- Sí bajaste.
- Ajá. - si tuviera que definir a Erik en una palabra sería "masoquista". - ¿Qué sucede? - al subirme al auto lo puso a andar, por la ruta que eligió sabía a dónde estabamos por ir.
El Arcangel.
Pero desde otro ángulo. Aún así me recordaba mucho la primera vez que vine con Tom, nuestro primer beso, su primera vez enojado conmigo y la forma tan dulce que se portó conmigo. Y ahora yo nuevamente estaba aquí, en un coche que no era de mi novio, con la persona que le desagrada recostada en mis piernas como si fuera un niño sin parar de llorar.
- ¿Qué sucede? - volví a preguntar limpiando sus lagrimas con una de las servilletas que tenía en la guantera del coche.
- Es mi madre, Bill. Estaba muy enferma... y no pudieron hacer nada para salvarle. - mi corazón se quebró lenta y dolorosamente. Lo único que pude hacer es darle un abrazo, las palabras se me atascaron en lo más profundo de mi garganta y sin más lloré en silencio junto con el. No me imaginaba una vida sin el ser que me dió la vida, ni siquiera quiero pensar como me sentiría si llega a pasar. - Y ahora mi padre quiere llevarme lejos de ti y no quiero... se que alejarme de ti sería bueno para ambos pero no quiero, Bill, en serio no puedo.
- Erik. - lo llamé alejandome de él, posé ambas manos en sus mejillas y uní nuestras frentes. - Estaremos en contacto, ¿sí?
- No lo creo... me inscribirá en una escuela privada donde no tendré nada.
- ¿Desde cuando seguirás las reglas al pie de la letra, eh? - pregunté sacandole una sonrisa.
- Bill...
- Shhh. - puse mi dedo en su boca y lo apartó con delicadeza.
- Mínimo y cállame con tu boca, ¿no? - rodee los ojos, desvié la mirada y suspiré. Estabamos tan cerca que podía sentir su aliento a menta. Chocó con mucha brusquedad sus labios con los míos, me quedé quieto dejando que su boca me llenara de su saliva. Cerré los ojos por un momento, inconscientemente moví mis labios con los suyos. Su mano acariciaba mi pierna con calma, su boca me provocaba una sensación nada desagradable. Se recostó sobre mí, enredé mis manos en su cuello y tiré el escaso cabello que tenía detrás, le quité su chaqueta. Se alejó de mi para verme a los ojos y suspiré. Erik se veía muy guapo sonrosado, volvió a inclinarse sobre mi para besarme en el cuello y pensé, ¿qué carajo estás haciendo, Bill?
- Erik...
- Un poco más... - volvió a mi boca para darme besos cortos. - Sé que lo deseas...
- Sí...
Y luego reaccioné.
Tenía novio.
Y lo amaba.
Me separé de él causando un sonido en nuestros labios, lo obligué a sentarse en su asiento y me crucé de brazos enojado.
Hmmm.
- Tampoco te abuces. Soy tu amigo y todo a si que muy bien sabes que tengo mi pareja y en pocas palabras ¡siento que le estoy poniendo el cuerno cada que te veo o me besas!
~ Eso es si la próxima vez se le ocurre besarte, pruebe mi semen... ~
- Tom es muy...
- ¡Tom no es nada, Erik, no es nada! ¡Eres tú el que no entiende! ¡Eres tú el que insiste con lo mismo! - grité saliendome de mis casillas. - ¿¡Con qué cara le voy a ver a mi novio, eh!?
- Con la misma carita bonita que tienes, Bill. Con esa.
- ¡Cállate!
- Pero...
- ¡No! Ahora me vas a llevar a mi maldita casa y te desapareces de mi vida, ¿bien? - asintió pausadamente, encendió el auto y lo puso a andar.
Traía el corazón en la boca, tanto que me burlé de Charlotte y estaba haciendo lo mismo que ella, a diferencia de que si pienso contarselo a Tom para que no haya secretos entre los dos. No me gustaría perderlo por nada del mundo y el pensarlo me duele. Sin darle más vueltas al asunto cuando llegue a casa lo llamaría.
Tom
- ¿Cómo está mi buen amigo Joaquín? - saludó mi padre con un apretón de manos a su amigo, estabamos en la cena importante de negocios donde el padre de Doménica le vendería todas sus acciones al mío en una buena cantidad de dinero. Estaba aquí más por obligación que por interés, tenía otros planes este día y odio a mi madre por haberlos estropeado.
- Estoy bien. - respondió finalmente luego de sentarse en la silla lujosa de la mesa, a mi lado estaba su hija que no paraba de contarme lo bien que pasó sus vacaciones. Me estresa que solo hable de ella como si no existiera nada más a su alrededor. Todos los presentes en la mesa me miraron con mala cara cuando mi móvil comenzó a vibrar en lo más profundo de mis bolsillos pero yo estaba agradecido con el por salvarme de aquella tipa que no se cansa de hablar.
- Permiso. - pedí antes de alejarme de ellos y contestar la llamada.
- Tom... - la voz de mi enamorado a través de la línea hizo que sonriera. - ¿Cómo estás?
- Extrañandote mucho, Billie. - no estaba junto a él pero pude ver como sonreía.
- Yo también te extraño... y mucho.
- Quisiera que estés conmigo aquí, estoy muy aburrido, Billie.
- ¿Y dónde estás, Tomás?
Sonreí divertido. Ya me acostumbré a que me llame así, era su manera melosa de tratarme. Me gustaba solo porque lo decía con una voz tan delicada y tierna.
Me excitaba.
- En una cena de negocios con mis padres. - respondí finalmente. - Si supieras lo mucho que me interesa.
- Me lo imagino, cariño. - que voz tan seductora tenía Bill. Una sensación de calor invadió mi cuerpo y se acumuló en mi pene. Caminé pasando desapercibido hasta el baño de hombres y me encerré en uno. - ¿Estás en el baño? - preguntó de forma lenta.
- Bill, ¿sabes lo mucho que me vuelve loco tu voz? - evadí su pregunta, la voz me salió ronca, tuve que aclararmela haciendo un carraspeo aunque era obvio.
- No Tom... - susurró jadeante y suspiré, pasé mi mano en mi entrepierna dura sobre mis pantalones. - No lo sabía.
- Ahora lo sabes. - le di un beso al móvil haciendo un "muak" y sonreí. - Me vuelve tan loco que me ocasionó un problema entre las piernas.
