Salí de la escuela empujando a todo aquel que se cruzaba en mi camino, al estar completamente afuera me tapé bien con la chaqueta y empecé a caminar sin rumbo.
Un lamborghini rojo seguía a mi paso por un buen rato, me detuve irritado. Le di una patada al neumático.
- ¿Por qué putas me sigues? ¿¡Acaso no tienes algo más interesante que hacer!? - el sujeto bajó la ventana y me miró con una sonrisa, era Erik.
- Joder. Espero que no le hayas hecho nada a mi nuevo auto, Bill.
- ¿Quién putas eres?
- Oh, es cierto... - estacionó el auto y se bajó. - Me presento formalmente ante tí, precioso. - me extendió su mano y le dí la mía, beso la misma antes de apartarla. - Soy Erik Colón, tu mayor pretendiente... después de Tom, claro.
- ¿En serio? - asintió.
- Permitame su majestad llevarlo a dar una vuelta y si me permite luego llevarle a su casa.
Erik era el candidato perfecto para decepcionar a Tom de una buena vez.
- Vamos. - rodee el auto para subirme y luego él, lo encendió y lo puso a andar. Mi móvil comenzó a vibrar en una de mis botas, bajé el cierre lo suficiente para sacarlo y contesté:
- Bill, hijo de puta, te vi subir al auto de Erik.
- Hola, que lindo me hablas...
- Samanta.
- Ah, que lindo me hablas, Samanta.
- Tienes que bajarte de su auto ahora mismo.
- No puedo.
- ¿Por qué "no puedes"?
- Porque no, adiós. - colgué y guardé mi móvil en la guantera de su auto. Llegamos a un lugar de comida rápida, ambos nos bajamos y nos adentramos al lugar tomados de la mano. Me daba mucha gracia tener que ver a Erik desde arriba.
- ¿Qué vas a querer?
- Una hamburguesa doble con papas, ¿y tú?
- Lo mismo está bien. - no dije nada y lo vi irse a pedir la órden, minutos después regresó con la bandeja del contenido y empezamos. - ¿Qué pasa con Tom?
- ¿Quién es Tom?
- Tu novio, el de rastas...
- Pues ya hemos terminado.
- ¿En serio? ¿Por qué?
- Porque no recuerdo que haya tenido una relación con él y porque no... no lo amo.
Ni yo mismo me lo creía.
Una sonrisa adornó los labios de mi contrario. Lo miré arqueado una ceja mientras le daba una mordida a mi hamburguesa.
- Eso significa que te puedo conquistar y que esta vez no habrá nadie en medio de nosotros.
- ¿Nosotros? Ajá. - rodee los ojos, en serio Erik era un cansón si se lo proponía.
- Antes de que pierdas la memoria tú y yo ya andábamos, obviamente no era algo formal pero también parecías sentir cosas por mí... tus besos me lo confirmaban.
- ¿De verdad? - trataba de sonar interesado pero solo estaba aburrido de estar aquí.
- Es serio... incluso en las ocasiones sexuales eras muy entregado.
- Debe ser. - me burlé porque eso nunca en la vida pasó, seguimos comiendo en silencio. Al terminar me llevó a su apartamento, me dijo que estaba quedandose por sus días de vacaciones y al enterarse de mi estado agarró el primer vuelo para verme, pero que le prohibieron las visitas.
Su apartamento era como para un estudiante, tenía una sala, baño y dormitorio. No era muy grande pero si acogedor para mi gusto.
Me quité las botas y me tiré al sofá de color beige muy cómodo, pasé ambos brazos detrás de mi cabeza y lo miré.
Erik se sentó colocando mis pies en sus piernas y comenzó a sobarlos, cerré los ojos disfrutando de sus manos suaves y suspiré encantado.Sus manos ahora subían con calma acariciandome los muslos, gemí por lo bajo y abrí los ojos mirando al techo de la sala.
Para dejar tanto rodeo lo obligué a colocarse sobre mi, nos miramos a los ojos y los suyos analizaban los míos. Frunció el ceño cuando sus ojos bajaron un poco más fijandose en mi cuello.
- ¿Y eso?
- ¿Qué?
- Ese collar.
- Ah, no es nada. - trató en un intento fállido de arrancarmelo, levanté mi rodilla a su entrepierna y amenacé. - Si tu lo rompes yo te rompo a ti, ¿entendiste?
- Grrr. - gruñó sonriendo. Sus labios se posaron en mi cuello para devorarlo a su antojo, yo solo miraba al techo medio ido. Estaba pensando en Tom. En como estará su nariz, me estaba arrepintiendo de ello.
Hubiera sido más razonable que le cuente lo que sucedió y buscar juntos la solución para que su padre se refunda en la cárcel pero no era posible. No después del miedo que le tengo a ese señor.
- Te deseo, Billie. - ahora no era Erik quien me besaba sino Tom, sus largas rastas caían a los lados de su rostro exitandome hasta un punto inimaginable. Apreté los ojos tratando de saber si era un sueño pero no, era él. Sus dedos recorrian la piel de la parte de mis bragas tratando de entrarse a mi entrepierna. Las abrí un poco para darle más acceso a ellas y tocara mi erección que ya dolía. Volví a unir sus labios con los míos desesperado.
- Tom... - gemí en sus labios.
- ¿Tom?
Uy quieto.
Me quedé tieso bajo su cuerpo. Abrí los ojos cuando sentí el cuerpo ajeno al mío separarse de mí.
- ¿Qué pasa? - pregunté sentandome en el sofá y tratando de calmar mi respiración.
- Nombraste a Tom, Bill.
- ¿Acaso no te llamas Tom?
- No, me llamo Erik.
- Oh, disculpame. - me reí por lo bajo. - Erik yo nunca quise hacerte... agh. - rodee los ojos, el móvil de uno de los dos comenzó a sonar.
- No es el mío.
Saqué el móvil y vi en la pantalla, era Georg quién me llamaba. Lo rechacé e inmediato volvió a sonar.
- Apágalo. - miré el móvil dudoso y volví a rechazar. - Hazme caso.
Volvió a sonar.
- Hmm, no. Si me llama con insistencia es porque algo malo pasa. - caminé hasta el baño, cerré la puerta con seguro y contesté sentandome en el inodoro. - Geo...
- Tienes que venir al bar caribe, Bill.
- No puedo, estoy con ese chico... - hice memoria mientras chasqueaba mis dedos. - Hmm... Erik, sí... Erik.
- ¿Erik? ¿Erik el de ojos gatos?
- Sí, el mismo.
- ¿¡Que mierda haces con ese Erik, Bill!? En serio, salte de ahí y ven aquí.
- ¿Para qué?
- Gustav lo encontró aquí cuando me trajo a comer, Tom está muy mal y quiere verte...