- Bill. - me separó de él. - Por favor no sigas con eso... no puedo dejar a mi hijo sin un padre.
- Si es que está embarazada hay formas legales de que puedas darle tu apellido y darle una buena pensión.
- ¿Si es que? ¿Estás insinuando que no lo está?
- No lo sé... - miré al suelo. - Es algo que no lo sabemos...
- Doménica jamás jugaría con algo tan serio. - me tomó de los hombros con fuerza. - No sé por qué ahora vienes a decirme que no me case si cuando pedí tu apoyo ¡me diste la espalda!
- Tom...
- No, Bill. Ni siquiera me amas, creo que tal vez nuevamente soy otro de tus caprichos... no recuerdas nada de lo que pasamos tú y yo, a si que no vas a sufrir si yo me voy.
- ¡Sí voy a sufrir! - mis ojos se llenaron de lagrimas.
- ¡Claro que no! Ya me cansé de esto, en serio...
- Te amo, joder.
- No, no me amas.
- ¡Que sí! ¡Carajo!
- Me dejaste en claro que no y me quedo con eso, Bill. Una persona que perdió la mem...
- ¡No la perdí, idiota! - le dí un empujón interrumpiendole. - ¡Nunca perdí la memoria! ¡Mentí todo este tiempo por mi bien y el de mi maldita familia! - Tom me dió un puñetazo en el rostro rompiendome la nariz, me caí al suelo débil mientras lloraba tratando de que la sangre en mi nariz no saliera más. Se tiró sobre mí furioso agarrandome de la ropa y haciendo que cierre los ojos por inercia.
- Jugaste conmigo todo este tiempo, maldita sea. ¡No sabes cuanto lloré por tí! ¡Por tu maldito jueguito ahora me voy a casar!
- ¡No es cierto! - le grité ahora mirandole. - El hijo de puta de tu padre me hizo esto, el me golpeó ¡y me amenazó con hacerle algo a mi familia si no me alejaba de ti!
Entonces soltó su agarre de mi ropa, se sentó a un lado encogiendo sus piernas y hundiendo su cabeza en el hueco de sus rodillas.
- ¡Y lo volvió a hacer! ¡Ese tipo volvió a recordarme la amenaza si seguía cerca de ti! ¿¡pero sabes qué!? ¡No me importa! ¡No voy a permitir que te cases! - besé mi mano y seguí. - Te lo juro por este amor que te tengo, Tom. ¡No te vas a casar con Doménica!
- ¿Por qué no me lo dijiste...? Yo hubiera buscado una maldita solución, Bill.
- No lo pensé. - me acerqué a él con miedo. - Temía por mi vida y yo...
- Joder...
- Solo no te cases, Tom. Estoy seguro que podemos buscar una solución a esto...
- No puedo. - su voz se quebró. - Es demasiado tarde. - se levantó mientras me miraba. - Adiós Bill. - abrió la puerta y se fue dejandome ahí. En unar de lagrimas. Con la nariz rota y los sentimientos revueltos.
Me levanté del suelo para ir al baño a limpiarme pero nisiquiera sabía donde estaba parado. Opté por agarrar un poco de la tela de la lencería y abrir una lata de cerveza para remojar el trapo; lo pasé mientras miraba mi reflejo en la TV que había en la habitación.
Al estar limpio me dirigí a la puerta de la habitación para abrirla y salir. Gato se interpuso en mi camino haciendome retroceder peligrosamente hasta quedar en la habitación encerrados los dos.
- Nunca la perdiste, ¿eh? - se rió con ironía yo solo me crucé de brazos mirandolo sin expresión. - Yo sabía muy bien que eso era mentira.
- Ajá.
- En serio.
- ¿Terminaste? Es que debo irme.
- ¿Qué pasaría si la futura señora Kaulitz se entera de lo que hizo su esposo contigo hace apróximasamente... - miró el reloj imaginario de su mano. - ¿Diez minutos?
- La verdad me tiene sin cuidado, dile si quieres. - empecé a caminar para irme de la habitación, me agarró de forma brusca y quité la misma de un manotazo. - No me toques si aún quieres conservar todos tus dientes, ¿quieres?
- No te tengo miedo. - levantó la cabeza y lo tomé como si me estuviera retando. - Le dije a Tom que no me importaba pelear contigo por él.
- ¿Conmigo? ¡Ja! - me burle acercandome más a él. - No debes pelear conmigo, si no con la que se va a casar mañana.
- Claro que debo pelear contigo, siempre es Bill de arriba para abajo cuando está en los entrenamientos.
- Oh, ¿en serio? ¡Me vale... - no me dejó terminar porque me dió un puñete en la boca, pero no me dolió.
Más bien fue como una caricia.
- ¿Es todo lo que tienes? - volví a burlarme, trató de darme otro pero lo evité. Le di un golpe bajo yo también. Vi a Gato removerse adolorido cayendo al suelo con las manos en la entrepierna.
- Me las vas a pagar todas y bien contaditas, Billie.
- Sí, sí, sí. Pídele a Tom la dirección de mi casa que ahí te voy a estar esperando en mi cama. - salí en medio de risas de la habitación, bajé hasta reunirme nuevamente con los chicos y disfruté de la fiesta con Georg junto a las dos chicas que se nos unieron después.
*
Día de la boda...
Habíamos llegado con total puntualidad al lugar donde sería la recepción. Los invitados se encontraban por todos lados y yo estaba colandome junto con Georg a la habitación donde Tom estaría vistiendose. Mi mejor amigo tocó la puerta y del otro lado se oyó un "pase" dicho por Gustav.
Entramos poniendo seguro la puerta a mi detrás y caminé sintiendo mis ojos humedecerse. Era la segunda vez que lo veía usar un smoking y ahora le quedaba a la perfección el color negro.
Me encantaba.
- Gustav, ¿quién es?
- Es Bill. - dejó de acomodarse el traje y volteó a mirarme. - ¿Geo podemos hablar?
- No.
- Por favor. - miré a mi mejor amigo.
- Agh, está bien. - ambos salieron de la habitación y me quedé a solas con Tom.
- ¿Qué deseas? - preguntó volviendo a lo suyo. Me acerqué por atrás abrazandole por la espalda, reposé mi mentón en su hombro y le di un beso en la mejilla sintiendo como se relajaba.
Estaba nervioso.
- Solo quería verte y disculparme.
- No te preocupes, Billie. - giró para verme, me tomó me la cintura y me atrajo a él. - No te odio. Jamá lo haría, ¿si? - asentí mirandolo.
- ¿Lo has pensado?
- Sí y nuevamente te lo digo, ya es tarde. - me dió un beso en la frente y se alejó, lo vi sacar su móvil para ver la hora. - Vamos. - me extendió su mano.
Por un momento pensé en que me sacaría de ahí para huir lejos de todos...
- La ceremonia está por empezar.
Suspiré frustrado y salí yo primero de la habitación.
Me reuní con el resto de damas para sentarnos en las primeras bancas junto a Sam.
Miré a Tom entrar en medio de sus padres con una sonrisa, la más fingida que pudo dar. En cambio la de sus padres era de oreja a oreja.
La señora Emma y el señor Kaulitz me dieron una mirada rápida y luego voltearon a ver al frente.
- Que estúpidos son todos. - murmuró la morena a mi lado izquierdo. Me limité a solo no decir nada y parpadear repetidas veces para ahuyentar las lagrimas que amenazaban con salir.
- No te preocupes por nada, Bill. - susurró Milena a mi detrás. No entendía nada de lo que estaba pasando.
- Solo debes estar listo para lo que se viene y actuar de acuerdo a la situación.
Oh, no.
