- Joder. Si te han invitado es por algo. - me mordí la lengua sin hacer mucha presión, recordaba como la madre de Tom hace un tiempo me retachó como "una amiguita más" del montón.
- Cómo sea, Sam. Tom ya mismo está por llegar y veremos películas. - lo cierto es que yo quería otra cosa. Quería decirle lo que sucedió con Erik ayer. Georg me convenció de usar una buena técnica que le resultaba con Gustav, pero Tom no es Gustav.
¿Y si no le gustaba la sorpresa?
Suspiré levemente. Me levanté del sofá y miré a Sam mientras me desperezaba.
- Con que ver películas, eh. - asentí pausadamente. - Bueno. Gracias a dios yo voy a salir con mi nueva pretendiente y no voy a tener que escuchar como cogen.
- ¡No vamos a coger! - me apresuré a decir. - Tom me respeta y...
- Bill. - me interrumpió seria y cruzandose de brazos. - Tom tiene la cara de no romper un plato pero aquí entre nos sabemos que ya te rompió. - bufé rondando mis ojos y ella se burló de mi expresión.
- No tiene remédio hablar contigo, Samanta. - caminé en dirección a mi habitación, anteriormente me di una ducha aplicando algunos productos para el cuidado de la piel luego de afeitarse. Me coloqué la lencería de policía, agradecí que Sam no se dió cuenta de lo que traía debajo del albornoz.
O tal vez si se dió cuenta.
No lo sé.
- ¿Es bueno en la cama, Bill? - me frené en seco regresandole a ver. Si se dió cuenta. - ¿Quién es el activo y el pasivo? ¿Cuál de los dos es el hombre de la relación? ¿Se dan los dos por igual?- la miré ponerse pensativa y continuó. - Espero que sea Tom quien te de porque no me imagino a ese sujeto siendo cogido por tí.
- ¿Por qué no? - me crucé de brazos y suspiré.
- Tom es muy macho a diferencia de ti, Bill. Tu eres la hembra, la que se deja. - sentí el calor recorrer por mis mejillas, corrí y me tiré sobre ella dandole golpes suaves mientras reía. - ¡Admito que todas las chicas deseamos saber como es Kaulitz en la cama! ¡Queriamos que nos haga la pasión y nos deje! ¡Ahh! - seguía riendose como loca. - ¡Y luego llegas tú y te robas el sueño mojado de las chicas volviendolo maricón!
- Mira tú, también te gustaba mi novio, eh Samanta. - el timbre de la puerta nos hizo detener y girar a verla a ambos, me separé de Sam con una sonrisa y caminé a la puerta. Se puso roja y un poco nerviosa.
- ¿Crees que escuchó algo? - me encogí de hombros y abrí. Mi novio estaba parado frente a mi con una sonrisa de oreja a oreja. Sin darle más rodeos me tiré sobre él y lo abracé con ganas. El no me correspondió porque traía sus manos ocupadas.
- Tom. Te extrañé.
- Se nota mucho. - habló raro, como si le faltara el aire.
- ¡Afloja un poco! ¡Lo estás ahogando! - chilló Sam desde el sofá. Me separé de su cuerpo con las mejillas sonrosadas y reí nervioso. Sam caminó un poco hasta la salida. - Hola Kaulitz.
- Hola Sam.
- Adiós Kaulitz.
- Adios Sam.
La vimos marcharse. Arquee una ceja, jalé a mi novio para que entrara a la casa. Le ayudé con las cosillas que traía en manos y me tiré sobre él nuevamente. Me correspondió undiendo su nariz en mi cabello, sus manos en mis glúteos y un suspiro.
- Hueles tan bien, Billie. - volvió a oler mi cabello. - Tienes un aroma tan suave como tus nalguitas. - me reí por lo bajo y me alejé de su cuerpo, tomé su mano y caminamos un poco para que se siente en el sofá y yo sobre sus piernas.
- Tú también hueles muy bien. - planté un beso en su mejilla.
- Traje algunas películas, snacks y un detalle bonito para mi novio solo por existir.
- Dios mío, Tom. - le di un abrazo rápido y miré la funda de regalo de color rojo con un diseño de corazón. Me apuré a agarrarla y abrirla, pesaba un poco. Tom no dejaba de mirarme con una sonrisa. Agarré el contenido que había dentro de ella y saqué dos buzos, uno extra grande y uno de mi talla; ambos con nuestros nombres y un diseño bastante atractivo para mi.
- Lo hice para estar iguales y te acuerdes de mí cuando lo uses.
- Es hermoso, Tom.
- No. Tú eres más hermoso. - acarició con delicadeza mi mejilla. Miré sus ojos y el miró los míos mientras se relamía los labios con parsimonia deteniendola en su perforación.
Quería tirarme sobre el y lamer su arete como si fuera un perro pero me contuve, le di un beso en la punta de la nariz. Traté de levantarme pero me agarró fuerte de la cintura atrayendome nuevamente a él.
- ¿A donde vas? - susurró hablando como un niño pequeño. - No te vayas.
Sus labios se posaron sobre los míos con suavidad, sentía que extrañaron a los míos. Sus manos fueron a dar al nudo de mi albornoz intentando quitarlo y lo detuve.
- Tom, espera.
- Billie... - me miró e hizo un puchero tan lindo, mi corazón se encogió de ver tanta hermosura en una sola persona.
Le sonreí.
- Solo un ratito. - aflojé su agarre y me levanté, Tom me nalgueó y se rió con picardía. Apagué la luz de la sala y corrí hasta el baño a mirarme en el espejo, estaba todo listo. Solo me aplicaré un poco de perfume, brillo para mis labios, la bohína y ya.
- Joder no veo nada Bill, ¿por qué apagaste la luz? A mi me gusta verte. - reí y volví hasta acercarme al interruptor de la luz, lo encendí. Y cuando sus ojos se posaron en mí sonreimos al mismo tiempo. - Mierda.
- Uh, ¿me veo mal? - alzó sus cejas con sorpresa, se echó en el sofá para mayor comodidad y me miró alzando sus manos.
- Así si me dan ganas de cometer un crimen. - saqué las esposas de la mini falda y esposé sus manos.
- Oh. Usted está arrestado por exceso de hermosura.
- ¡Dios! Que crimen tan malévolo he cometido. - sonreí, amaba que me siguiera el juego. - No me voy a declarar inocente si se nota que soy culpable.
Señaló su entrepierna dura y la mía no tardó en aparecer.