti.
- Tom... - mis ojos estaban llenandose de lagrimas, parpadee repetidas veces para quitarlas de mis ojos pero solo cayeron más.
- En frente de todos te lo vuelvo a preguntar, Billie.
Carajo.
Carajo.
CARAJO.
Se arrodillo en frente de mí, vi como Sandy sacaba de su bolsa dos cajas de anillos color rojo. Encima había un estampado con las iniciales de nuestros nombres, agarro el anillo de una "T" y me miró, sus ojos estaban brillando de felicidad y no me pude contener.
Lloré.
Lloré de la emoción.
- ¿Quieres ser mi novio?
- Si Tom, quiero ser tu novio en esta vida y la otra. - me puso el anillo donde había puesto el primero, se puso de pie sin dejar de mirarme con una sonrisa. Sandy me extendió el otro anillo y lo tomé, ahora era mi turno. - Amor... - le dije sintiendo el nudo en mi garganta, las lagrimas me seguían cayendo sin parar, esperé a que se me pasara y seguí. - Yo también aquí en frente de todos nuestros amigos quiero pedirtelo desde el fondo de mi corazón, ¿quieres ser mi novio? Prometo ser esa persona que estará contigo en altas y bajas, en cualquier problema que pase así... como los esposos recién casados.
- Bill, no hace falta preguntarlo. Claro que quiero ser tu novio. - le sonreí poniendole el anillo y lo sellamos con un beso de amor.