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Salí hecho una fiera de la casa de Erik, ni siquiera acepté que me llevara de vuelta como se ofreció. Agarré el primer taxi que vi y lo apuré para ir al bar en menos de cinco minutos. Le lancé un par de billetes y me bajé.

El ferrari y el SWM estaban estacionados ahí a la perfección, entré casi corriendo al lugar grandote y los busqué con la mirada pero no los encontraba, todo estaba oscuro. El único lugar que estaba iluminado era la barra a si que sin más corrí hasta ella.

- Hola, buenas noches. Estoy buscando a un chico de rastas, siempre usa gorra, bandana y viste de ancho.

- Si, está al fondo a la derecha.

- Gracias. - caminé entre la multitud, vi la melena castaña de Georg haciendome señas y corrí hasta él.

- Que bueno que viniste, me está preocupando mucho. - me jaló la mano y caminamos un poco más. - Obligó a Gustav a tomarse unos tragos también...

- Carajo. - arqueé ambas cejas, vi a Tom llevarse la botella de la bebida y pasarla a través de su garganta como si fuera un vaso de agua.

- Tienes que llevartelo mientras yo me llevo a Gustav.

- ¿Y a dónde me lo llevo?

- ¡A tu casa!

- ¿A mi casa? - vacilé un momento poniendome nervioso, Tom iba a estar en mi casa, borracho.

- ¡Sí, rápido! - me acerqué a Tom, hice a un lado la botella de la bebida y me senté en la silla vacía de su lado acariciandole las mejillas. Me miraba con rencor pero no hice caso.

- Tenemos que irnos a casa.

- ¡Contigo no voy ni a la esquina! - me gritó, suspiré lentamente mirando como Georg se llevaba a Gustav.

- ¿Quieres negociar? - propuse con una sonrisa.

- No...

- Tom.

- Ya te dije que no quiero nada de ti, Billie.

- Entonces tomaré contigo y si me hacen algo esos tipos que no paran de mirarme será tu culpa.

- Me moveré por un besito porque mira. - señaló sus labios. - ¡Tuve que remojarlos tomando!

- Te daré todos los besitos que quieras, lo prometo pero vámonos.

- Dame el primero. - cerró los ojos e hizo un piquito adorable, no le hice esperar mucho y se lo dí con suavidad.

- Listo.

- Vamos. - rodeó con su brazo mis hombros y pasamos por la multitud, el mesero al vernos corrió a ayudar y entre los dos sacamos a Tom del bar para meterlo al auto, le metimos en el asiento del copiloto y cerré la puerta.

- Muchas gracias. - busqué en el bolsillo de mi chaqueta un billete y le extendí como propina. Sin esperar nada me subí en el auto en la parte del conductor.

El único problema que teníamos ahora era que no sabía conducir un ferrari.

- ¡Vamonos Billie!

- ¿A dónde quieres ir?

- Llevame contigo a donde sea, pero no a mi casa.

- Ni siquiera recuerdo dónde está tu casa, Tom.

- Mejor. - levantó su brazo, desbloqueó el auto y lo encendió. - No tengas miedo, es automático. Solo usa el volante y yo pondré las marchas... trabajo en equipo.

- Ya...

- Pisa el acelerador. - le hice caso y el auto empezó a andar con lentitud, giré el volante y lo puse a andar en dirección a mi casa.

Fue muy complicado ya que pisaba muy fuerte y el auto bramaba, incluso llegó a oler a quemado. Casi chocamos y nos amenazaron. Al estar fuera de mi casa, el auto quedó mal parqueado.

Marqué el número de Sam e inmediatamente contestó.

- Sam, hola.

- No me jodas.

- Lo siento.

- No me importa.

- ¿Estás en casa?

- Sí, ¿qué pasa?

- Necesito tu ayuda, yo estoy afuera en el auto de Tom. - finalicé la llamada sin decir nada más. Sam abrió la puerta y nos miró.

- Podría jurar que parecías una prostituta, eh.

- Ajá. - me bajé del auto y luego bajé a Tom quién se quedó en silencio mirando a la nada. - Yo voy a meterlo y tú estacionas el auto, ¿está bien?

- Sí.

- Las llaves están adentro. - comencé a caminar con Tom a mi habitación, subimos a paso de tortuga porque me cargaba todo su peso. Creí que me rompería en cualquier momento. Abrí la puerta a empujones y lo tiré a mi cama con delicadeza. Iba a alejarme pero no me dejó.

- Te amo musho, musho, musho. - hablaba arrastrado y me reí.

- Estás borracho.

- ¡No te burles de mish shentimientosh!

- ¡Shhh! - le tapé la boca, me mordió la palma de la mano y lo miré mal.

- Shi me vash a cashar que shea con un besho.

No dije nada.

Sam entró y me extendió la llaves y antes de cerrar la puerta con seguro me susurró un "usa condón". La ignoré y centré mi vista en el cuerpo tumbado de mi cama. Lo miré un poco, me relamí los labios y me lo mordí.

Me quité la chaqueta y me acerqué a él, le quité los zapatos tirandolos por ahí. Caminé un poco más para quitarle la gorra, la bandana....

- Bill, béshame...

- ¿Ahora?

- Me lo prometiste. - me hizo un pucherito y era cierto, con la boca entreabierta me acerqué hasta su boca.

- ¿Me dejas...?

- Shí. - me subí sobre él, uní mis labios con los suyos sin presionar; era más un roce entre ellos. Tom subió su mano y acarició mi cabello para profundizar. Metió su lengua en mi boca y no la rechacé, ambos iniciamos una lucha sucia y excitante.

Me dejé llevar por los sentimientos que tenía en ese momento, separé mis labios de los suyos por microsegundos y los volví a unir con desesperación, froté mi intimidad contra la suya y gemí exhausto.

- Ah... - suspiré al sentir su boca en mi cuello, se detuvo y me alejó de su cuerpo haciendome recostar en la cama. Se puso de pie y se cruzó de brazos enojado.

- Bill. - me lo dijo en un tono bastante seductor y ronco, mi pene no podía estar más parado. - Tienes chupetones en el cuello y no te los hice yo.

Maldito Erik.

- ¿Chupetones? - pregunté haciendome el tonto.

- Sí. - suspiró.

Hasta la borrachera se le había bajado, me reí ante su expresión.

- ¿Celoso?

- No.

- Sí, estás celoso.

- ¡Yo no soy celoso!

- Bueno, si tu lo dices.

- Quiero saber quien te lo hizo.

- Eso no importa. - divertido por sus celos abrí mis piernas provocandole. - Lo único importante ahora es que tienes un problema aquí. - le señalé mi entrepierna dura.

𝑰𝒕'𝒔 𝑩𝒊𝒍𝒍𝒊𝒆 𝑩𝒊𝒕𝒄𝒉 2 <𝑻𝑶𝑳𝑳>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora