- ¿Existe alguna manera de que yo pueda arreglarlo? - paseé mi lengua por mi labio inferior deteniendola en el piercing y me lo mordí con suavidad. Oí sus gemídos tratando de ser amortiguados, me encendió más.
- Estoy dispuesto a ir a tu casa y cogerte si me lo permites, Bill.
- Mierda. - musitó.
- ¿Qué pasa?
- A veces odio que seas tan respetuoso, Tom. Te hace falta un poco de maldad. - me reí por lo bajo.
- ¿Entonces qué hago?
- Hmm nada... - en estas ocasiones deseaba un celular que me permita realizar una videollamada. - Quédate donde estás.
- Ah, ¿vas a venir a cogerme a mi?
- ¡No! - chilló. - Quiero decir... que quiero que te masturbes conmigo por aquí, en la llamada. - mis boxers no podían estar más mojados.
- Acepto. - una risita picardiosa se escapó de sus labios, abrí tontamente la cremallera de mis pantalones, bajé un poco mis boxers liberando mi pene y suspiré. - Dime que te gustaría que te hiciera si yo estuviera ahí.
- Cuando no eramos novios... me he imaginado que tú me hacías las cincuenta sombras de Grey, Tom.
- ¿Ah, si? - comencé a acariciar mi pene desde la punta hasta la base logrando que se humedeciera más, su respiración agitada me tenía al borde de un acantilado.
- Sí. Me encantaría que me domines, que me trates como una... ¡Ah!
- ¿Una qué, Billie? ¿Una puta?
- ¡Hmm sí! - gimió desde el fondo de su garganta, le salió ronca y tan deliciosamente para mis oidos. - ¡Oh!
- Hmm. - me mordí la lengua tragandome los jadeos que estaban por salir de mi boca. - Imagina que estamos en mi habitación, tu duermes como un bebé y yo... Yo me acerco lentamente a tu cuerpo tumbado, te quito las colchas que cubren tu cuerpo desnudo. Una erección aparece en mis pantalones e inmediatamente la libero dispuesto a tocarme, admirando ese rostro tan angelical, esos labios deseables... - hice una pausa y seguí. - manoseo tus nalgas a mi antojo, no paro de masturbarme. Deslizo mi pene lentamente en ellas. Muevo tu cuerpo un poco para tener más acceso a tus glúteos, los separo con ambas manos, escupo en tu entrada rosadita y estrecha... mi rostro se acerca lentamente, paso mi lengua en tu entrada... se me eriza la piel al sentirla en mi boca y siento mi pene segregar líquido pre-seminal a montones. - me quedé en silencio, no sabía si le estaba gustando...
- Sigue Tom, quiero acabar imaginando las cosas que me dices... - heché atrás mi cabeza, cerré los ojos nuevamente imaginando.
- Usaré mis fluidos como lubricante en tu entrada, acercaré mi polla hasta ella y te la meteré lento, profundo hasta que mis caderas choquen en tus nalgas... moveré las mismas rápido, rodendo tu cuello con mis manos ahorcandote sin mucha presión. Veo que comienzas a despertar y en ves de asustarte, acaricias mis brazos, prendes tus largas uñas en ellos.
- Tom...
- Muy bien pequeño, gime mi nombre.
- Tom.
- Mas duro, Billie.
- ¡Tom! - jadeó fuerte. Tan fuerte que retumbó en mi cabeza y sonreí al sentir el chorro de semen caer en mi mano lentamente. - Joder Tomás, me he corrido como nunca.
- ¿Tom? - la voz de mi padre me bajó la erección en menos de dos segundos.
- Te hablo luego, cariño. Debo irme. - agarré un tirón de servilleta y me limpié.
- Tom.
- Bill.
- Te amo.
- Yo mucho más. - y colgué, voté un tanque de agua antes de salir del baño. Mi padre me esperaba fuera cruzado de brazos, me lavé las manos sin mirarlo y cuando terminé me digné a ver sus ojos similares a los míos. - ¿Pasa algo?
- Ya empezaremos por el postre y no has aparecido en la mesa, estoy empezando a molestarme por tu actitud. - salimos del baño, yo iba detrás de él. - Ya tengo suficiente con tu vestimenta. Ahora vas y te disculpas con los padres de tu futura esposa.
- No voy a hacerlo.
- Repite lo que dijiste, Tom.
- No voy a disculparme, si me fui es porque no tolero y aguanto esto. Tampoco me importan tus estúpidas reuniones de negocios. - escupí lo suficientemente bajo solo para que él me oyera. - Y tampoco llames a Doménica mi futura esposa ¡si yo ya tengo mi novio!
- ¿Novio? ¿Que mierda dices? - me tomó del cuello de la camisa, estaba a punto de golpearme y lo motivé mucho más.
- Lo que oiste.
- Tom. - advirtió en un tono más enojado.
- ¡Soy gay papá! - grité, los periodistas captaban la escena sin perder detalle y seguí. - ¡Mi pareja es un hombre! - descargó todo su puño en mi mandíbula, de mi boca salió el sabor a metal, escupí al suelo y le sonreí.
- ¡Oh, dios mío! - corrió mi madre hacia mí. - ¿¡Qué has hecho Jörg!?
- ¡Engendrar un hijo marica, eso hice! - mi madre me miró asustada. Mas que enojado estaba divertido.
Divertido por toda la situación.
- ¡Así es Emma! - le grité a mi madre. - ¡Me gustan los chorizos, carajo!
- ¡Oh! - se hizo la desmayada, estallé en carcajadas. Los padres de Doménica me miraban con horror y ella, solo me miraba con una sonrisa. Salí del lugar de la recepción, comencé a caminar a casa de mi mejor amigo. No traje mi auto y bueno, tampoco llamaría a Gustav para que venga a verme.
Me vendría bien caminar.
- ¡Tom! - Doménica corrió detrás de mí, me detuve sin mirarle. - ¿Entonces Bill no es una chica? - mas que una pregunta fue una afirmación.
- No, no lo es. - seguí caminando con ella a mi detrás.
- Wow, en serio pensé que era una... chica.
- Ajá.
- ¡Sí! ¡Es que se ve tan femenino, tan delicado y tiene la voz de una niña!
- Ah, gracias por darte cuenta.
- Creo que debo disculparme con ella. - la miré. - con él, lo siento. - me reí y seguí caminando.
- A Billie le da igual, Dome. Nada más no te metas con su novio si no quieres que su hermana se meta y te rompa la nariz de un golpe.
- Le tengo más miedo a Billie, es muy grande y se ve que no hace nada pero con una sola palabra me mandaría a terapia. - se burló, estallamos en carcajadas y nos sentamos en una banca del parque. - Prometo mantener mi distancia y hacer lo que esté a mi alcance para que mis padres no sigan con la idea de querer casarnos... - puso su mano en mi pierna. - Estoy segura que ahora que te declaraste gay, me dirán que haga algo para que dejes de serlo.
