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Me dediqué a bajarle los pantalones hasta cierto punto, sobé su erección; la cuál se encontraba muy cerca de mi rostro esperando paciente por mí.

- Tengo que decirte algo.

- Dímelo mientras me la chupas, Billie. - una sonrisa apareció en mis labios.

Estaba un poco nervioso, tal vez todo se estropee pero estaba seguro que podía manejar la situación.

Creo.

- Erik.

Tom se tensó.

- ¿Qué pasa con ese marica?

- Ayer vino a verme. - pasé mi lengua mojada por encima de la tela de sus boxers. Tom solo gimió. - Me llevó hasta un cierto punto del Arcangel y lloraba. - su boxer blanco estaba húmedo por mi saliva y por el líquido que emanaba de su pene. Deslizaba con muchas ganas, con mi mano libre aplasté sus testículos más abajo. Lo vi retorcerse, mover su cadera buscando más de mi boca. Bajé sus boxers totalmente y no tardé en ahogarme con su polla en mi garganta.

- Hmm...

Lo saqué repleto de mi saliva y tomé el tronco, moviendo mi mano; esta se escurría con mucha facilidad. Chupé la punta, succioné sintiendo su sabor en mi paladar.

- Bill... - gimió fuerte y grave. Mordí con suavidad su glande y volví a hacer garganta profunda. Movió sus caderas simulando una penetración. Tom me miraba mordiendose el labio inferior, atento a mis movimiendos y empapado de sudor.

- Me contó que su madre falleció y luego... me besó tratando de sobrepasarse conmigo.

- Ese hijo de... puta. - ese "puta" del final lo soltó como si estuviera dando el último respiro de su vida. En cambio yo trataba de darle placer como podía, en serio no quería que se moleste conmigo o se entere de terceras personas.

- Hmm... - lo vi forcejear tratando de quitarse las esposas. Rápido moví mi mano, sin detenerme; vi su pene hincharse en una parte y explotó en mi rostro.

- ¡Oh! - jadeó cerrando los ojos. - Ah...

- Te lo cuento ahora porque no quiero que te enojes conmigo. - hablé divertido sintiendo su esperma caer por mis mejillas.

- Ay, tengo... que... limpiarte. - respiraba agitado, aún sus ojos no se abrían y me senté sobre él. - Cielos... - agarré el albornoz y me adelanté a limpiarme el rostro con cuidado. - Hmm.

- ¿Todo bien? - asintió lentamente, abriendo sus ojos mirando al techo.

- Quitame esto.

- No.

- Por favor.

- No. - volví a repetir. Me acerqué a su rostro y le lamí la comisura de sus labios, me alejé de ipso facto cuando trató de morderme. - Quieto Tom.

- No quiero. - suspiró. - Me has contado algo desagradable mientras me la chupabas. Que descaro.

Me reí.

- Quisiera golpearle. - su pene seguía duro debajo de mi cuerpo. - Ya te dije que no quería que... - sin apartar mis ojos de su rostro comencé a metermelo. - ¡Bill!

- ¡Tom!

- Mierda... - levanté su camisa hasta sus labios.

- Muerde. - abrió su boca y tomó la camisa entre sus labios, acaricié su torso desnudo. - Seré rápido, ¿si?

Me apoyé en su pecho. Comencé a subir y bajar lentamente sintiendo como la punta de su pene mojaba en mi interior. Volvió a tratar de quitarse las esposas y lo detuve dandole un manotazo. Miré sus ojos que siempre se volvían oscuros de deseo por mi. Acerqué mi pecho al suyo, mi frente la pegué con su frente, le quité la camisa de la boca sin hacerle daño para besarle con frenesí.

- Ah, sí...

La sala de mi casa estaba repleta de gemidos, respiraciones entre cortadas y el sonido de mi piel contra la suya.

- Billie... sueltame por favor.

- No. Ya casi acabo...

- Esto es u-na maldita tortura. - susurro en mis labios. Con mi dedo merodié sus labios, me incliné un poco e hice algo sucio y exitante para mi; escupí en su boca, se lo tragó con una sonrisa. Me alejé para seguir montando su pene, para apresurar mi llegada a la cima me masturbé aumentando el ritmo de la penetración.

- Ah, ah, ah, ah. Tom..

- Oh...

- ¡Ah, ah, ah! - saltaba sin detenerme. Me gustaba. Apreté su miembro en mi entrada y se estremeció.

- Mierda. - susurró tratando de no perder el control.

Estaba a punto.

- Estás siendo sometido por tu novio, Tom. - me reí.

- Jamás.

En un movimiento brusco Tom enredó sus manos esposadas en mi cuello, el aire me faltaba pero en ningún momento dejé de moverme y masturbarme. Me había chocado en un punto donde mi cuerpo se tensó, tembló y exploté.

Exploté salpicando su torso desnudo y el empapandome mi entrada por completo. Me dejé caer exhausto en su cuerpo y cerré los ojos.

- Quitame esto, Bill. - busqué la llave, me alejé con cuidado; le coloqué la misma al seguro liberandolas. Le di un besito en la mano antes de volver a mi posición anterior.

- Me siento estafado.

- ¿Por qué?

- Yo vine con otras intenciones y ¡tú! - me dió un golpe suave en la nalga izquierda. - ¡Me follaste!

- ¿¡Cuales intenciones!? - pregunté riendome. - ¡Ni siquiera te negaste cuando me miraste así!

- Pues obvio no. Me ha gustado comerme el postre.

- No te lo comiste tú.

- ¡Da igual! Es lo mismo...

-  No lo es, Tom. - me levanté y sentí salir su pene que yacía flacido dentro de mi, su semen se escurrió en su pelvis y parte de mis piernas. Lo miraba con asco. Se limpió con el albornoz y se acomodó la ropa. Por mi parte me coloqué su grande chompa que me quedaba como un vestido cubriendo la piel que estaba descubierta. Nos sentamos en el sofá, recosté mi cabeza en su hombro. Aprovecharía para preguntarle algo sobre la cena de mañana.

- Ahora si explícame, ¿cómo debo ir vestido mañana? ¿debo ponerme algún vestido elegante o qué?

- No. - suspiró. - Ven, sientate aquí sobre mi. - con una sonrisa levanté mi trasero y lo aplasté en sus piernas; con ambas piernas mías a cada lado.

- ¿Qué debo ponerme? - pregunté acariciando sus rastas, mirando como estaban hechas. Me llamaban mucho la atención.

¿Cómo me vería yo con unas?

- La ropa de siempre, Bill. Tus juguetitos de niño gótico, maquillaje y todas esas cosas. - cerró los ojos. - Quiero que vean como realmente eres y te vistes todos los días.

- ¿Seguro no hay problema?

- No, cariño. No lo hay.

- Haré lo mejor que pueda, ¿sí?

- Gracias, gracias, gracias. - me besó en el cuello con una gran sonrisa. - Te buscaré mañana a las seis en punto y luego iremos a tomar un par de tragos con los doble G.

𝑰𝒕'𝒔 𝑩𝒊𝒍𝒍𝒊𝒆 𝑩𝒊𝒕𝒄𝒉 2 <𝑻𝑶𝑳𝑳>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora