- ¿Entonces esto es una despedida? - agaché la cabeza, mis ojos estaban ardiendo de contenerme las ganas de llorar. - Mirame y dímelo. - no levanté la mirada, ya estaba llorando. Lo bueno de todo esto es que no traía maquillaje y no parecería muerto después.
- Sí, Tom. - me limpié las lagrimas aun sin mirarle. - Nuestra relación nunca debió ser.
- Pero lo fue, Bill. - me tomó de la mejilla alzando mi cabeza para que lo mire, cerré los ojos para no hacerlo. Sus ojos me hacían sentir demasiado vulnerable. - Mirame cuando te hablo, joder.
- No puedo. - sollocé. - Yo...
- No digas más. - cortó la poca distancia que nos separaba, yo también coloqué mis manos en sus mejillas atrayendolo más a mi. En cuestión de segundos nos besabamos desesperados, las ventanas del auto estaban empañadas. Me había excitado mucho.
- Tom...
- Shhh. - repartió besos en todo mi rostro, su mano la posó en mi entrepierna dura.
- Vamonos lejos de todo y de todos, Tom. - propuse mientras me dejaba besar hechando mi cabeza hacia atrás. - Hagamos una vida juntos en otro lugar...
- Quisiera Bill, pero ya no puedo... - le di un manotazo en la espalda molesto, se alejó de mi dandome una mirada sorpresiva.
- Vete a la mierda entonces y ¡no me busques! ¿oiste bien? ¡no-me-bus-ques! - me bajé del auto dando un portazo, me metí a mi casa sin mirar atrás y corrí a mi habitación.
—
TOM
—
- Que bueno que llegas, Tommy bebé. - suspiré irritado, había olvidado que hoy era la pedida de mano formalmente con Doménica.
La misma tipa doble cara que me hizo creer que haría lo posible para que sus padres abandonen la idea de casarnos, pero al parecer los motivó más.
Yo no me considero una persona rencoroza pero ella se merece mi rencor y mucho más.
La gota que derramó el vaso fue cuando Bill despertó y no se acordaba de mí, no sabía a quién recurrir y la maravillosa idea de mi impulso me hizo ir hasta su casa logrando que hicieramos cosas de las que me arrepentí y se lo dije.
Le debo uno y mil favores más a los doble G por apoyarme en estos momentos pero sería mucho mejor si Bill entendiera mis razones por las que lo hice.
- Tom. - llamó mi madre para que le hiciera caso, me extendió la baratija que ella misma compró. - Adelante, estamos esperando.
Me puse de pie.
- Yo Tom Kaulitz... - cerré los ojos, mientras más rápido lo haga mejor pero era complicado. Muy complicado pedirle matrimonio a una persona que no amas para vivir infelices todo el tiempo.
Pero si esa persona fuera Bill.
Me dejaría llevar feliz...
- Hmm mamá, no puedo...
Abrió sus ojos grandes amenazandome con ellos, bufé y me senté en la silla.
- Tom.
- Agh, ¿por qué no me lo propone ella?
- Porque es una tradición, ¡y siempre ha sido así!
- ¡Pero fue ella quién se regaló a mi! Y yo soy hombre, la carne es débil.
Los doble G se burlaron al ver a los padres de Doménica asustados y ella solo tenía una mala cara.
- Hazlo rápido, Tom.
Volví a ponerme de pie.
- Doménica. - hablé estresado.
- ¿Siiiiiií?
- ¿Quieres casarte conmigo y ser infeliz... digo feliz por el resto de tu vida.
- Oh...
- Acepto Tommy. - se levantó, coloqué el anillo a medias y me senté.
- ¡Brindemos por los nuevos esposos! ¡Salud!
- ¿Ya me puedo ir?
No esperé una respuesta. Junto con mi par de amigos subimos a mi habitación a encerrarnos. Me tumbé en la cama mientras ellos se sentaban a mi lado. Me cubrí el rostro con la almohada.
- Los vimos en la TV. - comentó Gustav haciendo que me quitara la almohada y lo mirara. - ¿Ya volvieron?
- No Gustav. - suspiré mientras me rascaba la cabeza. - Esta vez si perdí a Bill para siempre.
- ¿Te gustaría que hable con él? Para que solucionen las cosas...
Era una muy buena idea pero no quería que se entere de la estupidez que hice mientras estaba malito.
- No, gracias. Estoy dispuesto a ser su amigo como me lo propuso y nada más... También debo darle el lugar que Doménica merece por ser la madre de mi hijo.
- Agh, me da rabia contigo ¿cómo pudiste ir a buscar consuelo con ella, eh?
Lo miré en silencio.
Flashback
El día en que Bill despertó sentí que mi mundo se derrumbó, sentí que todo se fue en mi contra. No pude hacer más que salir de ahí a cualquier lugar que mis piernas me llevaran, lloraba sin consuelo y tampoco podía llegar a mi casa.
En el momento que me di cuenta ya estaba en casa de Doménica con ella sobre mi cuerpo tratando de quitarme la camisa.- Tom, hazme el amor como aquellos tiempos...
- No. - intenté sin mucho esfuerzo hacer que me dejara quieto pero no lo logré.
Doménica era mi amiga con derechos en secreto cuando tenía a Belly por novia, lo hice con el fin de vengarme ya que me fue infiel... le perdoné y lo volvió a hacer a si que le hice una mejor con su amiga.
- Por favor...
- No le voy a hacer esto a Bill...
- No tiene por qué enterarse.
Bufé estresado mirando al techo, amaba a Bill pero no sabía por cuanto tiempo más estaría sin recordarme y fue ahí que reaccioné. Desesperado le arranqué la ropa con una fuerza sorprendente.
Pero tuve un problema.
No tenía una erección por más que ella me movía el culo como los perros contentos por la llegada de su amo. Cerré los ojos obligando a mi mente a imaginar.
Lo que salió me puso el pene duro como una roca, la última ocasión sexual con Bill frente al mar y sus ojitos tan bonitos color café. Descargué mi furia en los gluteos de Doménica, odiaba tener que hacerlo imaginandome que era mi novio.
Agh.
No era lo mismo, en ningún momento logré correrme. Seguía con el miembro duro, tuve que salir de su casa e irme a la mía para darme un baño y terminar con lo que yo empecé en casa de esa tipa.
Ahí si tuve un buen orgasmo en poco tiempo pensando en Bill y su hermosa carita, esos labios...
Maldición.
¿Cómo quiere casarse Doménica con un tipo que ni siquiera la desea?